Podemos
afirmar que el teléfono móvil es uno de esos avances tecnológicos que ha
cambiado, en el mundo civilizado, nuestra forma de concebir la comunicación y
en muchos casos hasta nuestros propios hábitos de vida. En España, el número de
teléfonos móviles pasó, en diez años, de 7 a 34 millones, siendo hoy en día el
número de usuarios superior a 39 millones. La comunicación es ahora un concepto
más personalizado e individualizado, ya que ahora con el móvil contactamos no
con un lugar físico, sino con una persona, independientemente de dónde ésta se
encuentre.
Uno
de los sectores de la sociedad donde más está influyendo y donde se han
introducido unos nuevos hábitos comunicativos es la juventud. De hecho, es en
este entorno virtual o ‘ciberespacio’, donde los jóvenes parecen sentirse más a
gusto.
Es
digno de tener en cuenta que, en España, más del 80% de los jóvenes a partir de
15 años posee un teléfono móvil y que, año tras año, no solo va aumentando este
porcentaje, sino que va disminuyendo la edad en la que ya lo poseen. Por todo
ello es necesario tener presentes una serie de consejos para su buen uso,
siempre desde el punto de vista de la educación.
Normas de utilización
El
uso del móvil por parte de los más jóvenes debe estar condicionado a una serie
de normas que deben estar claramente especificadas, comunicadas y aceptadas.
Aunque variarán según cada caso (edad, circunstancias, formas de ser, etc.), a
continuación relatamos una lista de sugerencias:
·
Se usará sólo cuando sea necesario. Entendiendo que el concepto de necesario es
difícil de concretar, (y sobretodo diferente para padres e hijos) se pactarán
determinadas situaciones de uso.
·
Se intentará usarlo de forma que no nos aísle de las personas que nos rodean, observando
una serie de normas de educación y cortesía, que se irán detallando más abajo.
·
El teléfono móvil debe ser apagado en determinados lugares y situaciones, como
por ejemplo: la Iglesia, un cine, teatro, museo, en reuniones, en clase (es
recomendable no llevarlo al colegio), en el médico, en cualquier lugar dónde se
solicite que sea apagado (hospital, avión, etc.) y en definitiva en cualquier
circunstancia dónde se considere que se puede molestar a otras personas.
·
Sería conveniente crear una mentalidad de que en nuestro trato social, debe
tener prioridad la persona con la que nos encontramos hablando físicamente al
lado, que otra persona que nos llama al móvil. Es decir, que no ocurre nada por
no contestar una llamada en algún momento y responder con otra llamada más
tarde. Y en el caso de que se considere necesario contestar al instante, pedir
disculpas a la persona con la que estamos.
·
Tener un control del gasto de manera que sea comedido. Como hemos comentado
antes, es recomendable que el adolescente se costee él mismo el móvil, ya que
así también aprenderá a racionalizarlo.
·
En cualquier caso, para decidir las normas de uso del teléfono móvil se debe
tener en cuenta el grado de necesidad, el grado de madurez del hijo y la edad
del mismo. Más abajo se trata de orientar respecto al uso según la edad.
·
Que el hijo sea capaz de utilizar otros medios de comunicación que se adapten
más a otras circunstancias, como por ejemplo el teléfono fijo (para llamar a
otro fijo, que es más económico), el correo, el quedar físicamente, etc.
·
Como siempre en educación es imprescindible para que los hijos utilicen bien el
móvil, predicar con el ejemplo, ajustándonos y respetando nosotros también a
esas normas establecidas.
· Y
por último, debemos intentar que el teléfono móvil no nos separen de nuestros
hijos debido a que sea un medio o un lenguaje del que nosotros nos sentimos
alejados y desconocemos. Por ejemplo, sería interesante intercambiar mensajes
SMS con nuestro hijo adolescente aprendiendo esa jerga específica de la que
hablábamos antes, evitando así la llamada ‘brecha digital’ que separa a la
generación de jóvenes de hoy con la de sus padres debido al uso de las nuevas
tecnologías.
Problemas para la salud
Existen
numerosas investigaciones que apuntan a que el uso del teléfono móvil, por
estar basado en emisiones electromagnéticas en la banda de las microondas,
resulta perjudicial para la salud. Incluso llegan a insinuar que una prolongada
exposición a estas radiaciones llega a crear serios trastornos cerebrales,
cataratas, Alzheimer, pérdida de memoria o fuertes dolores de cabeza.
Según
un reciente estudio subvencionado por el Gobierno Británico, los teléfonos
móviles podrían tener efectos biológicos más perjudiciales en los niños, ya que
su sistema inmunológico no está del todo formado.
Otra
consecuencia negativa del excesivo uso de la telefonía móvil son los trastornos
psicológicos, cuando se presentan casos de verdadera adicción. Según otro
estudio de la Universidad de Lancaster, uno de cada tres usuarios de móvil está
enganchado. Los síntomas son: ansiedad cuando se olvida el teléfono, se quedan
sin cobertura o saldo, sentirse mal cuando se alejan unos metros del aparato;
en resumen, que no son capaces de pasar sin su teléfono móvil en el día a día,
enviando decenas de mensajes diarios, usándolo como reloj, despertador, listín
telefónico, etc. Y recurriendo a él en cualquier momento que no están ocupados,
como en una sala de espera, un semáforo en rojo, etc.
El uso del móvil por edades
-
Menores de 11 años: en términos generales desaconsejamos que los hijos menores
de esta edad hagan uso de la telefonía móvil, ya que carecen de criterio para
usarlo y su uso resulta innecesario en la mayoría de los casos.
-
Entre 11 y 13 años: a estas edades usan con frecuencia el teléfono fijo, pero
todavía no tienen el criterio bien formado para usar correctamente un móvil,
por lo que no consideramos aconsejable que tengan uno propio.
Una
buena idea puede ser que utilicen, en determinadas ocasiones, un teléfono móvil
de la familia, incluso que lo prestemos en algún caso, cuando nos interese
(para nuestra tranquilidad) estar mutuamente localizables.
-
Entre 13 y 15 años: esta es quizá la edad más complicada, pues aunque puedan no
estar del todo preparados y su necesidad real no ser tan evidente, la presión
que se recibe del exterior (compañeros, amigos, primos, etc.) es tan grande que
para los chicos el hecho de tener un móvil se puede convertir en una verdadera
obsesión.
Aunque
son muy capaces técnicamente de usar los servicios del móvil, a esta edad es
muy fácil caer en la adicción, por lo que no lo consideramos todavía
aconsejable.
Como
en el caso anterior, pueden usar, ahora con más frecuencia, uno de la familia
para determinadas ocasiones, que ahora pueden ser más frecuentes. Es el momento
ideal para formarle en el uso correcto y comedido del mismo (siempre precedido
del ejemplo personal).
-
Mayores de 16 años: a estas edades consideramos que el hijo o hija ya puede
hacerse responsable de la posesión de un teléfono móvil. Es muy necesario que
se establezcan a priori las normas de uso y aconsejamos asimismo que se haga
totalmente responsable de su mantenimiento económico (incluso de la propia
adquisición del móvil), ya que de esta manera lo valorará más y será más consciente
del gasto que supone, evitando despilfarros o consumo desmedido. MJRdeA
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