Quiero
invitarlos a volver una vez más su mirada a María. Ella es, como dice el Papa
Pablo VI, “el modelo de mujer nueva y cristiana perfecta, tipo eminente de la
condición femenina y modelo singularísimo de vida evangélica. En su condición
concreta de vida, Ella se adhirió completa y responsablemente a la voluntad de
Dios, porque acogió su palabra y la puso en práctica, porque su acción estuvo
animada por la caridad y por el espíritu de servicio, porque, en fin, fue la
primera y más perfecta seguidora de Cristo”.
Meditación
El
hombre desde sus mismos orígenes ansía con anhelo la novedad. Ahí está la clave
de la ciencia y del progreso, de la técnica y del arte, de la filosofía y de la
religión. Un único terreno le estaba vedado: el misterio infinito de Dios.
Hasta que un día Dios mismo, en su designio de bondad y de amor, nos lo reveló
por medio de Jesús, el Hombre nuevo, gracia a María, su Madre, la Mujer nueva.
1. Modelo de mujer nueva.
Dios es la fuente de toda novedad en la historia. Mujer nueva será aquella que
más viva llena de Dios y de su Espíritu. Esa mujer nueva por excelencia es
María santísima. Ella, en efecto, es la llena de gracia de Dios; ella formó en
su seno virginal al Hijo de Dios, hecho hombre para salvarnos, el Hombre nuevo
por antonomasia. Toda mujer que busque la verdadera novedad, no efímera ni
pasajera sino perenne, ha de mirar a María y verla reflejada en Ella. Ella
encarna la Novedad de Dios. Ella es nueva porque es plenitud de gracia, de santidad,
de amor, recibida de la fuente inagotable del ser y de la vida que es Dios.
2. Adhesión completa a la Voluntad de
Dios. El
hombre nuevo dice a Dios, su Padre: “He aquí que vengo para hacer tu voluntad”.
La mujer nueva responde al ángel: “Hágase en mí según tu palabra”. Como Jesús,
el Hombre nuevo, María, Mujer nueva, tiene como alimento único la Voluntad del
Padre. En las penas y en los sufrimientos repite como Jesús en Getsemaní: “No
se haga como yo quiero, sino como quieres Tú”. Y al igual que Jesús puede
terminar su peregrinación terrena con las palabras inefables: “Todo se ha
cumplido”. Adhesión a la Voluntad de Dios que surge de la fe y del amor, que
lleva el sello de la firmeza y de la constancia, que se realiza por igual en la
alegría y en el dolor, que afecta a la mente, al corazón y a las obras.
3. La primera seguidora de Cristo. María
fue la primera mujer que escuchó de Jesús, en la intimidad de su alma, las
significativas palabras: “Ven, sígueme”. Ella fue la primera seguidora y
discípula de Jesús. Ella respondió siempre, con docilidad y generosidad, al
llamado de su Hijo. Siguió a Cristo en la sencillez y ocultamiento de Nazaret.
Siguió a Cristo, con su corazón de madre y de discípula, en sus prolongadas
correrías apostólicas. Siguió a Cristo en la persecución y en la incomprensión
de los hombres. Siguió a Cristo hasta la cruz y hasta la resurrección.
Finalmente, siguió a Cristo, en cuerpo y alma, hasta la gloria de los cielos.
María es, pues, la primera, la más auténtica y fiel, la más santa y perfecta
seguidora y discípula de Cristo.
4. Fruto: Estar
dispuestos a seguir a Cristo, tras las huellas de María, en todo momento y
ocasión, para ser sus verdaderos discípulos y apóstoles de su Reino. AIyFR
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