¿Aún no te decides a ir de Misiones? Puede ser que estés dudoso y necesites de poderosas razones para tomar la
maleta junto con el Evangelio y atender al llamado que hace la
Iglesia de llevar a los rincones del mundo el mensaje de Jesucristo.
Dentro de mi vida como Misionero, he tenido la oportunidad de experimentar
los beneficios de participar activamente en las Misiones de Semana Santa. En este año, estaré viviendo una nueva
aventura, pero ahora en familia, con mi esposa y mi hija. Por lo cual,
estoy muy emocionado y deseoso de compartirte algunas de las razones
principales por las que debes decidirte a ir de Misiones.
1. Se refuerza la fe. No hay mejor manera de conocer y fortalecer tu fe que compartiéndola
con los demás. La experiencia Misionera genera un conocimiento más profundo de
Dios, de las almas y del llamado a dar a conocer el Evangelio a todo el mundo.
2. Unión familiar. Se practica de una manera muy especial. Es un apostolado donde padres e
hijos trabajan juntos, desde la organización y durante las actividades de la
Semana Santa. Una excelente oportunidad de convivencia fuera de la rutina y con
el objetivo de que, juntos como familia, participen en la Misión de la Iglesia.
3. Santas amistades. La convivencia con otras familias que comparten intereses provoca
extraordinarias amistades para el matrimonio y para los hijos. Los equipos
misioneros están formados por personas que están en la misma sintonía. Esto
propicia amistades en un ambiente sano y por lo regular son amistades para toda
la vida.
4. Vives una gran aventura. Llevar el Evangelio es una gran aventura, ahora imagina cargar con toda tu
familia y unirte a esta Misión. Los niños y los adolescentes suelen ser los más
emocionados por el reto que representa llegar y establecerse (aunque sea sólo
por una semana) en alguna comunidad con limitaciones. Lejos de causar
desagrado, se produce un efecto de motivación por superar las incomodidades a
las que se enfrentan.
5. Se refuerza la vocación. Cualquiera que sea, las Misiones provocan la práctica continua de la
donación. Desde la organización, donde se tienen que dejar cosas a un lado por
asistir a las sesiones de formación, invertir en los gastos de transportación,
material, etc. El ir casa por casa para escuchar a las personas que ven en el
Misionero la figura de Jesucristo que va a su encuentro, donando su tiempo para
atenderlos. Cualquier vocación, ya sea al matrimonio o a la vida religiosa, es
una práctica constante de donación y en las Misiones se vive esta actitud cada
día.
6. Conoces la Misión de la
Iglesia. Estoy seguro que aquellos que hablan
y critican acerca de las ‘riquezas’ de la Iglesia nunca se han dado la
oportunidad de experimentar las Misiones. Al ser Misionero y convivir con la Iglesia
del pueblo, te darás cuenta de las limitaciones que tienen, pero que a pesar de
eso, la Misión de la Iglesia está muy alejada y es más grande que cualquier
bien económico. Es simplemente llevar a Jesucristo y su Evangelio a las
personas que más lo necesitan, sin ningún tipo de interés personal.
7. Llevar la paz. En esta cultura del descarte y de la violencia, llevas la palabra de Dios
a personas que prácticamente han sido olvidadas por la sociedad, que las han
arrinconado y privado incluso de servicios básicos. Tienes la oportunidad de
ser un embajador de paz para aquellos a quienes las dificultades han atrapado
en la desesperación y el dolor. Además, de que un Misionero puede llevar la paz
a una comunidad dañada por el rencor, la pobreza y los vicios.
Tanto familias y jóvenes de todas
las edades pueden hacer una gran contribución a la Misión de la Iglesia, pero
más que nada, a las personas que con mucha alegría y esperanza desean que
llegue el tiempo de Semana Santa para recibir a los Misioneros. Y aunque
pareciera contradictorio, estas comunidades dan ejemplo y testimonio de lo que
es la donación y la alegría de vivir el Evangelio.
No dejes pasar esta oportunidad de participar en las Megamisiones de este
año, te aseguro que no te arrepentirás. RR
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