lunes, 6 de noviembre de 2023

Día litúrgico: Martes XXXI (A) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 14,15-24): En aquel tiempo, dijo a Jesús uno de los que comían a la mesa: «¡Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios!». Él le respondió: «Un hombre dio una gran cena y convidó a muchos; a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los invitados: ‘Venid, que ya está todo preparado’. Pero todos a una empezaron a excusarse. El primero le dijo: ‘He comprado un campo y tengo que ir a verlo; te ruego me dispenses’. Y otro dijo: ‘He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego me dispenses’. Otro dijo: ‘Me he casado, y por eso no puedo ir’.
»Regresó el siervo y se lo contó a su señor. Entonces, airado el dueño de la casa, dijo a su siervo: ‘Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad, y haz entrar aquí a los pobres y lisiados, y ciegos y cojos’. Dijo el siervo: ‘Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía hay sitio’. Dijo el señor al siervo: ‘Sal a los caminos y cercas, y obliga a entrar hasta que se llene mi casa’. Porque os digo que ninguno de aquellos invitados probará mi cena».
 
Comentario del Evangelio
 
Hoy Jesús nos presenta la eternidad, el Cielo, como un banquete, es decir, como un ambiente de felicidad. Que haya eternidad no es ningún misterio: es más ‘normal’ la eternidad que el tiempo. Pero, en cambio, sí que es ‘misterioso’ el rechazo del hombre: somos capaces de cambiar a Dios por cualquier cosa. Unos, por un campo; otros, por unos bueyes... (Es decir, pereza, dejadez, comodidad…).
— ¿Tan poco vale Dios, que lo sustituimos por cualquier otra cosa?

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