Cuando
Dios ha puesto la certeza en nuestro corazón de que Él nos ama, de una manera
completamente incondicional y a pesar de nuestras miserias, sentimos que lo
hemos traicionado cuando caemos en la tentación del pecado.
Dios
ha hecho una Alianza con el pueblo de Israel por la cual Él le ofrece su vida y
el pueblo se vincula a Él viviendo en el amor. El pueblo ha intentado
corresponder a este amor, sin embargo, en muchas ocasiones lo negó en los
hechos y se alejó buscando otras seguridades, otros amores, otros dioses. Pero
Dios es fiel y nunca renunció a esta Alianza con su pueblo y los siguió
buscando. La historia de este pueblo es también nuestra historia.
“Y nosotros hemos
conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído en Él. Dios es amor y quien
permanece en el amor permanece en Dios y Dios en Él.” (1 Juan 4,16)
¿Cómo
corresponder a tan grande amor? Al menos… ¿Reconocemos en nuestras vidas este
amor?
Qué
hermoso sería llegar a decir: “Ojala no me amaras tanto para no sentir tanta
vergüenza…”.
“Dad gracias al
Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor” (Salmos 136,1)
Pensemos
de esta manera: Cuando uno ama a alguien el problema de fallarle no es que nos
castigue, sino es sentir vergüenza y dolor por decepcionar a aquella persona
que nos está amando.
El
Temor de Dios es el mismo amor, veneración, admiración, alabanza, pero también
fidelidad y obediencia. Es vivir una experiencia desde el amor que obliga a
fiarnos sólo de Dios y no en los hombres, cosas o situaciones del mundo.
“Más vale refugiarse
en el Señor que confiar en los poderosos” (Salmos 118,8)
Aquel
que verdaderamente teme a Dios hace de Él su única razón profunda y absoluta de
existencia. Por el temor de Dios aprendemos a confiar y a depender solo de Él;
a independizarnos y a desconfiar de todo lo demás: de las falsas cosas del
mundo, de los falsos consuelos de esta vida.
La
templanza que da el temor de Dios libera al hombre de fascinarse con las
tentaciones y el pecado, pues eso que viene a seducirnos no nos parece
atractivo. ¿No es entonces, un regalo de Dios? Sí, una gran bendición y no un
castigo.
El
temor de Dios es bendición que nos lleva a una autentica conversión. Pidamos
que el Espíritu Santo sea el portador de esta gracia para que nos mantenga
siempre unidos a nuestro gran amor. MYB
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