Compartir, ayudar y motivar son las prioridades de este blog, tratando de iluminar el camino de nuestros semejantes con nuestra pequeña luz interior, basados en tres pilares fundamentales: "Respeto, Humildad y Honestidad"
miércoles, 31 de julio de 2024
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martes, 30 de julio de 2024
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lunes, 29 de julio de 2024
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Manés de Guzmán, Beato
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Compartir el pan…
Durante
muchos años hemos insistido tanto en la dimensión sacrificial de la eucaristía
que podemos olvidar otros aspectos de la cena del Señor. Quizá hoy tengamos que
recordar con más fuerza que esta cena es signo de la comunión y fraternidad que
hemos de cuidar entre nosotros y que alcanzará su verdadera plenitud en la
consumación del reino. La eucaristía tendría que ser para los creyentes una
invitación constante a vivir compartiendo lo nuestro con los necesitados,
aunque sea poco, aunque solo sean «cinco panes y dos peces».
La
eucaristía nos obliga a preguntarnos qué relaciones existen entre aquellos que
la celebramos, pues, siendo «signo de comunión fraterna», se convierte en burla
cuando en ella participamos todos, los que viven satisfechos en su bienestar y
quienes pasan necesidad, los que se aprovechan de los demás y los marginados,
sin que la celebración parezca cuestionar seriamente a nadie.
A
veces nos preocupa si el celebrante ha pronunciado las palabras prescritas en
el ritual. Hacemos problema de si hay que comulgar en la boca o en la mano. Y,
mientras tanto, no parece preocuparnos tanto la celebración de una eucaristía
que no es signo de verdadera fraternidad ni impulso para buscarla.
Y,
sin embargo, hay algo que aparece claro en la tradición de la Iglesia: «Cuando
falta la fraternidad, sobra la eucaristía» (Luis González-Carvajal). Cuando no
hay justicia, cuando no se vive de manera solidaria, cuando no se trabaja por
cambiar las cosas, cuando no se ve esfuerzo por compartir los problemas de los
que sufren, la celebración eucarística queda vacía de sentido.
Con
esto no se quiere decir que solo cuando se viva entre nosotros una fraternidad
verdadera podremos celebrar la eucaristía. No tenemos que esperar a que
desaparezca la última injusticia para poder celebrarla. Pero tampoco podemos
seguir celebrándola sin que nos impulse a comprometernos por un mundo más justo.
El
pan de la eucaristía nos alimenta para el amor y no para el egoísmo. Nos
impulsa a ir creando una mayor comunicación y solidaridad, y no un mundo en el
que nos desentendamos unos de otros. JAP
Día litúrgico: Martes XVII (B) del tiempo ordinario
29 de Julio - Día de los Valores Humanos...
29 de Julio - Fecha del fallecimiento del Dr. René Favaloro (año 2000)...
En homenaje a Favaloro, en 2003 se sanciona la Ley 25.787 que declara al 29 de Julio como el ‘Día de los
Valores Humanos’.
29 de Julio...
Buenos días... 2024-136
domingo, 28 de julio de 2024
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Olav, Santo
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Joaquín y Ana, Santos…
La antífona de la misa de hoy dice: “Alabemos a
Joaquín y Ana por su hija; en ella les dio el Señor la bendición de todos los
pueblos”.
La madre de nuestra Señora, la Virgen María, nació
en Belén. El culto de sus padres le está muy unido. El nombre Ana significa
‘gracia, amor, plegaria’. La Sagrada Escritura nada nos dice de la santa. Todo
lo que sabemos es legendario y se encuentra en el evangelio apócrifo de
Santiago, según el cual a los veinticuatro años de edad se casó con un
propietario rural llamado Joaquín, galileo, de la ciudad de Nazaret. Su nombre
significa ‘el hombre a quien Dios levanta’, y, según san Epifanio, ‘preparación
del Señor’. Descendía de la familia real de David.
Moraban en Nazaret y, según la tradición, dividían
sus rentas anuales, una de cuyas partes dedicaban a los gastos de la familia,
otra al templo y la tercera a los más necesitados.
Llevaban ya veinte años de matrimonio y el hijo tan
ansiado no llegaba. Los hebreos consideraban la esterilidad como algo oprobioso
y un castigo del cielo. Se los menospreciaba y en la calle se les negaba el
saludo. En el templo, Joaquín oía murmurar sobre ellos, como indignos de entrar
en la casa de Dios.
Joaquín, muy dolorido, se retira al desierto, para
obtener con penitencias y oraciones la ansiada paternidad Ana intensificó sus
ruegos, implorando como otras veces la gracia de un hijo. Recordó a la otra Ana
de las Escrituras, cuya historia se refiere en el libro de los Reyes: habiendo
orado tanto al Señor, fue escuchada, y así llegó su hijo Samuel, quien más
tarde sería un gran profeta.
Y así también Joaquín y Ana vieron premiada su
constante oración con el advenimiento de una hija singular, María. Esta niña,
que había sido concebida sin pecado original, estaba destinada a ser la madre
de Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado.
Desde los primeros tiempos de la Iglesia ambos
fueron honrados en Oriente; después se les rindió culto en toda la cristiandad,
donde se levantaron templos bajo su advocación.
Aunque el culto de la madre de la santísima Virgen
María se había difundido en Occidente, especialmente desde el siglo XII, su
fiesta comenzó a celebrarse en el siglo siguiente. AdeM