Ofrecemos estos
breves puntos con la intención de que puedan servir para la meditación
individual o comunitaria. Son tomados de las lecturas y de las oraciones de la
misa del domingo 18 de agosto de 2024.
Se dividen en tres
partes: lo que Dios nos dice (con un comentario que nos puede ayudar a
comprender el Evangelio); lo que nosotros podemos decirle a Él como respuesta;
y de qué modo podemos llevarlo a la vida cotidiana. Dios quiera que ayuden a
muchos a dedicarle, cada domingo, un tiempo especial a Dios, nuestro Señor.
Dios nos habla
•
“Vengan, coman de mi pan, y beban del vino que yo mezclé.
Abandonen la ingenuidad, y vivirán, y sigan derecho por el camino de la
inteligencia” (Prov 9,5-6).
•
“Hermanos: Cuiden mucho su conducta y no procedan como
necios, sino como personas sensatas que saben aprovechar bien el momento
presente, porque estos tiempos son malos. No sean irresponsables, sino traten
de saber cuál es la voluntad del Señor” (Ef 5,15-17).
•
“Les aseguro que, si no comen la carne del Hijo del hombre y
no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi
sangre tiene Vida eterna, y Yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne
es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y
bebe mi sangre permanece en mí y Yo en él” (Jn 6,53-56).
Reflexión
“El Padre que vive
me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por
mí. Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que
lo comieron y murieron: el que come este pan vivirá para siempre.
Pienso que el maná es
sombra y tipo de la doctrina y dones de Cristo, que proceden de lo alto y nada
tienen de terreno… En efecto, el Hijo nos ha manifestado en sí mismo al Padre,
y por medio de él hemos sido instruidos en la razón de ser de la santa y
consustancial Trinidad, y hasta nos ha introducido egregiamente en el camino de
todas las virtudes.
De hecho, el recto y
sincero conocimiento de estas realidades es alimento del espíritu. Ahora bien,
Cristo ha impartido en abundancia la doctrina a plena luz y de día… Él es el
pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el
pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan vivirá para siempre.
Y el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo. Nuestro Señor
Jesucristo nos alimenta para la vida eterna tanto con sus preceptos que
estimulan a la piedad, como mediante sus místicos dones. Él es, pues, realmente
en persona aquel maná divino y vivificante” (San Cirilo de Alejandría, Comentarios
elegantes sobre el libro del Éxodo 2, 3)
Nosotros le hablamos
•
“Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará
siempre en mis labios. Mi alma se gloría en el Señor” (Salmo 33).
•
“Dios nuestro, que has preparado bienes invisibles para los
que te aman, infunde en nuestros corazones la ternura de tu amor para que,
amándote en todas y sobre todas las cosas, alcancemos tus promesas que superan
todo deseo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina en la
unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos” (Oración
colecta).
Nuestra vida cambia
•
¿Apreciamos el doble alimento que Jesús nos regala en cada
misa: su Palabra y su Cuerpo en la Eucaristía?
•
¿Los recibimos convenientemente para crecer en el amor a
Dios?
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