viernes, 18 de enero de 2013

Salmo 11


Salmo 11 – Invocación a la fidelidad de Dios contra los enemigos mentirosos

Es un salmo de confianza individual. Una persona (un «justo») expresa su más absoluta confianza en el Señor que hace justicia, a pesar de estar viviendo una situación dramática y de que su vida corra peligro.
El salmo 11 pone de manifiesto la existencia de un grave conflicto entre los malvados y el justo. Los malvados e injustos (2. 6) están mejor organizados, mientras que el justo (3. 5) da la impresión de estar solo. Los malvados le dan caza como si fuera un animal (2). El justo representa a los rectos de corazón (2. 7), es decir, a los que se mantienen fieles a Dios y alimentan con constancia un proyecto de sociedad basado en la justicia.
Sin embargo, los malvados son violentos (5), les ponen trampas, tratando de destruirlos a escondidas (2). Las relaciones están de tal modo corrompidas, que da la impresión de encontrarse en medio de un caos social sin precedentes (3).
Como es habitual en los Salmos de súplica, los versículos finales (8-9) son una expresión de confianza en el Señor.


… Aliado del justo
+++ El Dios de la Alianza es el motor que impulsa al salmista moviéndole a la confianza. Es el aliado del justo y del pueblo en la lucha por una sociedad renovada, el compañero que sostiene y defiende la causa de la justicia.
+++ El Nuevo Testamento está lleno de pasajes en los que se invita a los que siguen a Jesús a tener confianza (por ejemplo, Mt 10, 16. 19-20; Jn 6, 20; 16, 33). Es posible leer todo el evangelio de Mateo a la luz del tema de la justicia, tal como lo podemos encontrar en el salmo 11 (3, 15; 5, 10. 20; 6, 33; etc).
+++ El Nuevo Testamento está lleno de pasajes en los que se invita a los que siguen a Jesús a tener confianza (por ejemplo, Mt 10, 16. 19-20; Jn 6, 20; 16, 33). Es posible leer todo el evangelio de Mateo a la luz del tema de la justicia, tal como lo podemos encontrar en el salmo 11 (3, 15; 5, 10. 20; 6, 33; etc).


Sálvanos, Señor, que se acaban los buenos, que desaparece la lealtad entre los hombres: no hacen más que mentir a su prójimo, hablan con labios embusteros y con doblez de corazón. Extirpe el Señor los labios embusteros y la lengua fanfarrona de los que dicen: "la lengua es nuestra fuerza, nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?" El Señor responde: "por la opresión del humilde, por el gemido del pobre, yo me levantaré, y pondré a salvo al que lo ansía". Las palabras del Señor son palabras auténticas, como plata limpia de ganga, refinada siete veces. Tú nos guardarás, Señor, nos librarás para siempre de esa gente: de los malvados que merodean para chupar como sanguijuelas sangre humana.

PALABRA DE DIOS Y PALABRA DE HOMBRE
Vivo en un mundo de palabras, y acuso el cansancio y la molestia de tener que estar escuchando todo el día palabras que no dicen nada o dicen lo opuesto de lo que quieren decir, palabras que halagan y palabras que amenazan, palabras que seducen y palabras que engañan. El cumplido, la excusa, el disimulo y la mentira desnuda. Nunca acabo de saber si puedo fiarme de lo que oigo o creer lo que leo. Me siento cohibido ante la jactancia de «los labios embusteros y la lengua fanfarrona» que refiere tu Salmo: «La lengua es nuestra fuerza, nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?»
Y luego me vuelvo, Señor, a tu Palabra. Tu Palabra es una y eterna, tu Palabra crea y da vida. Tu Palabra me llega, firme y vivificante, en las páginas de tu Libro, en el silencio de mi corazón, en los cantos de tu liturgia y en la encarnación de tu Hijo: el Verbo que es verdad y vida frente a la mentira que es el mundo. La contemplación de tu Palabra es mi refugio y refrigerio en medio de la avalancha de palabras falsas que me inundan todo el día. Tu Palabra es mi salvación.


«Las palabras del Señor son palabras auténticas, como plata limpia de ganga, refinada siete veces».
Señor Dios, que no salvaste de la muerte la vida de tu Hijo, sino que, por la misma muerte, le condujiste a la suprema victoria, estableciendo así el reino universal de Cristo: haznos comprender en la fe la paradoja del sufrimiento y la gloria, para que nuestras vidas te sean gratas. Por Jesucristo nuestro Señor.

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