29-10 Día Mundial del
ACV. Es la segunda causa de muerte en Argentina y la primera causa de
discapacidad permanente en adultos. En su día, expertos afirman que el 90% de
los casos se asocia a factores de riesgo, controlables y tratables.
Los manuales de medicina definen al Ataque o
Accidente Cerebrovascular (ACV), también llamado Enfermedad Vascular Cerebral
(EVC), como una enfermedad cardiovascular que afecta los vasos sanguíneos que
suministran sangre al cerebro. Ocurre cuando estos vasos, que conducen oxígeno
al cerebro, se rompen o se obstruyen por una embolia sanguínea o una trombosis.
Como consecuencia, parte del cerebro no recibe flujo.
Las células cerebrales afectadas no pueden funcionar
por la falta de oxígeno y mueren. Lo mismo sucede con la parte del cuerpo que
ellas controlan.
“Una cosa es segura: nada es igual en la vida de un
paciente después de que lo experimenta. Actividades cotidianas como comer,
hablar y caminar pueden convertirse en verdaderos desafíos, y aunque la ciencia
hizo importantes avances en materia de neurorehabilitación para el tratamiento
de quienes padecieron un ACV, la detección a tiempo y la pronta atención médica
siguen siendo una de las claves para reducir considerablemente las posibilidades
de muerte y discapacidad”, explicó el Dr. Máximo Zimerman, jefe de la Clínica
de ACV y de la Clínica de Neurorehabilitación de INECO.
Los ataques cerebrovasculares son la segunda causa
de muerte en Argentina y la primera causa de discapacidad permanente en
adultos. Tiene una incidencia cercana a 126.000 casos al año en el país, lo que
significa que ocurre un ACV cada 4 minutos. El dato oficial que se desprende de
la cartera de Salud nacional es que en la Argentina mueren 18 mil personas por
año a causa de un ACV.
Los ataques cerebrovasculares, en las últimas
décadas, tuvieron un avance muy notorio. De acuerdo a la Organización Mundial
de la Salud (OMS), 15 millones de personas sufren un ACV por año. De esos, 5
millones mueren y otros 5 millones quedan con una discapacidad permanente. Se
calcula que el 25% de los ACV mundiales se producen en menores de 65 años y que
los casos de pacientes jóvenes que los sufren se encuentran en incremento.
“El cerebro tiene aproximadamente 120 millones de
neuronas y en situación de ACV se pierden casi 2 millones de neuronas por
minuto. Esa persona, por hora no atendida, envejece casi 10 años”, manifestó el
Dr. Adolfo Savia, Jefe del Servicio de Urgencias del Sanatorio Anchorena.
“Por eso es muy importante que el paciente
reconozca los principales síntomas del ACV, ya que el tiempo es determinante
para que reciba atención médica oportuna. Entre más rápido solicite atención
médica, mejor responderá a los tratamientos y aumentará las posibilidades de
reincorporarse a su vida normal. Se trata de una patología
'tiempo-dependiente', donde no es cuestión de aplicar más o nuevos medicamentos
sino de aplicar rápidamente los procedimientos médicos necesarios para evitar
la pérdida neuronal”, agregó el médico emergentólogo.
Así, “la clave radica en reducir el tiempo de
diagnóstico del paciente para decidir el mejor curso de acción y
consecuentemente, mejorar la tasa de sobrevida y las probabilidades de
recuperación”, concluyó el Dr. Savia, que recordó que “en el 70% de los casos
el paciente se salva de la muerte, pero sus secuelas suelen ser severas”.
Existen dos tipos de ACV
El Dr. Julio Fernández, neurocirujano del Hospital
Padilla de Tucumán, explicó cuáles son los dos tipos de ACV que existen.
·
Ataque cerebrovascular isquémico: es la
causa más frecuente y se produce cuando un vaso sanguíneo que irriga sangre al
cerebro resulta bloqueado por un coágulo de sangre, produciendo un infarto
cerebral.
·
Ataque cerebrovascular hemorrágico: se
produce cuando un vaso sanguíneo de una parte del cerebro se debilita y se
rompe. Esto provoca una hemorragia en el cerebro que daña a las células del
mismo, matándolas. Es menos frecuente, pero más letal.
“En general el isquémico se da en entre el 80 y el
85% de los casos, siendo el hemorrágico el de menor incidencia con un 15 a 20%
de ocurrencia. La mortalidad en un Ataque Cerebro Vascular supera el 14% a los
30 días isquémicos, un paciente que tuvo la patología tiene un 26% de repetir
el cuadro en los primeros 5 años y el 39% en los 10, si no modifica su estilo
de vida”, precisó Fernández.
Según explica claramente el Dr. Zimerman, de Ineco,
existen tres signos principales del ACV que pueden detectarse en el cuerpo a
simple vista, que pueden resumirse en un “HaBraSo” y que implica prestar
atención al habla, a los brazos y a la sonrisa.
“Si el paciente habla con dificultad, pronuncia
frases incompletas o le cuesta articular su discurso, podría tratarse de un
síntoma de ACV. También, si la persona levanta ambos brazos hacia adelante y
uno de ellos cae; o bien, si sonríe de forma asimétrica –es decir, si las dos
mitades de su sonrisa se perciben 'desparejas'- existe la posibilidad de que el
paciente corra riesgos de padecer un ACV”, precisó el especialista.
Y agregó: “Entre las secuelas más comunes del ACV
se encuentran las que comprometen distintos dominios neurológicos afectando la
motricidad, la sensibilidad, el habla, el lenguaje, la deglución, la vista, las
funciones cognitivas y el ánimo, entre otras. Por otra parte, 18% de los casos
vuelve a padecer un nuevo ACV después del primer año. Es por ello que los
objetivos fundamentales en el tratamiento de estos pacientes radican en
prevención de futuros episodios vasculares y conseguir la recuperación de los
síntomas presentes”.
La Dra. María Valeria El Haj, Directora Médica de
Vittal, describió cuáles son los signos de alerta que debemos tener en cuenta
para llamar inmediatamente a un servicio médico de emergencia:
·
Entumecimiento o debilidad repentinos en el rostro,
brazos o piernas (especialmente de un lado del cuerpo).
·
Confusión repentina.
·
Problemas para hablar o comprender.
·
Problemas súbitos para ver con uno o ambos ojos.
·
Dificultad para caminar, mareos, pérdida de
equilibrio o coordinación de los movimientos.
·
Dolor de cabeza severo sin causa conocida.
“Gracias al reconocimiento temprano de los síntomas
y la pronta búsqueda de atención médica, se pueden reducir considerablemente
las posibilidades de muerte y discapacidad, es decir, se puede disminuir al
mínimo la lesión cerebral aguda y maximizar las oportunidades de recuperación
del paciente”, detalló la Dra. El Haj.
Finalmente, la especialista describió las
principales acciones que debemos hacer a la hora de auxiliar a alguien que
sufrió un ACV:
·
Acostar a la persona para que no se caiga, teniendo
la precaución que sea sobre uno de sus lados.
·
Llamar rápidamente al servicio de emergencias, ya
que es una Emergencia Neurológica.
·
No administrar ninguna medicación.
·
Recordar la hora de inicio de los síntomas.
El 90%
de los casos son prevenibles
Los ACV se encuentran entre las enfermedades no
transmisibles (ENT), las cuales representan más del 70% de las muertes a escala
global. Se estima que 5.5 millones de personas murieron de un derrame cerebral
en 2016. La prevención de los ACV se basa en el control que hagan las personas
de los factores de riesgo del mismo. Y todos estos riesgos se pueden evitar en
la mayoría de los casos, llevando adelante una vida sana.
El 90% de los ACV se asocian a factores de riesgo
que son controlables y tratables: HTA (está presente en casi el 80% de los
pacientes que sufren un ataque cerebral en la Argentina), colesterol elevado,
diabetes (el 22% de quienes tienen un ACV son diabéticos), sedentarismo,
obesidad, mala alimentación, y tabaquismo (el peligro aumenta entre un 50% y un
70% en fumadores, y el impacto es mayor en las mujeres), alcoholismo y fibrilación
auricular, entre otros.
Sobre este tema preventivo sumamente importante, la
Dra. Vanina Daniela Fernández Caputi, cardióloga de planta de ALPI Asociación
Civil, indicó los factores de riesgo, controlables o modificables que una persona
debe seguir para prevenir la aparición de un ACV.
·
Presión arterial: juega
un rol crucial. En el ACV Hemorrágico, se encuentra en el 85% de los pacientes
y en alrededor del 50 % de los isquémicos.
·
Dieta saludable:
aumentar el consumo de verduras, frutas y productos lácteos bajos en grasa y
grasa saturada reducida; evitar el consumo excesivo de sal y la baja ingesta de
potasio para disminuir la presión arterial.
·
Consumo de alcohol: de
manera leve a moderada.
·
No fumar: Es un
factor potente de riesgo de ACV Isquémico (lo duplica), mientras que dicho
riesgo aumenta de 2 a 4 veces para el ACV Hemorrágico.
·
Actividad física: se
recomienda 150 minutos por semana de intensidad moderada (por ejemplo, una
caminata rápida) o 75 minutos por semana de actividad aeróbica de intensidad
vigorosa (por ejemplo, correr) o una combinación equivalente. ¡Siempre es mejor
realizar cualquier tipo de actividad física que ninguna!
·
Uso de anticonceptivos orales.
·
Diabetes mellitus: es un
factor de riesgo independiente de ACV, duplica el riesgo con una mortalidad del
20 %.
·
Obesidad
(índice de masa corporal: Peso / Talla 2 > 30 kg / m2). OBESIDAD MÓRBIDA
(IMC > 40 kg / m2). SOBREPESO (IMC entre 25 a 29 kg / m2). Los hombres que
presentan una circunferencia de cintura > 102 cm y las mujeres con una
circunferencia de cintura > 88 cm, están clasificados como obesos
abdominales.
Factores
de riesgo no modificables:
·
Edad.
·
Género: los
hombres son más propensos a tener un ACV.
·
Herencia: tendencia
familiar.
·
Antecedentes personales:
aquellos que ya tuvieron un ACV, presentan un mayor peligro de volver a
presentar otro episodio.
·
Arritmias: la
presencia de fibrilación auricular, aun en ausencia de enfermedad valvular
cardíaca, se asocia con un aumento de riesgo de padecer un ACV Isquémico de 4 a
5 veces.
·
Cardiopatías.
Una vez que se tuvo un ACV se debe focalizar el
tratamiento para lograr la mayor independencia posible. La recuperación y la
rehabilitación deben iniciarse cuanto antes, es decir, se debe volver a
habilitar la función… RE APRENDER… para alcanzar nuevamente la reinserción
familiar y social.
“Un ACV afecta a casi al 30 % de las personas
mayores de 65 años y el riesgo de padecerlo se duplica en cada década a partir
de los 65 años. También puede ocurrir en personas jóvenes con factores de
riesgo”, resaltó la Dra. Fernández Caputi.
Y agregó: “En los mayores de 65 años, el 20 % de
las personas es dependiente de terceros en sus actividades diarias hasta los 6
meses y el 46% tienen déficit cognitivo. Por lo tanto, un episodio de ACV no
solo cambia la vida de la persona que la padece, sino también la de toda su
familia y amigos”.
Ventana terapéutica para
aplicar un tratamiento
Existe una ventana de tiempo, que en los últimos
año se ha extendido, durante la cual se pueden implementar dos tratamientos
fundamentales para evitar las secuelas.
“En un comienzo contábamos con una ventana de tres
horas para tratar con éxito a un paciente con un ACV isquémico. Luego ese
margen se amplió a 4,5 horas. Y más tarde – mediante trombectomía mecánica con
stent – a 6 y hoy incluso podemos dar tratamiento exitoso luego de 16 o 24
horas de ocurrido el ataque, dependiendo de las características del ACV y del
paciente”, expresó el Dr. Gabriel Persi, médico neurólogo, jefe del área de
Enfermedades Cerebrovasculares de INEBA.
“Las primeras 24 horas al ACV son fundamentales
(tiempo de ventana extendida para realizar tratamientos como trombolisis
endovenosa o mecánica) ya que la atención debe ser inmediata para poder reducir
al mínimo el daño cerebral y la posibilidad de secuelas y complicaciones a
futuro”, afirmó la Dra. Marina Romano, Neuróloga consultora de Alcla, Clínica
de Rehabilitación Integral.
¿Puede rehabilitarse
después de un ACV?
“Sí, el cerebro tiene la capacidad de reponerse
después del daño que genera un ACV (es lo que se llama Plasticidad Neuronal),
por lo cual lo antes posible se comience la rehabilitación, mayor es la
probabilidad de recuperación” comenta la Dra. Lilian Pérez, Jefa de Medicina
Física y Rehabilitación en Alcla.
Y agregó: “De acuerdo a la magnitud de la lesión
generada, van a ser las complicaciones y secuelas que presente la persona. La
función de la rehabilitación es reducir al máximo dichas secuelas y llevar al
paciente al mayor grado de independencia, es decir rehabilitar la función que
se perdió, como por ejemplo: comer, hablar, caminar y todas aquellas actividades
de la vida diaria”.
El Dr. Eduardo Silvestre, médico pediatra,
Divulgador Científico de Grupo Medihome, puntualizó que el ACV a cualquier edad
suele dejar secuelas, a veces severas. Si bien se puede dar a cualquier edad,
la realidad es que a mayor edad, hay más riesgo de sufrirlo, y aumenta el
predominio de los de tipo isquémico en las personas mayores. En los más
jóvenes, predomina la ruptura de los aneurismas.
“La mayoría (61%) de las muertes por accidente
cerebrovascular se producen en personas de 70 años o más. Los que tienen entre
50 y 69 años representan aproximadamente un tercio de las muertes, y los que
tienen 49 años o menos representan colectivamente alrededor del 7%. En bebés,
aunque muy infrecuente, los ACV están relacionados con problemas durante el
embarazo o parto”, indicó el Dr. Silvestre.
Y agregó: “Es importante saber que 1 de cada 3
personas que lo sufren presentan secuelas graves, que requieren de cuidados
especiales y de la asistencia de terceros por el resto de sus vidas. El
tratamiento del ACV en el período agudo requiere, indefectiblemente,
hospitalización. Pero es muy importante que el paciente pueda ser externado lo
más pronto como sus condiciones clínicas lo permitan. El mejor lugar para
recuperarse y hacer la rehabilitación es la propia casa del enfermo, con sus
cosas, junto a sus afectos”. BP
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