martes, 30 de octubre de 2018

Un ataque de ACV mata 2 millones de neuronas por minuto

29-10 Día Mundial del ACV. Es la segunda causa de muerte en Argentina y la primera causa de discapacidad permanente en adultos. En su día, expertos afirman que el 90% de los casos se asocia a factores de riesgo, controlables y tratables.
Los manuales de medicina definen al Ataque o Accidente Cerebrovascular (ACV), también llamado Enfermedad Vascular Cerebral (EVC), como una enfermedad cardiovascular que afecta los vasos sanguíneos que suministran sangre al cerebro. Ocurre cuando estos vasos, que conducen oxígeno al cerebro, se rompen o se obstruyen por una embolia sanguínea o una trombosis. Como consecuencia, parte del cerebro no recibe flujo.
Las células cerebrales afectadas no pueden funcionar por la falta de oxígeno y mueren. Lo mismo sucede con la parte del cuerpo que ellas controlan.
“Una cosa es segura: nada es igual en la vida de un paciente después de que lo experimenta. Actividades cotidianas como comer, hablar y caminar pueden convertirse en verdaderos desafíos, y aunque la ciencia hizo importantes avances en materia de neurorehabilitación para el tratamiento de quienes padecieron un ACV, la detección a tiempo y la pronta atención médica siguen siendo una de las claves para reducir considerablemente las posibilidades de muerte y discapacidad”, explicó el Dr. Máximo Zimerman, jefe de la Clínica de ACV y de la Clínica de Neurorehabilitación de INECO.
Los ataques cerebrovasculares son la segunda causa de muerte en Argentina y la primera causa de discapacidad permanente en adultos. Tiene una incidencia cercana a 126.000 casos al año en el país, lo que significa que ocurre un ACV cada 4 minutos. El dato oficial que se desprende de la cartera de Salud nacional es que en la Argentina mueren 18 mil personas por año a causa de un ACV.
Los ataques cerebrovasculares, en las últimas décadas, tuvieron un avance muy notorio. De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), 15 millones de personas sufren un ACV por año. De esos, 5 millones mueren y otros 5 millones quedan con una discapacidad permanente. Se calcula que el 25% de los ACV mundiales se producen en menores de 65 años y que los casos de pacientes jóvenes que los sufren se encuentran en incremento.
“El cerebro tiene aproximadamente 120 millones de neuronas y en situación de ACV se pierden casi 2 millones de neuronas por minuto. Esa persona, por hora no atendida, envejece casi 10 años”, manifestó el Dr. Adolfo Savia, Jefe del Servicio de Urgencias del Sanatorio Anchorena.
“Por eso es muy importante que el paciente reconozca los principales síntomas del ACV, ya que el tiempo es determinante para que reciba atención médica oportuna. Entre más rápido solicite atención médica, mejor responderá a los tratamientos y aumentará las posibilidades de reincorporarse a su vida normal. Se trata de una patología 'tiempo-dependiente', donde no es cuestión de aplicar más o nuevos medicamentos sino de aplicar rápidamente los procedimientos médicos necesarios para evitar la pérdida neuronal”, agregó el médico emergentólogo.
Así, “la clave radica en reducir el tiempo de diagnóstico del paciente para decidir el mejor curso de acción y consecuentemente, mejorar la tasa de sobrevida y las probabilidades de recuperación”, concluyó el Dr. Savia, que recordó que “en el 70% de los casos el paciente se salva de la muerte, pero sus secuelas suelen ser severas”.
Existen dos tipos de ACV
El Dr. Julio Fernández, neurocirujano del Hospital Padilla de Tucumán, explicó cuáles son los dos tipos de ACV que existen.
·        Ataque cerebrovascular isquémico: es la causa más frecuente y se produce cuando un vaso sanguíneo que irriga sangre al cerebro resulta bloqueado por un coágulo de sangre, produciendo un infarto cerebral.
·        Ataque cerebrovascular hemorrágico: se produce cuando un vaso sanguíneo de una parte del cerebro se debilita y se rompe. Esto provoca una hemorragia en el cerebro que daña a las células del mismo, matándolas. Es menos frecuente, pero más letal.
“En general el isquémico se da en entre el 80 y el 85% de los casos, siendo el hemorrágico el de menor incidencia con un 15 a 20% de ocurrencia. La mortalidad en un Ataque Cerebro Vascular supera el 14% a los 30 días isquémicos, un paciente que tuvo la patología tiene un 26% de repetir el cuadro en los primeros 5 años y el 39% en los 10, si no modifica su estilo de vida”, precisó Fernández.
Según explica claramente el Dr. Zimerman, de Ineco, existen tres signos principales del ACV que pueden detectarse en el cuerpo a simple vista, que pueden resumirse en un “HaBraSo” y que implica prestar atención al habla, a los brazos y a la sonrisa.
“Si el paciente habla con dificultad, pronuncia frases incompletas o le cuesta articular su discurso, podría tratarse de un síntoma de ACV. También, si la persona levanta ambos brazos hacia adelante y uno de ellos cae; o bien, si sonríe de forma asimétrica –es decir, si las dos mitades de su sonrisa se perciben 'desparejas'- existe la posibilidad de que el paciente corra riesgos de padecer un ACV”, precisó el especialista.
Y agregó: “Entre las secuelas más comunes del ACV se encuentran las que comprometen distintos dominios neurológicos afectando la motricidad, la sensibilidad, el habla, el lenguaje, la deglución, la vista, las funciones cognitivas y el ánimo, entre otras. Por otra parte, 18% de los casos vuelve a padecer un nuevo ACV después del primer año. Es por ello que los objetivos fundamentales en el tratamiento de estos pacientes radican en prevención de futuros episodios vasculares y conseguir la recuperación de los síntomas presentes”.
La Dra. María Valeria El Haj, Directora Médica de Vittal, describió cuáles son los signos de alerta que debemos tener en cuenta para llamar inmediatamente a un servicio médico de emergencia:
·        Entumecimiento o debilidad repentinos en el rostro, brazos o piernas (especialmente de un lado del cuerpo).
·        Confusión repentina.
·        Problemas para hablar o comprender.
·        Problemas súbitos para ver con uno o ambos ojos.
·        Dificultad para caminar, mareos, pérdida de equilibrio o coordinación de los movimientos.
·        Dolor de cabeza severo sin causa conocida.
“Gracias al reconocimiento temprano de los síntomas y la pronta búsqueda de atención médica, se pueden reducir considerablemente las posibilidades de muerte y discapacidad, es decir, se puede disminuir al mínimo la lesión cerebral aguda y maximizar las oportunidades de recuperación del paciente”, detalló la Dra. El Haj.
Finalmente, la especialista describió las principales acciones que debemos hacer a la hora de auxiliar a alguien que sufrió un ACV:
·        Acostar a la persona para que no se caiga, teniendo la precaución que sea sobre uno de sus lados.
·        Llamar rápidamente al servicio de emergencias, ya que es una Emergencia Neurológica.
·        No administrar ninguna medicación.
·        Recordar la hora de inicio de los síntomas.
El 90% de los casos son prevenibles
Los ACV se encuentran entre las enfermedades no transmisibles (ENT), las cuales representan más del 70% de las muertes a escala global. Se estima que 5.5 millones de personas murieron de un derrame cerebral en 2016. La prevención de los ACV se basa en el control que hagan las personas de los factores de riesgo del mismo. Y todos estos riesgos se pueden evitar en la mayoría de los casos, llevando adelante una vida sana.
El 90% de los ACV se asocian a factores de riesgo que son controlables y tratables: HTA (está presente en casi el 80% de los pacientes que sufren un ataque cerebral en la Argentina), colesterol elevado, diabetes (el 22% de quienes tienen un ACV son diabéticos), sedentarismo, obesidad, mala alimentación, y tabaquismo (el peligro aumenta entre un 50% y un 70% en fumadores, y el impacto es mayor en las mujeres), alcoholismo y fibrilación auricular, entre otros.
Sobre este tema preventivo sumamente importante, la Dra. Vanina Daniela Fernández Caputi, cardióloga de planta de ALPI Asociación Civil, indicó los factores de riesgo, controlables o modificables que una persona debe seguir para prevenir la aparición de un ACV.
·        Presión arterial: juega un rol crucial. En el ACV Hemorrágico, se encuentra en el 85% de los pacientes y en alrededor del 50 % de los isquémicos.
·        Dieta saludable: aumentar el consumo de verduras, frutas y productos lácteos bajos en grasa y grasa saturada reducida; evitar el consumo excesivo de sal y la baja ingesta de potasio para disminuir la presión arterial.
·        Consumo de alcohol: de manera leve a moderada.
·        No fumar: Es un factor potente de riesgo de ACV Isquémico (lo duplica), mientras que dicho riesgo aumenta de 2 a 4 veces para el ACV Hemorrágico.
·        Actividad física: se recomienda 150 minutos por semana de intensidad moderada (por ejemplo, una caminata rápida) o 75 minutos por semana de actividad aeróbica de intensidad vigorosa (por ejemplo, correr) o una combinación equivalente. ¡Siempre es mejor realizar cualquier tipo de actividad física que ninguna!
·        Uso de anticonceptivos orales.
·        Diabetes mellitus: es un factor de riesgo independiente de ACV, duplica el riesgo con una mortalidad del 20 %.
·        Obesidad (índice de masa corporal: Peso / Talla 2 > 30 kg / m2). OBESIDAD MÓRBIDA (IMC > 40 kg / m2). SOBREPESO (IMC entre 25 a 29 kg / m2). Los hombres que presentan una circunferencia de cintura > 102 cm y las mujeres con una circunferencia de cintura > 88 cm, están clasificados como obesos abdominales.
Factores de riesgo no modificables:
·        Edad.
·        Género: los hombres son más propensos a tener un ACV.
·        Herencia: tendencia familiar.
·        Antecedentes personales: aquellos que ya tuvieron un ACV, presentan un mayor peligro de volver a presentar otro episodio.
·        Arritmias: la presencia de fibrilación auricular, aun en ausencia de enfermedad valvular cardíaca, se asocia con un aumento de riesgo de padecer un ACV Isquémico de 4 a 5 veces.
·        Cardiopatías.
Una vez que se tuvo un ACV se debe focalizar el tratamiento para lograr la mayor independencia posible. La recuperación y la rehabilitación deben iniciarse cuanto antes, es decir, se debe volver a habilitar la función… RE APRENDER… para alcanzar nuevamente la reinserción familiar y social.
“Un ACV afecta a casi al 30 % de las personas mayores de 65 años y el riesgo de padecerlo se duplica en cada década a partir de los 65 años. También puede ocurrir en personas jóvenes con factores de riesgo”, resaltó la Dra. Fernández Caputi.
Y agregó: “En los mayores de 65 años, el 20 % de las personas es dependiente de terceros en sus actividades diarias hasta los 6 meses y el 46% tienen déficit cognitivo. Por lo tanto, un episodio de ACV no solo cambia la vida de la persona que la padece, sino también la de toda su familia y amigos”.
Ventana terapéutica para aplicar un tratamiento
Existe una ventana de tiempo, que en los últimos año se ha extendido, durante la cual se pueden implementar dos tratamientos fundamentales para evitar las secuelas.
“En un comienzo contábamos con una ventana de tres horas para tratar con éxito a un paciente con un ACV isquémico. Luego ese margen se amplió a 4,5 horas. Y más tarde – mediante trombectomía mecánica con stent – a 6 y hoy incluso podemos dar tratamiento exitoso luego de 16 o 24 horas de ocurrido el ataque, dependiendo de las características del ACV y del paciente”, expresó el Dr. Gabriel Persi, médico neurólogo, jefe del área de Enfermedades Cerebrovasculares de INEBA.
“Las primeras 24 horas al ACV son fundamentales (tiempo de ventana extendida para realizar tratamientos como trombolisis endovenosa o mecánica) ya que la atención debe ser inmediata para poder reducir al mínimo el daño cerebral y la posibilidad de secuelas y complicaciones a futuro”, afirmó la Dra. Marina Romano, Neuróloga consultora de Alcla, Clínica de Rehabilitación Integral.
¿Puede rehabilitarse después de un ACV?
“Sí, el cerebro tiene la capacidad de reponerse después del daño que genera un ACV (es lo que se llama Plasticidad Neuronal), por lo cual lo antes posible se comience la rehabilitación, mayor es la probabilidad de recuperación” comenta la Dra. Lilian Pérez, Jefa de Medicina Física y Rehabilitación en Alcla.
Y agregó: “De acuerdo a la magnitud de la lesión generada, van a ser las complicaciones y secuelas que presente la persona. La función de la rehabilitación es reducir al máximo dichas secuelas y llevar al paciente al mayor grado de independencia, es decir rehabilitar la función que se perdió, como por ejemplo: comer, hablar, caminar y todas aquellas actividades de la vida diaria”.
El Dr. Eduardo Silvestre, médico pediatra, Divulgador Científico de Grupo Medihome, puntualizó que el ACV a cualquier edad suele dejar secuelas, a veces severas. Si bien se puede dar a cualquier edad, la realidad es que a mayor edad, hay más riesgo de sufrirlo, y aumenta el predominio de los de tipo isquémico en las personas mayores. En los más jóvenes, predomina la ruptura de los aneurismas.
“La mayoría (61%) de las muertes por accidente cerebrovascular se producen en personas de 70 años o más. Los que tienen entre 50 y 69 años representan aproximadamente un tercio de las muertes, y los que tienen 49 años o menos representan colectivamente alrededor del 7%. En bebés, aunque muy infrecuente, los ACV están relacionados con problemas durante el embarazo o parto”, indicó el Dr. Silvestre.
Y agregó: “Es importante saber que 1 de cada 3 personas que lo sufren presentan secuelas graves, que requieren de cuidados especiales y de la asistencia de terceros por el resto de sus vidas. El tratamiento del ACV en el período agudo requiere, indefectiblemente, hospitalización. Pero es muy importante que el paciente pueda ser externado lo más pronto como sus condiciones clínicas lo permitan. El mejor lugar para recuperarse y hacer la rehabilitación es la propia casa del enfermo, con sus cosas, junto a sus afectos”. BP

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