La
trombectomía mecánica con stent permite tratar el cuadro 16 o hasta 24 horas
después del ataque, según las características del ACV y del paciente. Luego de
la recuperación, se debe aprovechar la neuroplasticidad para que la persona
logre reinsertarse lo antes posible a su vida social y laboral mediante la
neurorehabilitación.
El 29 de octubre se conmemora el
Día Mundial del Accidente Cerebro Vascular o ACV; una afección causada por la
pérdida súbita del flujo sanguíneo o bien por el sangrado cerebral, que pueden
producir la muerte de las neuronas al dejarlas sin oxígeno.
Generalmente el ACV no mata pero
sí es altamente discapacitante, ya que genera importantes limitaciones o
secuelas físicas, cognitivas y/o conductuales, por lo que su tratamiento rápido
es de vital importancia.
“En un comienzo contábamos con una
ventana de 3 horas para tratar con éxito a un paciente con un ACV isquémico.
Luego ese margen se amplió a 4 horas y media, más tarde – mediante trombectomía
mecánica con stent - a 6 y hoy incluso podemos dar tratamiento exitoso luego de
16 o 24 horas de ocurrido el ataque, dependiendo de las características del ACV
y del paciente”, explica el Dr. Gabriel Persi, médico neurólogo, Jefe del área
de Enfermedades Cerebrovasculares de INEBA.
Hoy en día los ataques cerebrales
son la primera causa de discapacidad y una de cada 6 personas en el mundo
sufrirá al menos un ACV en su vida. Desde el momento en que se da el infarto
mueren casi 2 millones de neuronas por minuto, y es por esto que el tiempo es
tan importante para mitigar sus consecuencias.
“En el país sucede un accidente
cerebro vascular cada 9 minutos y se estima que el 90% de las personas que
sobreviven a este tipo de ACV lo hacen con algún tipo de discapacidad, mientras
que un 50% requiere ayuda de otros para desempeñarse en sus actividades de la
vida cotidiana luego de pasar por una crisis de este estilo”, agrega el
especialista.
Las secuelas del ACV y
el papel de la neurorehabilitación
Las secuelas de los ACV tienen un
gran impacto en la calidad de vida de quienes lo sufren y en la de sus
familiares, con una consiguiente repercusión a nivel laboral y económico.
Implementar el tratamiento médico
dentro de las primeras horas de producido el ACV puede evitar o disminuir estas
secuelas, pero gran parte de los pacientes quedan con alguna de ellas por lo
que la única opción terapéutica para conseguir una mejoría funcional es la
neurorehabilitación.
La neurorehabilitación se basa en
la recuperación de la función afectada por el ACV. Es un proceso educacional
activo basado en la persona y su familia para conseguir la participación del
individuo en la sociedad, lograr el mayor grado posible de independencia y así
mejorar su calidad de vida.
“La recuperación después de un ACV
es dinámica y refleja la habilidad del tejido cerebral de adaptarse luego del
daño que se conoce como neuroplasticidad. Esta rehabilitación modula los
mecanismos de plasticidad influenciando positivamente el curso natural después
de un ACV con programas intensivos de rehabilitación que pueden promover y
estimular mejorando la función alterada. El cerebro aprende haciendo cosas por
lo que necesita permanentemente un estímulo”, explica la Dra. María Laura
Saladino, neuróloga y Coordinadora Médica de la Unidad de Neurorehabilitación
de INEBA.
La neuroplasticidad es tiempo
dependiente por lo que es mayor cuanto menos tiempo transcurre desde el
accidente y es por ello que debe realizarse en forma precoz, desde la etapa de
la internación, cuando la persona afectada se encuentra clínicamente estable”,
agrega la doctora.
Luego de un ACV no siempre se verá
afectada la función motora, limitando la actividad de la marcha o las
actividades de la vida diaria. También pueden afectarse otras funciones vitales
como el lenguaje o la deglución y pueden darse alteraciones cognitivas que como
la memoria y la atención, por lo que es importante que el abordaje del paciente
sea interdisciplinario, con profesionales especializados en cada área. BP
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