domingo, 28 de octubre de 2018

Hermelinda de Brabante, Santa

Virgen Reclusa, 29 de Octubre
Santa Tradicional - no incluida en el Martirologio Romano Actual
Etimológicamente: Hermelinda = escudo de los valientes, viene de lenguas germánicas.

Hermelinda fue una reclusa de finales del siglo VI, de la que posteriormente a su muerte, y con la veneración que le siguió a esta, se escribió una “vida” que, en rasgos generales dice que perteneció a una familia noble de Lovaina, emparentada con el Beato Pepino de Landen, predecesor de la dinastía carolingia.
Sus padres se llamaron Ermenoldus y Ermesendis (Witger llaman otros a su padre). Como mismo se dice de otros santos, desde su infancia destacó por su vida piadosa, aprendiendo los salmos de memoria, para repetirlos constantemente, uno tras otro. Sus padres planearon para ella un matrimonio ventajoso, pero al llegar a la mayoría de edad, Hermelinda les planteó que quería quedar virgen y vivir en soledad. Su padre accedió y le donó un terreno cerca de su pueblo natal, aunque allí no estaba a gusto en su soledad, por la cercanía de la gente.
Dos jóvenes nobles se pusieron de acuerdo para violarla, atraídos por su belleza. Sobornaron al sacristán de la iglesia para que les propiciara el encuentro, pero un ángel avisó a Hermelinda de que huyera de allí, si quería mantener el tesoro sagrado de su castidad. Ella buscó refugio en Meldert, Brabante, en medio de la soledad de una cueva. Aún así pronto fue conocida y tenida por santa, llegando a ser consultada por el mismo clero y nobles. Ayunaba permanentemente y vivía en constante oración y penitencia.
Murió en 590, pero nadie supo nada de su cuerpo hasta que muchos años más tarde pasó por allí un viajante, que vio unos resplandores entre los árboles, fenómeno que cesó al salir el sol, pero se mantuvo un agradable y desconocido aroma. A la noche siguiente regresó al mismo sitio, con la esperanza de que se repitieran los signos, como sucedió. Vendió todas sus propiedades y construyó una ermita para dedicarse a la oración y la penitencia. Se cree que haya descubierto el cuerpo de Hermelinda, que había sido “enterrado por los ángeles”. Se sucedieron las peregrinaciones, curaciones y milagros. Aún queda algo del antiguo culto en el sitio. En realidad todo es más sencillo: Un eremita ocupó la cueva que había tenido antes Hermelinda, de la que nada se sabía, este eremita propagó su devoción y con el tiempo se escribió esa “vida”. En Meldert, Bélgica, se guarda un relicario que procesiona los martes de Pentecostés.

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