¿Dar o recibir? Frecuentemente en nuestra vida nos encontremos ante este
dilema. ¿Dejar que mi hermano se sirva primero o servirme yo antes? ¿Ceder el
paso al coche que quiere cambiar de carril o meterme yo primero para ganar
tiempo? ¿Ofrecer mi ayuda en la parroquia o ver cuál es la que me ‘da más a mí’?
Cada uno tiene sus propios dilemas, muy personales, en los que tiene que
decidir, consciente o inconscientemente, si quiere dar o recibir. Pasamos horas
calculando cómo puedo ganar más. El peligro está en sólo pensar en cómo ganar y
vivir en una constante angustia, una profunda insatisfacción. Al final no
conseguimos eso que tanto buscamos: la paz del alma.
El Amor
de Cristo es gratis. ¿Quién te dio la oportunidad de escuchar sobre Cristo?
¿Quién decidió dónde nacer? ¿Por cuál mérito has visto su testimonio? “No se
comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el
encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a
la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Benedicto XVI, Deus Cáritas
Est). La verdad es que creemos en Cristo porque la Fe se nos ha dado, gratis.
No hicimos nada para merecerla. Fue Dios quien nos hizo nacer en una familia
cristiana, o quien de algún modo se ha revelado a nosotros.
“Habiendo
sabido que algunos de entre nosotros, sin mandato nuestro, os han perturbado
con sus palabras, trastornando vuestros ánimos, hemos decidido de común acuerdo
elegir algunos hombres y enviarlos donde vosotros, juntamente con nuestros
queridos Bernabé y Pablo, que son hombres que han entregado su vida a la causa
de nuestro Señor Jesucristo” (Hch 15,
24-26). Los Hechos de los Apóstoles nos hablan de Pablo y Bernabé, “que han
entregado su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo”. Gracias a su
generosidad los cristianos de Antioquia, Siria y Cilicia conocieron el amor de
Dios. Nosotros también hemos recibido la fe por medio de muchos apóstoles,
sacerdotes, religiosos, religiosas, y personas que han dedicado su vida al
nombre de Jesucristo. Hemos recibido su Amor, no por mérito nuestro, sino
totalmente gratis.
El Amor
de Cristo es gratis, pero es muy valioso. ¿Qué nos quedará al final de la vida?
No será tu dinero, ni tu fama. Mucho menos los placeres de ésta vida. Todo eso
se desvanece como humo. Como las nubes, pasa. Tus momentos de alegría, tus
risas, tus tristezas, tus lágrimas; todo eso pasará, pero el que haga la
Voluntad de Dios, quedará para siempre. Fuimos creados para amar. Al final de
la vida, lo único que queda es lo que has hecho por Amor a Cristo y a tus
hermanos. Pero nuestro corazón humano, para amar, necesita primero ser amado.
Necesitamos el Amor de Cristo. No podemos vivir sin Él. Sin Cristo, todo es tristeza,
todo parece difícil. Con Él todo es alegría, la carga se hace ligera y el yugo
suave. El Amor de Cristo es muy valioso.
Pero
¿cómo obtenerlo? ¿Cómo recibir su amor? Ése es el misterio de Cristo: es amando
como se recibe. Amor no es sentimiento, amor no es emoción. Amor es donación,
es entrega. Amor es dar, dar, dar, olvidarse de sí mismo, vivir para Cristo,
quien vive en los demás. Para recibir, hay que dar. Dale a Cristo tu confianza.
Dale tu Fe. Dale tu tiempo. Dale tus manos, tu esfuerzo, tu trabajo. Dale tu
amor, y ya verás, que Dios nunca se deja ganar en generosidad.
Es dando
como más se recibe. Dale a Cristo lo que te pida, y recibirás aquello que tanto
buscas: recibirás el único amor que puede llenar tu corazón. Haz la voluntad de
Dios, y recibirás la Paz del Alma. No hay amor más grande que éste: dar la vida
por sus amigos. Si quieres dar la vida por Cristo, haz su voluntad. ¿Cuál es la
voluntad de Dios? “Éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros”.
La Voluntad de Dios es que vivamos la Caridad. Sólo piensa: Tu vida tiene
sentido: amar a Cristo, llegar al cielo. Esto tiene que llenar tu alma de
felicidad, de una profunda paz, y de un gran celo por transmitirlo a los demás.
Hay
muchas personas cuyas vidas no tienen sentido. Viven en la oscuridad, en el
miedo. No saben para qué viven, y a ti se te ha dado gratis. El mayor acto de
Caridad es dar a Cristo. En esto reconocerán que son mis discípulos, en que se
aman los unos a los otros. “Lo que has recibido gratis, dadlo gratis”. En un
mundo tan agresivo, ¡Qué difícil puede ser, perdonar, hacer un acto de caridad,
ayudar a alguien que lo necesita, o incluso, hablarle a alguien sobre
Jesucristo! Pero no hay que tener miedo, Cristo está con nosotros hasta el
final del mundo, y miren: ¡Él ha vencido al mundo! AO
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