Ni que decir tiene que el hecho de que las bromas que
nos gastaremos los unos a los otros tal día como hoy se llamen inocentadas está
estrechamente relacionado con el día de los santos inocentes que conmemora la
matanza de los niños de Belén ordenada por el Rey Herodes para eliminar al heredero davídico de cuyo
nacimiento estaba informado por medio de los Magos venidos de oriente. Un episodio que, sólo nos narra el
evangelista Mateo.
Ahora bien, ¿por qué esas bromas se gastan en tal día de los inocentes como el que
celebramos hoy y no en cualquier otro día del año?
Lo primero que hay que decir es que tradición tal es
propia de los países hispanos, España desde luego, y todos o casi todos los que
pertenecen a la gran familia hispana de naciones. Y ello no sin excepciones
como Menorca, la pequeña y preciosa isla balear que por los años que pasó de
dominación británica, los que van del 1714 al 1782, tuvo tiempo de adherirse a
la costumbre anglosajona por lo que al día de las bromas se refiere, que
celebra con el nombre de “Dia
d’enganyar”. Y es que en los países de raigambre germánica y
anglosajona, la citada costumbre de las bromas se produce el 1 de abril, la que
en inglés se denomina la “April
Fools’ Day”. Una costumbre que pasa también a algunos países latinos
tales como Francia, donde se da en llamar el “Poisson d’avril” (“pescado de abril”), o Italia
donde se lo denomina el “Pesce
d’aprile” con idéntica traducción.
Pero volviendo a nuestro día de los inocentes que es
lo que aquí nos interesa, la costumbre bien podría estar relacionada con una
fiesta que aún se celebra en algunos lugares de España, cual es la “Fiesta del obispillo”. Una fiesta
que parece remontarse a la edad media, -aunque por lo que a su aspecto
bromístico podría hundir aún más su raíces en las llamadas “libertates decembricae” romanas-,
consistente en la investidura burlesca de un niño de la escolanía de la
catedral como obispo, depositando en él la autoridad. La larga celebración comenzaba
el 6 de diciembre, día de San
Nicolás -santo que se halla, por cierto, detrás de ese icono navideño
que es Santa Klaus (“Santa” directamente en los
Estados Unidos), Saint Nicklaus en
origen, y que está estrechamente vinculado desde el inicio a los niños y a los
regalos infantiles-, y finalizaba precisamente el 28 de diciembre, día de los
inocentes en el que tenía lugar la apoteosis de las bromas.
La fiesta se habría celebrado en muchos lugares de
Europa, -sería el “Obispo de
los locos” en España; el “Episcopus puerorum” y el “Abbas stultorum” en Francia; el “Obispo dei pazzi” en
Venecia; el “Boy bishop” en
Inglaterra- aunque sólo en España habría terminado asociada a las inocentadas
que celebramos hoy, mientras en el resto de los países europeos su tradición
habría decaído frente a la comentada más arriba del primer día de abril. LA
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