Investigadores
del Conicet junto con la Universidad de Connecticut (UConn Health) y el
Hospital Universitario Jena, de Alemania, descifraron el rol central que tiene
la proteína Galectina 1 para generar la septicemia, enfermedad que genera 11
millones de muertes anuales en el mundo.
“El
gran problema con la septicemia no es de las bacterias en sí mismas, que son
captadas por células del sistema inmunológico e intentan contenerlas; la
pregunta es por qué la respuesta inmunológica no es controlada y daña los
tejidos al punto de que la gente se muere de una falla sistémica de todos los
órganos”, explicó a Télam el doctor en Ciencias Químicas, Gabriel Rabinovich,
uno de los autores de la investigación publicada en la revista Nature
Inmmunology.
La
proteína G1
El investigador
del Instituto de Biología y Medicina Experimental (IBYME, CONICET-FIBYME), y
director del equipo, junto con Santiago Méndez Huergo, becario de posdoctorado
y el investigador Juan Manuel Pérez Sáez, fueron los autores argentinos de esta
investigación, que descubrieron el “rol clave que tiene la proteína G1 en el
desarrollo de la sepsis”.
En diálogo
con Télam, Rabinovich, explicó que “la septicemia es una
infección sistémica, grande, iniciada por una bacteria que inyecta
lipopolisacáridos, y se resuelve cuando está confinado localmente; pero cuando
pasa a la sangre es mucho más difícil de controlar y esto causa muchísimas
muertes por fallas sistémicas multiorgánicas. La mayor causa de muerte que hay
en los hospitales y en las terapias intensivas son por septicemia, muchas
surgen por infecciones intrahospitalarias con bacterias resistentes a los
antibióticos”, indicó Rabinovich.
De ahí surge la
necesidad de buscar terapias o tratamientos alternativos a los antibióticos. “Después de 5 años de trabajo con Vijay
Rathinam (Departamento de Inmunología de la UConn Health), descubrimos que la
G1 es como una llave maestra, es una proteína clave que modula el sistema
inmune. En los tumores suprime la respuesta inmunológica, pero en la sepsis la
amplifica y es una de las primeras olas de un tsunami”, reveló el director del
IBYME.
Desde 1993
Rabinovich trabaja estudiando la Galectina, “identificamos el rol clave de esta
proteína en el sistema inmune y caracterizamos su función en el cáncer. Nosotros
publicamos ya la función de la G1 en tumores como un mecanismo de evasión del
sistema inmunológico y diseñamos anticuerpos para bloquearla”, dijo el
investigador.
El
mecanismo de la sepsis
Cuando Rathinam
contactó a Rabinovich le dijo que se encontraba trabajando en un tipo de
inflamación más aguda y le propuso investigar con ellos qué función jugaba en
ese proceso la G1 ya que la había encontrado en unas células llamadas
macrófagos cuando eran infectados por bacterias responsables de la sepsis. En
estos años de investigación conjunta, descubrieron que “cuando la bacteria
ingresa al macrófago (primera célula con la que se encuentra), se activa un
complejo molecular de circuitos (el inflamasoma) que activa a su vez una
proteína llamada Gasdermina. Esta proteína es central porque hace poros en la
membrana, por donde se liberan alarminas, que alarman al organismo que algo
está sucediendo. La G1 es parte de esta familia y se liberan a pulsos muy
altos”, detalló el científico sobre el proceso que se produce en el organismo
cuando ocurre una sepsis. Y, continuó, la
G1 alerta sobre el comienzo de dicho proceso inflamatorio: “La G1 de acuerdo al
contexto donde se halla, actúa como inhibidora o amplificadora; en la sepsis
activa la llegada de citoquinas, que causa inflamación en pulmones, intestinos,
riñones”.
Los
anticuerpos monoclonales
Los
investigadores utilizaron anticuerpos monoclonales, ya probados para bloquear
esa proteína en casos con cáncer, y lo inyectaron a los ratones con sepsis: “Ahí
vimos que la bacteria no era capaz de generar la inflamación, porque la G1
estaba bloqueada. En
esta etapa pre-clínica, validada en dos laboratorios diferentes, demostramos
que si bloqueamos la G1 se pueden evitar muertes de ratones por septicemia;
luego, se puede probar en animales más grandes y como todo fármaco,
posteriormente, en etapa clínicas para validar fases clínicas en pacientes”,
reveló el científico.
Orgulloso del
trabajo de su equipo y de la colaboración activa, agregó que desde el Hospital
Jena de Alemania proporcionaron una cohorte de plasma de pacientes con
septicemia de la unidad de Terapia Intensiva, donde también se verificó la
presencia de altos índices de G1 en comparación con individuos normales. BP
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