Nuestra
memoria es como un gran armario con tres cajones en los que guardamos distintos
tipos de información. Para encontrar y recuperar rápidamente nuestros recuerdos
cuando los necesitamos debemos mantener ordenados y activos esos tres archivos
cerebrales.
¿Sabías que tenemos distintos tipos de memoria diferentes y que para sacar
todo el potencial de cada una de ellas es importante cuidarlas mediante
ejercicios y recordando diferentes sucesos? «Así obligamos a trabajar a nuestras memorias,
desechando la información que no nos interesa y dando paso a guardar aquella
que realmente es importante para nosotros», señala el docente, pianista y
musicólogo Pedro López, fundador y director ejecutivo (CEO) de Liceum
Gimnasios de la Mente, Madrid (España).
Su empresa cuenta con un equipo de profesionales en Pedagogía, Psicología y
Neurología, que diseñan y ofrecen una serie de actividades para distintas
edades destinadas a desarrollar nuestras capacidades cognitivas, creatividad e
inteligencias múltiples, en lo que se conoce como gimnasia mental o ejercicio
intelectual. Uno
de sus lanzamientos más novedosos es el canal 'Mente en forma', un servicio de
gimnasia mental accesible a través de 'apps' como WhatsApp o Telegram.
Los
tres cajones de la retentiva
Según López, un
buen paralelismo para entender cómo funciona nuestra memoria es imaginarla como
un gran armario en el que cada cajón guarda una información distinta: la
memoria trabajo u operativa, la memoria a corto plazo y la memoria a largo
plazo. «Resulta
clave mantener ordenado y activo cada uno de esos cajones para que, cuando
necesitemos una información determinada, se encuentre disponible y accesible
rápidamente», asegura. «La memoria es un
proceso complejo. Simplificándolo, podríamos decir que para que un recuerdo se
guarde en uno de estos tres cajones, en primer lugar, hace falta poder prestar
atención a los estímulos del medio que nos llegan principalmente a través de
nuestros sentidos», señala López a EFE. «Aunque los
estímulos también pueden venir de nuestra imaginación, por ejemplo, cuando
alguien crea una melodía y la tararea para sí», añade. «Una vez que prestamos atención a un estímulo, nuestra
memoria comienza a trabajar sobre él. En este caso, estamos hablando del primer
cajón, memoria de trabajo», explica. Señala
que, en este punto, la huella del recuerdo es muy fina y hace falta elaborar y
trabajar sobre ella para que el recuerdo pueda pasar al segundo cajón, nuestra
memoria a corto plazo. «Si la persona
dedica más tiempo a este recuerdo y accede a éste en varias ocasiones, el
recuerdo se fortalecerá. También ayuda a fortalecerlo que le demos un
significado, le asignemos una historia, o que usemos una herramienta muy
potente para la memoria, como es la emoción», indica. «Si la información entrante recibe la suficiente
atención y se ve fortalecida por la emoción (carga emotiva), la recuperación
(recuerdo) y el significado (historia), entonces estará lista para pasar al
gran cajón que es la memoria a largo plazo», destaca. López explica qué tipo de información se almacena en
cada uno de los cajones de la memoria y como mantenerlos activo entrenándolos
con la gimnasia mental más adecuada.
Memoria
de trabajo
En este 'cajón', puerta de entrada a las memorias más duraderas y presente
en las actividades diarias, encontramos la información en su estado puro,
esperando a ser descartada o pasar al cajón de la memoria a corto plazo, según
López. Señala
que es la memoria que utilizamos cuando repetimos mentalmente la contraseña de
la wifi que nos dan en una cafetería antes de introducirla en el teléfono.
«Es muy frágil, por lo que si nos interrumpen a
mitad de esta tarea perderíamos parte o el total de la información. Si nuestro
acompañante nos pide el azúcar puede que tengamos que volver a preguntar la
clave», asegura.
Cómo
entrenarla. López recomienda
preparar recetas de cocina elaboradas, como 'ese estofado de la familia' que ha
pasado de generación en generación y para el cual debemos tener accesibles los
ingredientes y el orden en el que debemos añadirlo para conseguir que nos quede
bien la receta. «Para
esta receta necesitamos mantener en nuestra mente los pasos que dimos y los que
nos quedan para finalizar», recalca.
Otra forma de ejercitar esta memoria «es conversar con personas con las que
no hablamos habitualmente, lo que nos obliga a mantener la atención para ir
siguiendo adecuadamente la conversación, reteniendo todo lo dicho», según este
experto.
Memoria
a corto plazo
Aquí se guarda
la información que almacenamos recientemente, como los eventos que ocurrieron
hace unas horas. Un ejemplo sería recordar las actividades realizadas el día
anterior o cuánto nos costó una prenda que compramos esta semana, precisa. «Esta memoria dura un poco más que la
anterior y actúa de filtro, ya que parte de la información que guarda se
mantendrá al cabo del tiempo, pero otra se perderá. No podemos retener toda la
información de lo que ocurre a nuestro alrededor. Nuestro cerebro necesita
olvidar aquello que no sea importante», asegura.
Cómo entrenarla.
López aconseja
intentar responder a estas preguntas del día a día:
· ¿Qué comí ayer?
· ¿Qué ropa me puse el lunes pasado para salir a la calle?
· ¿Cuál es el último libro que leí?
· ¿Qué hice el fin de semana pasado?
· ¿Qué cené el miércoles pasado?
· ¿Cuál fue la última película que vi?
· ¿Cuál fue el último mar en el que me bañé?
Memoria
a largo plazo
Es la memoria
consolidada que nuestro cerebro 'considera' lo suficientemente importante como
para que perdure en el tiempo. En ella guardamos información general y de
nuestra historia de vida. Según
López, se trata de un gran cajón, en el que se guardará durante un periodo de
días, meses, años o décadas. «Allí es más
probable que se guarden aquellas informaciones que son útiles para obtener una
recompensa o nos permiten evitar algo desagradable. Es la memoria que nos
recuerda llevar las llaves al salir de casa, tras la experiencia de haberlas
olvidado dentro y tener que pagar una factura al cerrajero para que nos abriera
la puerta, por ejemplo», señala.
Cómo
entrenarla. El experto sugiere ejercitar esta memoria recordando fechas importantes
para cada uno de nosotros, como cumpleaños de seres queridos o aniversarios. Otra forma de reforzarla consiste en tratar
de tener accesibles en nuestra mente los nombres de personas importantes,
preguntándose: ¿Soy capaz de nombrar 10 actores o actrices de la actualidad?, o
¿puedo dar el nombre y apellidos de 10 escritores que me gusten?
Entrenando
la memoria con los nombres
Pedro López
comparte con EFE un ejercicio de gimnasia mental para ayuda a
retener la información en el instante en que la recibimos. «Una situación que nos suele causar
conflicto es cuando nos presentan a una persona y descubrimos, minutos después,
que no recordamos su nombre. Es un buen momento para entrenar nuestra memoria»,
señala.
«Cuando estamos
en una presentación, necesitamos tomarnos unos segundos para prestar atención
al nombre de la persona que nos presentan. Algunos recursos útiles en ese
instante son repetir su nombre en la conversación, imaginarlo de forma escrita
y hacer preguntas de tipo ¿tu nombre lleva h?», sugiere.
«Otro consejo
práctico es utilizar el nombre de la persona en los primeros minutos de
conversación ('tienes razón Carlos...', 'estoy de acuerdo Marta...'), con lo
que nuestra mente confirma que la información es correcta y efectúa una
recuperación exitosa de la información, lo cual potencia la memoria», concluye.
BP
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