Ya celebramos hace unos días a los mártires de Alejandría que provocó el sucesor arriano de Atanasio en el exilio anterior del gran obispo; en este caso, la llegada del obispo Jorge en el año 356 provocó una nueva ‘purga’ de los partidarios de Atanasio, esta vez con una violencia aun mayor. Conocemos algunos episodios de esta persecución gracias, precisamente, a la obra ‘Historia de los Arrianos’, del propio Atanasio. En el capítulo 60 nos cuenta:
«Imitando las salvajes prácticas de los Escitas, se apoderaron del subdiácono Eutiquio, un hombre que había servido honorablemente a la Iglesia, y habiéndole causado heridas en la espalda con un látigo de cuero, casi al punto de muerte, lo obligaron a marchar hacia las minas; y no a cualquier mina, sino a las de Phano, que incluso para los asesinos condenados a muerte son tan duras, que no resisten muchos días. Y cuánto sería de irracional su conducta, que no permitieron ni siquiera que pasaran unas horas antes de que pudiera vestirse, sino que lo enviaron inmediatamente, diciendo: “si lo conseguimos, todos los demás hombres nos temerán, y se pasarán a nuestro partido”. Después de un breve intervalo, sin embargo, le fue imposible continuar el viaje hacia la mina a causa de sus heridas, y murió en el camino. Pereció alegre de haber merecido la gloria del martirio».
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