Oración por los enfermos
Señor
Jesucristo, que para redimir a los hombres y sanar a los enfermos quisiste
asumir nuestra condición humana; mira con piedad a todos los que están enfermos
y necesitan ser curados en el cuerpo y en el espíritu. Reconfórtalos con tu poder para que levanten su ánimo y puedan
superar todos sus males, y ya que has querido asociarlos a tu pasión redentora,
haz que confíen en la eficacia de su dolor para la salvación del mundo. Tú, que
vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Estuve
enfermo y fueron a visitarme San Mateo
25,36
El hermano enfermo no sólo tiene el derecho del cuidado
físico en su enfermedad, además tiene el derecho del cuidado y atención
espiritual. En efecto, un gran gesto de amor, una actitud de caridad, algo
importante que podemos hacer por un ser querido, o un hermano enfermo, es
ayudarle con nuestras oraciones y cuidados espirituales.
Del mismo modo, como cristianos debemos procurar en primer
lugar cuidar nuestra salud y la de nuestro prójimo. Nosotros somos creación del
Señor, por tanto patrimonio de Dios, entonces tenemos el deber de cuidarnos la
salud física y la del alma, y si padecemos alguna dolencia, aprovechar la
oportunidad de ofrecer los sufrimientos a Cristo.
El cuidado de la salud de los hombres requiere la ayuda de
sus hermanos, de sus familiares, de sus amigos, como también del resto de la
sociedad en la cual viven, a fin de lograr las condiciones de calidad de vida
que permiten crecer, estudiar, formar familia, formarse espiritualmente, como
alimentarse, vestirse, tener vivienda, trabajo y jubilarse o pensionarse. En
nuestra vida terrena, estamos expuestos a que nos sucedan cosas como algunas
enfermedades imprevistas y tenemos que padecer y en algunas ocasiones debemos
operarnos, si estas salen bien, alegrémonos y demos gracias a Dios, pero
sabemos que no siempre es así, si éstas salen mal, alegrémonos por esta
oportunidad de ofrecer al Señor, la oportunidad de ayudarle con la dulce carga de
la Cruz de Jesús.
Debemos sí tener cuidado de tener una actitud de excesivo
cuidado por conservar la salud, cuando ésta se interpreta como una señal de
egoísmo y falta de confianza en Dios. Recuerdo en mi juventud, cómo mi padre me
enseñaba la necesidad de cuidar el cuerpo de manera razonable, porque no
debíamos olvidar que es templo del Espíritu Santo. Entonces nos invitaba a la
vida sobria, sin excesos y lejos de todo lo nocivo para el cuerpo humano. Es
así, como la vida y la salud física son bienes preciosos confiados por Dios,
razón importante para cuidar a los enfermos, teniendo en cuenta sus necesidades
y la de los demás y el bien común.
También es bueno recordar, que el hermoso don de la vida está
en manos de Dios. En efecto, el hombre no es dueño de su vida ni de su salud y
perjudicarlas por desidia, falta de cuidado o negligencia es una ofensa a Dios.
Es así entonces, que no debemos ser indisciplinados con los buenos consejos
médicos, como por ejemplo no tomar los medicamentos recomendados o hacernos el
desentendido con ciertos síntomas que nos advierten de algún peligro de
enfermedad.
Me parece, que no debemos engañar a un hermano enfermo si
está cerca de la muerte, no estaría bien decirle que todo anda bien y que no
hay que preocuparse. Seamos misericordiosos con esto, ya que se trata de un
tiempo en que el enfermo debe aprovechar para prepararse al encuentro con el
Señor. Los últimos días de vida pueden ser decisivos para la vida eterna, es
cuando el hermano enfermo debe recibir los Sacramentos de Penitencia y
Reconciliación, esto es, la Confesión y la Comunión.
Yo tengo mi experiencia personal en esto, en una etapa de mi
vida durante 18 meses estuve acompañando a mi difunta esposa, la cual sufrió de
un cáncer irrecuperable, y así fue como estuvimos preparando las maletas para
su viaje a la vida eterna, en el momento que Dios lo dispusiera, y está grabado
por la eternidad en mi corazón el minuto cuando ella me sonrió y a los pocos
segundos partió en su viaje a la casa del Señor.
Por otra parte no dejemos de lado la Unción de los Enfermos,
ésta se debe recibir tan pronto se sepa que hay enfermedad, especialmente si es
grave, en todo caso se debe explicar que este Sacramento no es para pacientes
desahuciados, es para entregarnos en las manos de Dios y decir que estamos
abiertos a la curación, y dedicar este sufrimiento para llevar la cruz de la
enfermedad con gracia y para nuestro bien.
Como otro testimonio personal, en una ocasión, junto a un Tío
Presbítero, se la dimos a mi padre de 82 años, el cual estaba bastante mal y
temíamos por su vida, hoy nuevamente, se le ve sonreír, por continuar viendo a
diario su familia que el formó con los fundamentos de nuestra fe.
Oremos entonces con y por los hermanos enfermos, lo podemos
hacer con el rosario y otras oraciones y meditemos los mensajes del Señor en
las Sagradas Escrituras. Oremos a nuestro Padre Dios, pidamos por su Hijo
Jesucristo, y con nuestra Madre la Santísima Virgen María. PSADB
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