Desde el avance
de la pandemia por coronavirus, mucho se ha hablado sobre cómo el SARS-COV-2
puede afectar a los espermatozoides. En un estudio científico publicado en
enero de este año, especialistas sostuvieron que el virus puede, en algunos
casos, ser dañino para el tracto reproductivo masculino.
Tal estudio
había hallado que los hombres con coronavirus mostraban un aumento
significativo en la inflamación y el estrés oxidativo de los espermatozoides de
los pacientes más graves. El virus, en aquellos casos analizados, también había
impactado de manera negativa en la concentración, la movilidad y la forma de
los espermatozoides
Allan Pacey,
profesor de Andrología en la Universidad de Sheffield en el Reino Unido, había
explicado que el coronavirus puede impactar en el sistema reproductivo
masculino, porque los receptores ACE2 (los mismos que utiliza el virus para
acceder a los tejidos del pulmón), también se encuentran en los testículos.
Sin embargo,
aclaró que hay medicamentos que se usan para tratar la fiebre, el coronavirus y
la obesidad que también puede impactar en la calidad de los espermatozoides y su
conteo. Al respecto, reveló: “Sabemos que algunos virus como el Zika o el Ébola
pueden permanecer en los testículos durante un largo período, mucho después de
que el hombre se haya recuperado de ellos. Por lo tanto, debemos estudiar a los
hombres a más largo plazo para saber si este también es el caso de la COVID-19”.
Las
vacunas, ¿afectan la fertilidad masculina?
La buena noticia
es que no. A pesar de que el SARS-CoV-2 sí puede hacerlo en los casos de
hombres con cuadros graves de la enfermedad, las inoculaciones -por lo menos
con la Pfizer y Moderna- no repercuten en la fertilidad masculina. Así lo
aseguró un estudio científico publicado en la revista JAMA, que confirmó
que las vacunas no alteran el conteo de espermatozoides ni su calidad en
jóvenes saludables. Además, entre otras cosas, señaló que la COVID-19 no se
transmite por vía sexual.
Para llegar a
esa conclusión, los científicos analizaron las muestras de semen de 45 hombres
de entre 25 y 31 años, sin problemas previos de fertilidad. Las muestras se
tomaron antes de que se les aplicara la primera dosis de la vacuna Pfizer o
Moderna y setenta días después de la administración de la segunda dosis. Posteriormente,
se analizó el semen de los voluntarios a modo de determinar el ‘volumen de
esperma, la concentración, la motilidad y el conteo total de espermatozoides’.
Ranjith
Ramasamy, autor del estudio y director de Medicina y Cirugía Reproductiva
Masculina del Sistema de Salud de la Universidad de Miami, le dijo: “No
encontramos cambios en los parámetros del esperma en los hombres jóvenes y
sanos que estudiamos y que recibieron ambas dosis de la vacuna de ARNm”. No
obstante, aclaró que no se analizaron el efecto de las vacunas de Johnson &
Johnson ni la AstraZeneca (ambas fabricadas con adenovirus, es decir, que
utilizan otro virus diferente para transportar la proteína espiga), aunque no
estima que haya muchas diferencias. “Pensamos que el mecanismo de funcionamiento
de estas vacunas ARNm es bastante similar pese al material genético diferente,
por lo que -basados en la biología-, no creemos que haya nada diferente con las
otras dos vacunas”, sostuvo el autor de la investigación.
Por su parte,
David Cohen, codirector médico del Instituto de Reproducción Humana en Chicago
(que no participó de la investigación), confesó que la evidencia del estudio
científico es muy alentadora y tranquilizadora: “Ahora, sabemos con certeza que
el riesgo de que la inmunización comprometa el conteo de espermatozoides es
extremadamente bajo”.
Lo mismo sostuvo
Pacey: “Estos son datos tranquilizadores que sugieren que la calidad del
esperma no se altera significativamente al recibir dos dosis de una de las vacunas
de ARNm nuevas contra la COVID-19. Espero que esto brinde tranquilidad a
aquellos hombres que puedan estar preocupados por su fertilidad si aceptan uno
de estos tipos de vacunas”. BP
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