El estudio de los científicos del CONICET y de la UBA será útil para
modelar y predecir la abundancia de mosquitos adultos y la probabilidad de transmisión
de dengue en función de variables climáticas.
Las hembras de los mosquitos Aedes aegypti, transmisor del virus del
dengue, depositan sus huevos en contenedores y recipientes con agua. El ciclo
de vida del huevo a larva, a pupa y luego a mosquito adulto volador es de 8
días si las condiciones son óptimas.
Ahora, investigadores del CONICET y de la UBA determinaron el efecto que
la variación de nutrientes (provenientes de las plantas) en el agua de los
contenedores tiene sobre el desarrollo de las larvas.
«Nuestro estudio aporta datos que permitirán tener estimaciones más
realistas de los parámetros biológicos que se incluyen en los modelos de riesgo
epidemiológico de dengue», indicó Pedro Montini, responsable del estudio y
becario de CONICET en el Instituto de Ecología, Genética y Evolución de Buenos
Aires (IEGEBA), que depende de la UBA y del CONICET.
Estudios
de campo
La mayoría de los trabajos que estudian cómo la nutrición en la etapa
larval afecta al éxito de Aedes aegypti durante su ciclo de vida se hacen con
alimento artificial, y luego esos resultados se utilizan para modelar y
predecir la abundancia de mosquitos adultos y la probabilidad de transmisión de
dengue en función de variables climáticas.
Pero esta vez, en lugar de recrear los nutrientes del agua a nivel de
laboratorio, los autores del trabajo se propusieron realizar la colecta de ‘detritos’
o nutrientes a partir de hojas, flores, semillas y otros elementos recogidos en
campo, en patios y jardines de diferentes viviendas.
«Esto nos permitió representar la variabilidad natural de los detritos
tanto en su calidad como en su cantidad», afirmó Sylvia Fischer, también autora
del trabajo e investigadora del IEGEBA y del Departamento de Ecología, Genética
y Evolución de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN) de la UBA.
La cría de larvas también la realizaron en campo, en recipientes
colocados a la intemperie, y recién una vez que emergían los adultos éstos eran
trasladados al laboratorio para medir su tamaño corporal.
Montini y Fischer comprobaron que las variables biológicas analizadas
(supervivencia, tiempo de desarrollo y tamaño de los adultos) no fueron tan
distintas en recipientes con una exposición reciente (28 días) y una exposición
prolongada a la intemperie (70 días).
Por otra parte, los investigadores vieron que en los tratamientos con
alimentación natural la supervivencia de las larvas fue relativamente alta y
similar a aquella obtenida en el grupo control con condiciones óptimas de
alimentación artificial (por ejemplo, con niveles adecuados de levadura).
El tamaño corporal de las hembras fue la variable en la que se observó
un mayor efecto del tipo de alimento. «Aquellas que recibieron tratamientos con
alimentación natural tuvieron una mayor variabilidad y tamaños más pequeños que
las hembras del control con levadura», destacó Montini.
El tiempo de desarrollo no se vio afectado tan claramente por el tipo de
alimento (natural o levadura), sino que se vio afectado por la cantidad total
de detritos acumulados durante el estudio. «En los recipientes con menores
cantidades de detritos, además de los larguísimos tiempos de desarrollo,
también se registró una gran variabilidad entre los individuos de un mismo
recipiente», puntualizó Fischer.
Otro aspecto que se deriva de este estudio, aseguraron los
investigadores, y que puede ser importante para el diseño de campañas de
comunicación es que «los recipientes con una exposición reciente a la
intemperie, en la mayoría de los casos, pueden producir mosquitos Aedes aegypti
en forma similar a los recipientes con una exposición prolongada, lo que
implica que el control debería realizarse sobre recipientes de ambos tipos».
«Los resultados de este trabajo confirman los de estudios previos: este
mosquito es capaz de aprovechar con éxito una amplia gama de condiciones en los
sitios de cría, incluyendo agua relativamente limpia y agua que contiene
abundante materia orgánica», concluyó Montini. El estudio fue publicado en la revista Medical
and Veterinary Entomology. BP
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