Nuestros hermanos protestantes encuentran
dificultad para comprender cómo es que nosotros los católicos podemos llamar a
María con el título de “Madre de Dios”. Pues cómo Dios, que es el creador de todo el universo,
puede tener una madre. ¿Cómo
debemos entender nosotros los católicos este título? Vamos a
descubrirlo.
Nombrar a Nuestra Madre como la “Madre de Dios”,
es ya una tradición bien conocida entre los fieles. En el Avemaría lo mencionamos frecuentemente al decir: “Santa María,
Madre de Dios”, ruega por nosotros pecadores.
María es la Madre de Jesús, el Hijo de Dios, la
Segunda Persona de la Santísima Trinidad y
así lo constatan los Evangelios. De modo que con esto no queremos decir que María engendró a Dios Padre, sino a
Cristo, el Hijo del Altísimo. El ángel Gabriel así se lo manifestó
a nuestra Señora cuando le dijo: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder
del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo
y será llamado Hijo de Dios”
(Lc 1, 35).
María concibió en sus entrañas por obra del Espíritu Santo y dio a luz a su
Hijo. Ese Primogénito es verdadero Dios y verdadero Hombre. Si María dio a luz a Cristo, y Cristo es
Dios, entonces María debe y con mayor razón puede ser llamada con derecho Madre
de Dios, quien con su sí, nos trajo al Emmanuel es decir: al “Dios con
nosotros”.
El Catecismo de la Iglesia Católica nos
dice: […] En efecto, aquél que
ella concibió como hombre, por obra del Espíritu Santo, y que se ha hecho
verdaderamente su Hijo según la carne, no es otro que el Hijo eterno del Padre,
la segunda persona de la Santísima Trinidad. La Iglesia confiesa que María es
verdaderamente Madre de Dios [Theotokos] (cf. Concilio de Éfeso, año 649: DS,
251) (CEC 495).
Es cierto que María sólo
otorgó a Jesús su condición humana y no la divina. Pero también, es cierto que
dio a luz a una persona divina. Y es que este niño, que es Cristo,
fue procreado por el Padre en su forma divina y de María Virgen vino su
humanidad. Es decir, Jesús en su
persona divina existe desde toda la eternidad y obtiene su forma de naturaleza
humana en el momento en que es concebido en el seno virginal de María.
Esta unión en Cristo de sus dos naturalezas (la divina y la humana) se
conoce como “unión hipostática”. Por
lo que el hecho de que María sea Madre de Dios avala que Jesús es verdadero
Dios y verdadero Hombre.
Es en el Concilio de Éfeso que se llevó a cabo en
el año 431, es en donde se proclamó de manera oficial este título a María como
la Madre de Dios. Aquí un extracto de esa
declaración:
“Desde un comienzo la Iglesia enseña que en Cristo hay una sola persona, la
segunda persona de la Santísima Trinidad. María no es solo madre de la
naturaleza, del cuerpo pero también de la persona quien es Dios desde toda la
eternidad. Cuando María dio a luz a Jesús, dio a luz en el tiempo a quien desde
toda la eternidad era Dios. Así como toda madre humana, no es solamente madre
del cuerpo humano sino de la persona, así María dio a luz a una persona, Jesucristo,
quien es ambos Dios y hombre, entonces Ella es la Madre de Dios”. DARM
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