Después de la Ascensión ya no va a ser Jesús el que anuncie
la Buena Nueva. Ahora nos toca a nosotros, sus discípulos, hacerlo. Los
Sacerdotes predicando (sobre todo) con la palabra, los laicos predicando (sobre
todo) con el ejemplo, los padres de familia predicando con la palabra y el
ejemplo.
Después de la Ascensión ya no va a ser Jesús el que
compadezca a los pobres y lo enfermos. Ahora nos toca a nosotros.
Después de la Ascensión ya no va a ser Jesús el que
multiplique los panes y los pescados para alimentar a las multitudes. Esa es
ahora nuestra tarea, multiplicando nuestros esfuerzos para dar de comer sino a
las multitudes, por lo menos a los pobres que podamos.
Después de la Ascensión ya no va a ser Jesús el que cuide a
sus ovejas. Ahora nosotros tenemos que velar por ellas, especialmente por
aquellas (el cónyuge, los hijos, los hermanos, los trabajadores) que Dios nos
ha encomendado a cada uno.
Después de la Ascensión a nosotros nos toca ser la voz de
Jesús para alentar y consolar. Sus manos para tenderlas a todo el que necesite
ayuda. Sus pies para llevarlo a donde no lo conocen.
Después de la Ascensión: ¡No podemos quedarnos mirando al Cielo! KA
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