El Papa Juan Pablo II dijo: “El Rosario es mi oración predilecta.
¡Plegaria maravillosa! Maravillosa en su sencillez y en su profundidad”. (JPII,
29 Oct. 78) Comenzó a rezarlo desde joven y nunca lo dejó. Él mismo nos cuenta
que el Rosario le acompañó en momentos de alegría y de tribulación, y que en él
encontró consuelo y le confió sus preocupaciones.
No tan sólo el testimonio de Juan Pablo II y de muchos otros Papas y Santos
nos exhortan a rezar el Rosario todos los días, sino la misma Virgen María se
ha ocupado en diversas ocasiones de pedirnos recurrir a esta forma de oración
contemplativa, especialmente para pedir por la paz del mundo.
Desde mi adolescencia tengo el hábito de rezar el Rosario todos los días,
pero debo confesar que a veces
caigo en la rutina: no siempre lo rezo bien. A aquellos a
quienes les pasa lo mismo que a mí, quisiera compartirles algunos elementos que
me ayudan para tratar de rezarlo mejor cada día.
8
consejos para rezar mejor el Rosario
Entre los 8 consejos hay actos, actitudes y reflexiones. Los he ido
extrayendo de documentos de la Iglesia, sobre todo del Papa Juan Pablo II, de
conversaciones con personas que disfrutan mucho el rezo del Rosario y de mi
propia experiencia.
1. Antes de iniciar el Rosario es provechoso guardar unos segundos de silencio para tomar
conciencia de lo que vas a hacer y así
rezarlo con devoción, no mecánicamente. Adoptar la actitud del hijo que
se acerca con mucho cariño a su Madre del cielo y decirle algo así: Aquí me
tienes de nuevo, María, quiero estar un rato contigo, mostrarte mi afecto,
sentir tu cercanía; quiero que me ayudes a conocer mejor a Tu Hijo, que me
enseñes a rezar como Él y a parecerme cada día más a Él.
2. Durante unos minutos o durante
todo el rezo del Rosario puedes tener
delante una imagen de la Santísima Virgen que te recuerde a la que
está en el cielo. A partir de la imagen perceptible con los sentidos, trae a la
memoria a tu Madre del cielo y ponte espiritualmente en Sus brazos.
3. Recuerda que el Rosario consiste en meditar y contemplar los principales episodios de la vida de Cristo
para conocerlo, amarlo e imitarlo. Mientras rezas las diez Avemarías de cada misterio como si fueran
una melodía de fondo que tranquiliza y serena, centras tu oración en Cristo, su
vida, sus enseñanzas. Los misterios del Rosario son como un compendio del
mensaje de Cristo. Cada misterio tiene sus gracias especiales, grandes temas en
qué meditar, grandes enseñanzas. Meditar en los misterios de la vida de Cristo
nos ayuda a crecer en nuestra configuración en Él. No es un simple ejercicio
intelectual, sino un encuentro vivo con Cristo, pues por las virtudes
teologales podemos entrar en contacto real con Cristo.
4. “Contemplar
con María el rostro de Cristo” (RVM,
3). Ponte al lado de María junto con Ella recuerda a Cristo. Si rezas así el
Rosario, verás que algo sucede en tu alma mientras lo rezas. Experimentas la
presencia de María que te dice que Ella está allí, siempre a tu lado, te
abraza, te enseña a contemplar a Jesús. Durante el Rosario, María trabaja de
manera especial en tu alma, modelándola conforme a la imagen de Jesús. Ella es
quien nos conduce de modo más seguro a Cristo y lo hace no sólo con su ejemplo
sino con una acción espiritual, profundamente eficaz. Cuando María y el
Espíritu Santo trabajan juntos, forman una mancuerna realmente poderosa.
5. Rezar
el Rosario es rezar desde el corazón de María. “Aprende
de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y la profundidad de su
amor”. (RVM 1) María es modelo insuperable de contemplación. A partir de la
experiencia de María, el Rosario es oración contemplativa; es entrar a la
escuela de oración de la Virgen María. Nos enseña mostrándonos a Jesús y
permitiéndonos ver cómo ella los vive interiormente.
6. Ten siempre presente que el
Rosario es un arma poderosa. Rezándolo con esta certeza de fe,
obtenemos abundantes gracias a través de las manos de María. La paz del mundo
es una intención particularmente querida por María. Otra intención muy especial
y que, como dice Juan Pablo II, requiere hoy “urgente atención y oración”, es
la familia.
7. Es una oración que ayuda
a unificar e integrar toda la vida y a ponerla en manos de Jesús y María, pues a lo largo de los
misterios del Rosario podemos ir poniendo en sus manos las personas que más
llevamos en el corazón, la familia, los amigos, la Iglesia, la nación, la
humanidad, la misión, el trabajo, las preocupaciones e intenciones personales.
8. El hábito de rezar el Rosario todos los días es un modo de asegurar un contacto diario con
la Virgen María, de expresarle todo tu afecto, veneración y gratitud.
Es bueno tratar de rezarlo cada día mejor, con más atención, disponiéndote con
las actitudes correctas, meditando mejor, poniendo más amor. ES
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