Los sinaxarios y menologios bizantinos reportan que era de vida austera, y dedicaba gran tiempo a la oración; dejó el mundo y se retiró a un monasterio situado al pie del monte San Asencio, en Calcedonia, sobre el Bósforo, que luego tomó el título de su sobrenombre «Triquinas». Este apelativo, que significa «peludo», le fue dado a Teodoro a causa de la túnica de largos pelos que constituía su única vestimenta. En breve tiempo su santidad le obtuvo el don de expulsar demonios y obrar milagros.
Después de su muerte, ocurrida en una fecha imposible de establecer, su tumba devino lugar de peregrinación, sobre todo porque del sepulcro se destilaba un ungüento milagroso que tenía el poder de curar enfermedades. Los sinaxarios bizantinos lo colocan el 20 de abril; en Occidente el culto de san Teodoro Triquino fue completamente desconocido hasta el siglo XVI, cuando el docto hagiógrafo Card. Baronio lo introdujo en la primera edición del Martirologio Romano, con fecha 24 de abril, aunque en la actualidad es celebrado el día 20.
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