Texto del Evangelio (Lc 9,57-62): En aquel tiempo, mientras iban
caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le dijo:
«Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del
hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro dijo: «Sígueme». El
respondió: «Déjame ir primero a enterrar a mi padre». Le respondió: «Deja que
los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios».
También otro le dijo: «Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los
de mi casa». Le dijo Jesús: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia
atrás es apto para el Reino de Dios».
Comentario del Evangelio
Hoy seguimos viajando con
Jesús hacia Jerusalén. Por el camino, después de sufrir el rechazo de un pueblo
de samaritanos, salen al encuentro varias personas que quieren seguir al
Maestro. Aparentemente Jesucristo impone condiciones muy duras. ¡Quizá no sea
tanto!
—¿No será que la misma vida
tiene sus exigencias? ¿Quién tiene ‘guarida’ eterna en esta vida? ¿No es cierto
que a veces perdemos el tiempo con ‘cosas de muertos’, es decir, cosas
inútiles? ¿Puede uno lanzarse a formar una familia, una empresa… y luego
echarse para atrás?
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