Parece rápido y efectivo: se
escucha al paciente, se realiza un diagnóstico y se receta un antidepresivo, un
ansiolítico. Los pacientes mejoran, pero no hablan. O hablan
poco. Es como poner una venda en una herida, la tapa pero no la cura.
Sin desmerecer el valor de ciertos fármacos en el
tratamiento de algunas afecciones severas de salud mental, expertos aseguran
que la terapia hablada para tratar los trastornos más comunes como la ansiedad
o la depresión sigue siendo la mejor opción para confrontarlos.
En el tratamiento de salud mental, dicen las guías de
la American Psychological Association (APA), no se pueden tomar atajos:
recurrir directamente a la receta del medicamento antidepresivo es una solución
de corto plazo.
Ocurre a menudo en sistemas de salud saturados, con
médicos especialistas o terapeutas que simplemente no tienen tiempo para
terapias prolongadas. Sin embargo, en el campo de la terapia, la atención
individualizada y hablada es crítica. Las palabras y frases que se eligen no
solo sirven para comunicarse con el terapeuta, sino para que el especialista
pueda dilucidar lo que hay detrás de la experiencia de ansiedad o depresión del
paciente.
Expertos apuntan que iniciar el abordaje usando la
terapia conductual, y las sesiones enfocadas en el diálogo y la palabra, y
eventualmente de ser necesario combinar con medicación, es un camino más largo,
pero más exitoso.
Concretamente la APA recomienda una lista extensiva
para el tratamiento de la depresión en adultos, entre ellas:
Terapia conductual. Enfocada
en los cambios en los patrones de conductas que causan dificultades para
funcionar a distintos niveles.
Terapia cognitiva. Apunta
a modificar evaluaciones pesimistas y patrones de pensamiento inútiles con el
objetivo de alterarlos y reducir su interferencia con la vida diaria.
Terapia cognitiva
conductual. Se enfoca en problemas y síntomas actuales y en
reconocer la relación entre comportamientos, pensamientos y sentimientos, y en
cambiar patrones que reducen el placer e interfieren con la capacidad de una
persona para funcionar de la mejor manera posible. Expertos de la APA remarcan
que a menudo se recetan medicamentos para el tratamiento de la depresión en
adultos. Dado que cada paciente varía en su respuesta y capacidad para tolerar
un medicamento y una dosis específicos, los medicamentos deben adaptarse a cada
individuo.
Qué
es la depresión
La depresión es un trastorno complejo que puede tener
muchas causas: el abuso infantil, el haber sufrido violencia doméstica, la
muerte de un ser querido, incluso un fracaso de pareja son los escenarios más
habituales que suelen desencadenar el trastorno.
Pero el espectro es mucho más amplio: un accidente,
baja autoestima, heridas que no sanan, medicamentos que la persona esté
consumiendo por otras afecciones (como betabloqueantes, estatinas,
corticoesteroides, medicamentos hormonales), historial familiar de depresión,
las posibilidades son tantas que solo un especialista podrá llegar a la fuente
y recomendar tratamientos apropiados.
Se trata de un trastorno del estado de ánimo que
provoca un sentimiento constante o cíclico de desolación y pérdida de interés,
en casi todos los aspectos de la vida de la persona. Se diferencia de lo que puede
ser una tristeza pasajera, que puede disparar una experiencia de vida
específica, en que los síntomas de la tristeza generalmente desaparecen
relativamente pronto por sí solos, mientras que los de la depresión persisten
en el tiempo. Y justamente por eso la depresión es a veces difícil de detectar
ya que se ‘camufla’ en un estado de tristeza temporal, o incluso de estrés. Y
esto es aún muy común en la cultura latina: la idea de que la persona sufre de
‘nervios’.
El Instituto Nacional de Salud Mental identifica los
siguientes síntomas como las señales de alerta más notorias, aunque pueden no
ser las únicas:
·
Un estado de irritabilidad
permanente
·
Cambios en el apetito y el
peso
·
Trastornos del sueño (puede
ser insomnio o dormir mucho)
·
Sentir cansancio o una
sensación de lentitud durante el día
·
Tener la energía muy baja
·
Tener sentimientos de
culpabilidad, o sentir que nada tiene sentido
·
Problemas con la capacidad de
enfocar en una actividad, o perder fácilmente la concentración
·
Perder la habilidad de tomar
decisiones
·
Tener pensamientos de muerte o
suicidio
Que
es la ansiedad
La ansiedad ocasional es una parte normal de la vida.
Mucha gente se preocupa por cosas como la salud, el dinero o los problemas
familiares. Pero los trastornos de ansiedad implican más que preocupación o
miedo temporal.
Para las personas con un trastorno de ansiedad, la
ansiedad no desaparece y puede empeorar con el tiempo. Los síntomas pueden
interferir con las actividades diarias, como el desempeño laboral, el trabajo
escolar y las relaciones.
Existen varios tipos de trastornos de ansiedad,
incluido el trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno de pánico, el
trastorno de ansiedad social y diversos trastornos relacionados con fobias.
El trastorno de ansiedad generalizada (TAG) suele
implicar un sentimiento persistente de ansiedad o temor, que puede interferir
con la vida diaria. No es lo mismo preocuparse ocasionalmente por cosas o
experimentar ansiedad debido a acontecimientos estresantes de la vida. Las
personas que viven con TAG experimentan ansiedad frecuente durante meses, si no
años.
Los síntomas del TAG incluyen:
·
Sentirse inquieto, nervioso o
al límite
·
Cansarse fácilmente
·
Tener dificultad para
concentrarse
·
Estar irritable
·
Tener dolores de cabeza,
musculares, de estómago o dolores inexplicables
·
Dificultad para controlar los
sentimientos de preocupación
·
Tener problemas para dormir,
como dificultad para conciliar el sueño o permanecer dormido
Siempre consulta con tu médico si tu mismo o alguien
cercano está experimentando estos síntomas. HD
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