jueves, 7 de noviembre de 2024

Hipertensión: cómo reducir tu presión arterial sin medicamentos...

La hipertensión es una de las enfermedades más prevalentes y que está relacionada con el consumo de sal en exceso. Un nuevo estudio señala qué se puede hacer para mejorar esta patología y evitar, en la medida de lo posible, la toma de medicamentos.
La sal es fundamental para vivir, concretamente el sodio, que contiene la sal. “El sodio es fundamental para la vida, ya que interviene en el funcionamiento normal de todas las células del organismo y sirve, entre otras cosas, para la transmisión de impulsos nerviosos, que permite la respuesta de los músculos ante los estímulos, y para el buen funcionamiento de células cardiacas”, explica Manuel Anguita, cardiólogo del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario Reina Sofía (Córdoba) y miembro de la Sociedad Española de Cardiología (SEC). 
Además, el consumo de sodio:
·        Interviene en el equilibrio ácido-base
·        Ayuda a mantener el equilibrio de los líquidos corporales dentro y fuera de las células.
·        Ayuda a que los músculos respondan correctamente a los estímulos.
El sodio hay que tomarlo. “No tomar nada de sal sería un problema grave para la salud”. Como señala José Abellán Huerta, cardiólogo intervencionista y miembro de la SEC, en el documento Sal y enfermedad cardiovascular, ¿hacemos bien al recomendar dosis bajas en sal? “el sodio es un nutriente esencial y necesario para el adecuado funcionamiento del cuerpo. Por ello, como el resto de electrolitos esenciales, es coherente que tenga un rango saludable”.
El problema viene cuando hacemos un consumo elevado de este nutriente, ya que esto se relaciona con un incremento del riesgo de HTA, y, por ende, con problemas cardiovasculares importantes. “Al haber exceso de sodio en el organismo se produce un aumento de la vasoconstricción de las arterias y un aumento de la presión arterial”, explica en detalle el experto. 
Según datos de la SEC, el 42,6% de la población adulta española es hipertensa, sobre todo los varones, los prediabéticos y los diabéticos, sin embargo, casi el 40% de ellos no lo sabe, entre otras cosas, porque es una enfermedad que no da síntomas hasta que aparecen complicaciones. Como apunta Anguita, “la hipertensión es uno de los factores de riesgo más importantes para la aparición de otras enfermedades como la insuficiencia cardíaca, de la enfermedad coronaria y de la aparición de un ictus”, y la sal, tiene mucho que ver.
Reducir la sal en estos pacientes es clave. De hecho, un reciente estudio señala que “reducir su consumo en aproximadamente una cucharadita al día de la ingesta habitual consigue una disminución de la presión arterial sistólica de aproximadamente 6 milímetros de mercurio (mm Hg), lo que es comparable al efecto producido por un medicamento de primera línea comúnmente utilizado para tratar la HTA, en personas de mediana y edad avanzada”, señala Deepak Gupta, profesor de Medicina en el Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt, en Nashville, y de la Universidad de Alabama, en Birmingham, Estados Unidos. Así, según los autores, “rebajarla en una cucharadita al día con respecto a la ingesta habitual tendría el mismo efecto que un antihipertensivo en hasta el 75% de personas de edad media y avanzada”. 
Gupta, es coinvestigador principal de un nuevo estudio que ha obtenido estos resultados publicado en JAMA y presentado simultáneamente en las sesiones científicas de 2023 que la American Heart Association (AHA) ha celebrado en Filadelfia, Estados Unidos.
Lo que no está tan claro es cuánto y cómo hay que disminuir la sal en otras patologías. “Disminuir la sal para los pacientes con hipertensión sí es bueno pero en los pacientes con insuficiencia cardíaca no está clara la relación porque es cierto que si disminuye mucho la sal en estos pacientes puede ser contraproducente”, apunta Anguita.
La sal que no vemos
El problema de la sal es que no sabemos que la estamos tomando a través de alimentos tan cotidianos como el pan. ¿Has probado alguna vez el pan sin sal? Nuestro paladar está tan acostumbrado a su sabor con sal que tomarlo sin sal nos produce rechazo.
Y es que, como señala Anguita, el pan “es uno de los alimentos con más sal que existen”. De hecho, “el consumo de una porción grande de pan tendría la sal que necesitamos para todo el día”. Según la recomendación de la OMS, “la cantidad máxima recomendada estaría entre 2 y 5 gramos de sodio al día. Si solo tomamos la sal añadida a la comida, este dato equivaldría a una cucharada pequeña o, incluso, menos de eso al día”, explica el doctor. Si tomamos más, añade, “sería dañino”. Sin embargo, la gran mayoría de nosotros no solo nos pasamos con la sal, sino que abusamos de ella. De hecho, según explica, “hay estudios que señalan que la ingesta de sal en el mundo es de más del doble, es decir, de en torno a unos 10 gramos de sal al día”. 
Además del pan, “los cereales, las conservas, los embutidos, las salsas y el queso tienen un alto contenido en sal”. A modo de ejemplo, “tres lonchas de queso manchego equivalen al total de sal que podríamos tomar al día”.
Según la SEC, estos son los alimentos que más sal tienen:
·        Embutidos, patés, carnes ahumadas, salazones, etc.
·        Marisco, conservas de pescado.
·        Enlatados, platos preparados o precocinados.
·        Encurtidos (productos hortícolas en vinagreta).
·        Pan con sal, pastelería industrial.
·        Quesos curados o semicurados.
·        Salsas comerciales.
·        Concentrados de caldo, sopas de sobre.
·        Frutos secos salados, snacks.
·        Aguas gasificadas, refrescos carbonatados.
¿Qué podemos hacer?
La respuesta a esta pregunta es simple, “no añadir más sal y leer el etiquetado de los alimentos que ingerimos”, señala Anguita. Así, tanto al guisar como al aliñar podemos usar otros condimentos para no añadir más sal y usar otros condimentos. Además, para cuidar el corazón es importante seguir otras recomendaciones como llevar una dieta sana, no fumar, tomar potasio y hacer ejercicio. En este punto, en el de la actividad física, el experto señala que, “por sí solo el ejercicio disminuye la presión arterial y el riesgo de sufrir hipertensión”. Si a este factor le añadimos otros como mejorar la dieta, evitar el sobrepeso y la obesidad, no fumar y no beber alcohol, las probabilidades de no padecer una enfermedad cardiovascular aumentan.

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