martes, 14 de noviembre de 2017

Muchas enfermedades de la vejez pueden prevenirse desde la juventud

Además del hecho ya conocido y difundido de que aportar cantidades suficientes de calcio y vitamina D con la dieta y los medicamentos disminuye el riesgo de fracturarse la cadera (en alrededor de un 10% de los casos); en los últimos años aparecieron muchas novedades al respecto de la relación entre la vitamina D y la salud. 
Hoy se sabe que tener buenos niveles de esta vitamina permite mejorar las defensas contra las infecciones. Aunque es bueno aclarar que hay que considerar valores deseables entre 30 y 60 ng/ml para obtener los beneficios mencionados. 
Aquella escena romántica del joven con tuberculosis que se curaba cuando lo enviaban a un lugar muy soleado en las sierras tiene hoy una explicación científica y es que la vitamina D favorece la actividad de las células que nos defienden de los gérmenes en primera línea llamados macrófagos, englobándolos y procesándolos, para que después otras células más especializadas puedan destruirlos. 
Otros ejemplos de esto son las contadas evidencias de que las embarazadas y los ancianos que reciben suplementos de vitamina D tienen muchas menos infecciones que aquellos con valores bajos. Otro hecho - sin duda fascinante - es que la vitamina D influye en la salud futura, en la vida adulta de un bebé que está gestándose, lo que se llama programación epigenética. 
Tanto es así que puede disminuir las chances de obesidad, resistencia insulínica y diabetes tipo 2, entre otras, si su madre tiene valores adecuados de la vitamina durante el embarazo. 
En las enfermedades autoinmunes más comunes: artritis reumatoidea, lupus y polimialgia reumática (enfermedad inflamatoria que provoca dolores y rigidez muscular en los hombros y las caderas) entre otras, mejora la calidad de vida y atenúa los síntomas. 
Muchas mujeres con dolores musculares secundarios a fibromialgia (enfermedad que se caracteriza por un dolor muscular crónico, acompañado de sensación de fatiga y otros síntomas) mejoran con la sustitución de esta vitamina. 
Hoy se sabe que algunas enfermedades malignas (leucemia linfoide crónica, cáncer de colon, de próstata y de mama) tienen una evolución mejor en aquellos pacientes con vitamina D dentro de valores deseables: más de 40ng/ml.
Ahora bien, también es importante demoler algunos mitos a su alrededor: 
“Como tomo sol en verano o habitualmente, no es necesario que tome la vitamina D o que me haga análisis”. Esto es falso. 
Las cantidades de esta vitamina que fabricamos y destruimos a diario está determinada genéticamente, al igual que el color del cabello o de los ojos. Por lo tanto, si somos fabricantes perezosos y destructores activos tendremos valores bajos que nos acompañarán a lo largo de la vida. La única manera de modificarlo es tomando vitamina D en una dosis hecha a nuestras necesidades por el médico. Cabe destacar que con la sustitución pueden alcanzarse niveles de hasta 100 ng/ml sin riesgo alguno. 
“Hace mucho que tomo vitamina D o tengo valores de 25OHD mayores a 40ng/ml o un familiar me dijo que no debo tomar tanto y debo descansar porque me puede afectar”. Otro mito. 
Una vez que alcanzamos los valores considerados como deseables, estos pueden mantenerse gracias al cumplimiento de las dosis indicadas especialmente para las características de cada uno. Un esquema que es correcto para algunas personas puede ser insuficiente para otras. Cabe destacar que las chances de intoxicarse con esta vitamina son mucho más que remotas. Si sobrepasáramos las dosis indicadas, el organismo tiene un mecanismo de control por el cual la concentración en sangre no aumenta en forma proporcional. Tomar vitamina D tiene muchísimos más ventajas que riesgos. Esto quiere decir que es un medicamento muy seguro.
“Si consumo calcio pueden calcificarse las arterias, las válvulas cardíacas u otros tejidos o puedo correr riesgo de tener cálculos renales”. Falso. 
Respecto a los cálculos renales, un aporte normal de calcio en las comidas atrapa el oxalato en el intestino, que es el que realmente induce la formación de los cálculos renales, por lo tanto al contrario de lo que podría creerse, el aporte de calcio disminuye el riesgo. 
La calcificación de los tejidos, también es falso. 
Cuando comemos alimentos ricos en calcio o suplementos medicamentosos, el calcio que circula en la sangre se mantiene estable por un mecanismo muy celoso de control. Por lo tanto, cuando un tejido - mama o una arteria - se calcifica es porque que presenta una alteración que hace que el calcio que circula en sangre, tomemos o no calcio, se deposite allí. Es el tejido el que se enferma y hace que el calcio se deposite y no al revés. 
Resumiendo: Aquellas personas que tienen valores de 25OHD por debajo de 30ng/ml deben consultar a su médico para recibir, según las circunstancias, un tratamiento sustitutivo en dosis adecuadas para caso en particular, habida cuenta de los múltiples beneficios que trae en el mantenimiento de la salud. Es importante recordar que si se alcanzan estos niveles en sangre no debe suspenderse la misma y que además es un fármaco sumamente seguro. Dra. Helena Salerni

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