11 de abril - Día Mundial de la Enfermedad de Parkinson.
La enfermedad de Parkinson es la segunda
enfermedad neurodegenerativa más frecuente luego de la enfermedad de Alzheimer,
estimándose que hacia el año 2030 su prevalencia se duplicará afectando a unos
9 millones de personas en el mundo.
El conocimiento y tratamiento de esta
enfermedad continúan incrementándose, poniendo en evidencia el interés
científico mundial.
Recientemente el Comité de Medicina Basada en
la Evidencia de la Sociedad Internacional de Enfermedad de Parkinson y
Movimientos Anormales (MDS) publicó una revisión actualizada de los
tratamientos disponibles para mejorar los síntomas motores (temblor, rigidez, bradicinesia)
de la enfermedad.
“Si bien en este aspecto los expertos
concluimos que a la fecha solo se dispone de evidencia insuficiente respecto de
drogas que puedan prevenir o retrasar la progresión del Parkinson, sí podemos
destacar que los medicamentos actualmente disponibles resultan eficaces y de
aplicación clínica para controlar los síntomas, señalando que algunos
tratamientos invasivos como la estimulación subtalámica profunda continua
siendo una terapia experimental”, explica la Dra. Emilia Gatto, Jefa del
Departamento de Enfermedades de Parkinson y Trastornos del Movimiento de
INEBA.
Por su parte, el Dr. José Luis Etcheverry,
neurólogo de INEBA especializado en movimientos anormales, comenta: “Respecto
de los trastornos de la marcha y el equilibrio que genera esta enfermedad, por
el momento no contamos con evidencia suficiente como para indicar un
medicamento específico. Sin embargo, varios fármacos contribuyen a mejorar
estos síntomas conjuntamente con la neuro-rehabilitación”.
Los especialistas relatan que en aquellos
pacientes en etapas más avanzadas hoy la medicina cuenta con numerosos fármacos
e incluso estimulación cerebral profunda - con diferente grado de evidencia -
que permiten retrasar y mejorar las fluctuaciones motoras que acontecen en esta
afección.
No obstante ello, nuevas terapias continúan
explorándose. En este sentido se pueden destacar la posibilidad de nuevas
formulaciones y formas de liberación de levodopa (formulaciones de liberación
extendida, transdérmica, inhalada, intra-jejunal, etc.) Otras estrategias
incluyen fármacos que disminuyan la degradación de la dopamina por bloqueo de
las enzimas que la degradan (inhibidores de COMT e I-MAO B) y otras nuevas
drogas se encuentran en ensayo (formulaciones diferentes de apomorfina, prodrogas).
“También se están produciendo avances
Interesantes avances en las llamadas terapias génicas que intentan -mediante vectores
virales- proveer de genes que puedan reemplazar a aquellos afectados o cuya
función se encuentre afectada”, agrega la Dra. Gatto.
Otro aspecto a considerar es el mayor interés
en cubrir no solo los síntomas motores de la enfermedad, sino también aquellos
otros aspectos llamados no motores que impactan significativamente en la
calidad de vida de los pacientes: síntomas como depresión, ortostatismo (caída
de la presión arterial sanguínea), constipación, salivación, pesadillas,
alucinaciones, somnolencia e insomnio, entre otros.
“En los últimos años las terapias que pudieran
no solo mejorar los síntomas sino interferir en los pasos que llevan al
desarrollo y la progresión de la enfermedad de Parkinson debieron enfrentarse a
numerosos desafíos, ya que esta enfermedad no es producto de un único gen
alterado, sino de varios genes (algunos interactuando entre sí) factores
epigenéticos y otros mecanismos degenerativos. Por ello las terapias, conocidas
como vacunas (inmunidad pasiva y activa respecto de alfa sinucleina), han
tenido, a nivel experimental, resultados variables”, comenta el Dr.
Etcheverry.
En esta búsqueda incesante las terapias
quirúrgicas o invasivas, terapias que producen lesión o estimulación cerebral
profunda, aparecen como tratamientos adyuvantes, no curativos,
investigacionales, que requieren una selección muy cuidadosa de los pacientes
que podrían beneficiarse con estos procedimientos.
Parkinson y cannabis. A
pesar del creciente conocimiento de la interacción de cannabinoides y dopamina
los resultados de los estudios clínicos disponibles al momento actual muestran
resultados controvertidos y proveen información no concluyente debido a
numerosas limitaciones, entre ellos la carencia de formulaciones
estandarizadas.
“Hay aún dudas significativas acerca del
impacto negativo que el uso prolongado de cannabinoides podría ocasionar, no
solo en las funciones motoras, sino -y principalmente- en los aspectos
cognitivos y conductuales del paciente”, concluye la especialista. BP
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