sábado, 7 de marzo de 2020

Si Dios existe, ¿por qué permite el mal en el mundo?

El problema del mal ha sido por mucho tiempo un obstáculo. Sabemos que Dios es bueno y que es todopoderoso. Sin embargo, también sabemos que el mal existe. A un Dios bueno y amoroso no le gustaría que existiera el mal. Un Dios todopoderoso sería capaz de erradicar el mal.
¿Podríamos imaginar un mundo sin el mal? Entonces no estaríamos presentes en él, porque los seres humanos somos imperfectos y pecaminosos. Y aquí entra la cuestión del libre albedrío. Sin el libre albedrío, no seríamos personas sino títeres de Dios. No podríamos amar a Dios en verdad. Debido a que Él desea tener una relación real con nosotros que implica una elección voluntaria, entonces tenía que permitir que existiera el mal.
Cabe hacer la distinción entre permitir el mal y querer que el mal suceda. Dios no desea el mal pero es necesario permitirlo para que el hombre pueda desarrollarse en la virtud. Por supuesto que Dios pudo crear un mundo sin que existiera lo malo, pero Dios sabía que un mundo limitado en su libertad sería un mundo inferior porque las virtudes son definidas por lo opuesto a ellas. Una persona puede ser humilde solo si el orgullo se antepone. Y ser humilde implica también la posibilidad de ser orgulloso.
En esta lucha de carácter donde peleamos para dejar el orgullo que somos formados. Podemos decir que Dios todavía podría darnos libre albedrío y al mismo tiempo prevenir las consecuencias del mal. Podemos querer que Dios intervenga en el caso de asesinato o violación. Pero ¿queremos que Dios intervenga en el caso de nuestra propia idolatría? Todo pecado es una ofensa a Dios, y nos separa de Él. Si Dios fuera a intervenir y evitar el mal, Él tendría que eliminarnos a nosotros. Además, si Dios fuera a eliminar todas las consecuencias negativas de nuestros actos, ¿tendríamos realmente libre albedrío?
En esencia, Dios no quiere el mal pero lo permite, porque Él desea una relación con nosotros. Somos pecadores. Con los pecadores vienen cosas malas. Pero ¡gracias al Señor que nos ha redimido! No es necesario vivir en la esclavitud de nuestras inclinaciones pecaminosas, aunque todavía luchamos contra nuestros malos deseos. Sí, vivimos en un mundo de pecado sobre el que Satanás tiene dominio. Los creyentes no son inmunes a las consecuencias del mal ¡Pero Jesús ha vencido! Dios es fiel para redimir el mal que sucede en nuestras vidas.
La historia de José en el Antiguo Testamento, es una de gran ejemplo de redención. Siendo vendido como esclavo por sus hermanos y luego convertido en un protagonista importante en el gobierno egipcio, José más tarde salvó a la nación y dijo a sus hermanos: “Es verdad que ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien para lograr lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente” (Gn 50,20). Dios algunas veces permite el sufrimiento con el objetivo de desarrollar algo mejor.
Dios permite el mal, sí, pero también algunas veces lo detiene. Debido a que Dios es bueno, solo lo que se puede redimir y que puede conducir al bien está permitido. Claro que muchas veces pensamos que esto es más de lo que podemos soportar. Pero sabemos del carácter de Dios. Él es un Dios de justicia y de amor. El mal no quedará sin redención. Tampoco el pueblo de Dios que sufre a manos de los demás quedará sin socorro.
También, hay que recordar que un día Dios erradicará el mal. Actualmente está esperando con paciencia que más personas se vuelvan a Él y sean salvos. Pero un día, Satanás será arrojado al lugar del fuego por toda la eternidad. JdelosS

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