Cumplido un mes del aislamiento social preventivo y
obligatorio por el COVID-19, la Argentina -y el mundo- vive las consecuencias
de una pandemia que, como no cuenta con una vacuna, afecta a una gran cantidad
de personas y genera consecuencias devastadoras tanto a nivel sanitario como
económico.
En este contexto, la Sociedad Argentina de
Pediatría (SAP) llamó a establecer un paralelismo con el sarampión, una
condición para la que sí hay vacuna, y que si bien se suponía que estaba
bastante controlada a nivel mundial, a nivel local hay un nuevo brote en curso
-el más extenso desde la eliminación de la circulación endémica- en buena
medida por la falta de vacunación de los menores.
El sarampión es una enfermedad viral altamente
transmisible de persona a persona a través de secreciones nasales o de la boca
de personas infectadas. Puede producir una enfermedad potencialmente fatal,
sobre todo en los niños más vulnerables y si bien no tiene un tratamiento
específico, sí se dispone de una vacuna segura y eficaz que está incluida en el
Calendario Nacional de Inmunizaciones, gratuito y obligatorio.
«Contar con vacunas contra una enfermedad es un
avance sanitario muy grande. Con el COVID-19, lamentablemente, estamos viviendo
lo que sucede ante una enfermedad infecciosa para la que no desarrollamos aún
una vacuna eficaz. Por este motivo, para aquellas enfermedades para las que sí
disponemos de vacunas, no cumplir con el esquema de vacunación es realmente
peligroso y lleva a las consecuencias que estamos viviendo: el brote de
sarampión que apareció en la Argentina después de haber logrado ser un país
libre de la circulación de este virus», detalló la Dra. Elizabeth Patricia
Bogdanowicz (médica, infectóloga, pediatra), miembro del Comité de Infectología
Pediátrica de la SAP.
Dicho brote ya lleva 160 infectados. De ellos, 107
se registraron desde agosto de 2019 (de los cuales, 7 fueron importados o
relacionados a la importación), y 53 en 2020 (según reportes actualizados al 5
de abril), de los cuales 9 son importados y 44 de origen desconocido.
La inmunización contra el sarampión está incluida
en la vacuna denominada 'triple viral' -que inmuniza también contra paperas y
rubeola- y que se administra de manera gratuita y obligatoria. El calendario de
vacunación obligatorio incluye dos dosis que se aplican en cualquier hospital o
centro asistencial: la primera a los 12 meses de vida y la segunda al momento
del ingreso escolar, entre los cinco y los seis años. Como medidas de
prevención también se recomienda evitar el contacto con personas que puedan
estar enfermas, utilizar tapabocas y lavarse las manos con frecuencia.
Dada la situación actual, desde el año pasado se
recomienda la aplicación de una “dosis cero” a los bebés de entre 6 y 12 meses
que viven en áreas de circulación viral reconocida (esta dosis no se
contabiliza y se comienza el esquema oficial al cumplir 1 año de edad); dosis
que no hace falta en aquellos que viven en provincias donde no hay circulación
viral.
Así, «todos los mayores a 5 años deben acreditar al
menos las dos dosis contempladas en el calendario. Mientras que los mayores que
nacieron antes de 1965 son considerados inmunes y no deben vacunarse”», explicó
la Dra. Gabriela Nidia Ensinck, (médica, infectóloga, pediatra), secretaria del
Comité de Infectología de la SAP.
Por otra parte, desde la SAP recordaron que la
administración de la vacuna está contraindicada en aquellas personas
inmunosuprimidas o embarazadas y que se debe evitar el embarazo en el mes
siguiente a haber recibido una dosis.
«Una vez que se normalice la situación del COVID-19
y sea seguro nuevamente trasladarse, si en la familia hay menores de seis
meses, se debe evitar viajar a regiones donde se conoce que hay circulación del
virus. En el caso de las embarazadas que tengan que viajar, se recomienda que
acrediten al menos dos dosis de la vacuna aplicada después del año de vida o
confirmar a través de un estudio de laboratorio la presencia de anticuerpos contra
el sarampión. Se desaconseja viajar a las embarazadas sin antecedentes
comprobables de vacunación o sin anticuerpos contra el sarampión», subrayó la
Dra. Ángela Gentile, infectóloga del Comité de Infectología de la SAP y
presidenta de la Comisión Nacional para la Eliminación del Sarampión y la
Rubéola.
«El desafío en este momento es la vacunación de los
niños en el marco de las medidas que se están tomando para la prevención de la
enfermedad por COVID-19, es por ello que se decidió que junto con la vacunación
antigripal en los menores de dos años se ofrezca también la vacuna triple viral
según las indicaciones actuales», agregó la Dra. Gentile, quien también integra
el Comité de Expertos COVID-19 de la Ciudad de Buenos Aires y de la Nación.
Desde la SAP recomiendan optimizar la oportunidad y
calidad en el control de todo caso sospechoso, que son aquellos que presenten
fiebre y exantema (erupción en la piel), independientemente de su edad y de sus
antecedentes de vacunación.
También destacaron la importancia de aprovechar
todo contacto de la población con el sistema de salud para controlar
carnets/libretas de vacunación y completar esquemas en los casos necesarios,
con el fin de alcanzar coberturas satisfactorias y disminuir el número de
personas susceptibles, previniendo así la propagación de la enfermedad.
Algunos de los signos y síntomas que pueden indicar
la presencia de sarampión son fiebre alta, secreción nasal, tos, conjuntivitis,
manchas blancas en la boca y cara interna de la mejilla y manchas rojas en la
piel. Su aparición amerita la consulta inmediata (inicialmente telefónica,
dadas las circunstancias actuales) con el pediatra de confianza.
Ante un caso confirmado, se debe disponer el
aislamiento del paciente hasta los siete días siguientes del inicio de los
síntomas para evitar contagios. Evitar la circulación en transportes públicos y
dentro de las instituciones. Asimismo, quienes hayan estado en contacto con él
y tengan entre 6 y 12 meses deberán recibir una dosis de la vacuna triple
viral. Quienes tengan entre 13 meses y 54 años deberán asegurarse de contar con
dos dosis. BP
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