Por
tanto, así dice El Señor acerca del rey de Asiria: no entrará en esta ciudad,
ni echará saeta en ella; ni vendrá delante de ella con escudo, ni levantará
contra ella baluarte. 2 Reyes 19:32
Senaquerib
no molestó a la ciudad. Después de haberse jactado con soberbia, no pudo llevar
a cabo sus amenazas. Dios puede contener inmediatamente a los enemigos de su
pueblo para que no ejecuten sus deseos. Cuando el león tiene en sus quijadas al
cordero, el gran Pastor de las ovejas puede arrebatarle su presa.
El
apurado trance en que nos hallamos, puede ser una hermosa ocasión para que se
manifiesten más claramente el poder y la sabiduría de Dios. En este caso, el
temible enemigo no se presentó delante de la ciudad que ansiaba destruir. No
pudo lanzar ni siquiera una saeta por encima de los muros, ni levantar sus
máquinas de asedio para derribar los castillos, ni echar los baluartes para
encerrar a sus habitantes.
Tal vez
en nuestro caso también impedirá el Señor que nuestros enemigos nos causen daño
alguno. Él puede cambiar sus intenciones, o inutilizar sus propósitos, de tal
suerte que se vean obligados a dejarlos. Esperemos en el Señor y guardemos su
camino, que Él se cuidará de nosotros. Más aún, Él nos llenará de tal asombro
que no podamos menos de alabarle, al ver cuán cumplida ha sido su liberación.
No temamos al enemigo hasta que llegue, y entonces confiemos en el Señor. Hoy…
Sé que las fuerzas del enemigo quedarán inutilizadas ante el Poder del Rey de
Gloria.
Señor,
Gracias por tu amor infinito y tu bondad. Gracias por darme la protección que
viene de tu gloria. Amén. CS
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