La sal es un componente clave de muchos platillos deliciosos, pero comer sal
en exceso representa un potencial riesgo para la salud y puede tener como
consecuencia trastornos cardiovasculares y de tipo cognitivo. Los
investigadores de Caltech, en los Estados Unidos, han identificado las neuronas
que activan y disminuyen los antojos de los alimentos salados en el cerebro de
los ratones. Los resultados que obtuvieron son un punto de partida para regular
estos peculiares antojos en los seres humanos.
La investigación realizada en el laboratorio de Yuki
Oka, quien es profesor asistente de Biología, se detalla en un artículo
publicado en la edición digital de la revista ‘Nature’. El profesor Oka es
miembro de la facultad afiliada del Instituto de Neurociencia Tianqiao y
Chrissy Chen del Instituto Tecnológico de California (Caltech), en los
Estados Unidos.
El sodio, un ion que se encuentra en la sal de
mesa, desempeña un papel fundamental en diversas funciones corporales, como la
actividad cardiovascular, el balance de líquidos y la señalización nerviosa. En
todas las especies animales, el organismo regula y mantiene estrictamente estos
niveles de sodio. Los animales no pueden crear sodio de forma metabólica, por
lo cual, los iones tienen que ingerirse de fuentes externas (alimentos).
Cuando el organismo tiene poco sodio, el cerebro
desencadena señales específicas de apetito que impulsan el consumo de sodio.
Aunque los mecanismos de estas señales de apetito aun no se han logrado
comprender por completo, un equipo de investigadores ha descubierto una pequeña
población de neuronas en el cerebro posterior de los ratones que controla
exactamente este impulso para consumir sodio.
En esta investigación dirigida por el profesor
Sangjun Lee, el equipo usó herramientas genéticas para manipular la actividad
de estas neuronas y para que pudieran ser estimuladas con luz. Los
investigadores observaron que la estimulación artificial de estas neuronas hizo
que los ratones lamieran un trozo de sal de roca de forma repetida, inclusive
cuando sus organismos estaban totalmente saturados de sodio.
Luego, los científicos midieron la actividad de
estas neuronas mientras los ratones tomaban sodio. A los pocos segundos de que
el sodio golpeara la lengua del animal, se inhibió la actividad de las neuronas
del apetito de sodio. Sin embargo, una infusión directa de sodio en el estómago
de estos roedores no suprimió la actividad neural. Esta supresión neural
tampoco ocurrió cuando se bloquearon farmacológicamente los receptores de sodio
en la lengua. En conjunto, la investigación muestra que se necesitan señales
orales de sodio, probablemente mediadas por el sistema del gusto, para inhibir
las neuronas del apetito de sodio.
“El deseo de comer sal es la forma en que tu
organismo te dice que tiene poco sodio - refiere el profesor Oka-. Una vez
consumes sodio, el cuerpo tarda un tiempo en absorberlo por completo. Por lo
cual, es interesante que tan solo el sabor del sodio sea suficiente para calmar
la actividad de las neuronas del antojo por la sal, lo que significaría que los
sistemas sensoriales como el gusto son mucho más importante en la regulación de
las funciones del organismo que simplemente transmitir información externa al
cerebro”.
Extrañamente, en muchas especies, incluidos los
seres humanos, el consumo de sodio puede impulsar el deseo de comer aún más. En
una investigación futura el profesor Oka y sus colaboradores desean investigar
cómo se modulan las neuronas del apetito de sodio a lo largo del tiempo. Él
considera que responder a esta pregunta podría abrir vías para ayudar a las
personas que presentan problemas de salud relacionados con la ingesta de
sodio en sus dietas. JQ
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