El mundo laboral cada vez es un ambiente más exigente, más complejo y
muchas veces excluyente para quienes no se presentan bien y no logran demostrar sus capacidades y competencias al momento de
presentarse. Por eso siempre es importante tener un buen Currículum Vitae (CV).
Pero los católicos muchas veces dividimos nuestra vida en dos al momento de
presentarnos a un trabajo. Como si nuestra identidad espiritual no tuviera nada
que ver. Nosotros sabemos que tiene todo que ver. Nuestra
relación con Dios y la forma en que vivimos nuestra fe determina el tipo de
trabajadores que podemos llegar a ser y no podemos reducirla a un dato anexo al
final de nuestro CV que indica que hacemos algún apostolado como si se tratara
de una actividad extraprogramática cualquiera, cuando sabemos que
nuestra vida gira en torno a esto: servir a Dios. Entonces, ¿por qué dejarlo al
final y no darle la relevancia que realmente tiene?
Al mismo tiempo, muchas de nuestras características profesionales,
nuestra experiencia laboral y nuestra preparación académica siempre caminan
pisando los bordes de la falsa humildad o del orgullo desmedido. O por el
contrario, para no caer en la vanidad y la soberbia enterramos nuestros
talentos.
Queremos proponerte algunas ideas para que las consideres al momento de
explicar quién eres, específicamente cuando tengas que actualizar (o redactar
por primera vez) tu CV.
1. Humildad es hablar
con la verdad
Que no te pase que, por ser humilde, escondas tus talentos y aptitudes
reales. Es un sano temor el esquivar las flechas que nos lanza el enemigo, esas
mismas que dieron en el corazón de Adán y Eva y que los hicieron creerse más de
lo que realmente eran; o las que golpearon a nuestros atormentados amigos de
Babel, con su torre gigantesca.
No es necesario que “infles” con fantasía y datos imprecisos tu CV, pero
sé sincero: si hay cosas que haces bien, es necesario que las menciones; y si tu caso es que eres excepcionalmente bueno en ellas, pues con
mayor razón haz referencia a ellas. En este caso, es buena idea dar datos
objetivos o poner referencias que avalen lo que dices. Puede ser algún dato
estadístico como por ejemplo: «Fui responsable del área inventarios de la
empresa, y en mi tiempo a cargo las pérdidas de productos se redujeron en un
80%» o bien dejar el contacto de tu antiguo jefe, a fin de que, en caso de
dudas, puedan confirmar la información que das.
2. Refiérete a lo extra
laboral
Es probable que haya muchos profesionales titulados en tu misma
especialidad; hoy sufrimos de la crisis de los “cesantes ilustrados”, personas
con preparación profesional y altamente capacitados, pero sin trabajo pues hay
muchos de ellos. Haz la diferencia hablando de aquello que te hace
diferente, y si en tu caso es la fe, mucho mejor. Quizás tengas un temor
natural, pues tu contraparte puede ser un empleador agnóstico o ateo, el cual
se va a espantar al leer que además de trabajar haces apostolado.
No temas, tu apostolado también dice muchas cosas de ti que a un empleador le
interesan como tu compromiso, tu lealtad o tu capacidad de trabajar con gente,
entre otros.
Por eso es importante que les des a conocer aquellas cosas que haces
además de trabajar. Si participas de un voluntariado, si haces deporte, si
formas parte de una comunidad vecinal, si eres artista o en nuestro caso, si
haces apostolado; deja un espacio dentro
de tu CV para referirte a ello, pues eso te convierte en un candidato diferente
y quizás en el indicado para el puesto.
3. Hazles saber qué
buscas en la vida
San Ignacio de Loyola enseña en sus Ejercicios Espirituales que tenemos un
“principio y fundamento”, en el cual se describe para qué hemos sido
creados y qué cosas nos ayudan a alcanzar ese fin. «El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios
nuestro Señor y, mediante esto, salvar su ánima; y las otras cosas sobre la faz
de la tierra son criadas para el hombre, y para que le ayuden en la prosecución
del fin para que es criado. De donde se sigue, que el hombre tanto ha de usar de
ellas, cuanto le ayudan para su fin, y tanto debe quitarse de ellas, cuanto
para ello le impiden» (EE23).
No es sencilla la tarea, pues antes de decirles a los demás qué buscamos
en la vida debemos averiguarlo nosotros mismos. Al mismo tiempo, el
trabajo remunerado en nuestra América Latina muchas veces, por sus precarias
condiciones, es más un medio de sustento que un medio para realizarse
personalmente. No obstante, si tienes la oportunidad de buscar
un empleo y postular a uno que te ayuda a aquello para lo que fuiste creado, es
necesario que lo manifiestes explícitamente: «Este trabajo no solo me da
dinero, sino que me ayuda a realizarme como persona y alcanzar el fin para el
que fui creado» (bueno, puedes utilizar otras palabras…). Te aseguro que si un
empleador lee algo así, te considerará porque tu motivación es mayor.
4. Tu vida de fe no es
un quiste anexo a tu vida que no forma parte de ti
Cuando buscamos trabajo, la tentación es mantener toda nuestra
“experiencia pastoral” como si fuera algo que realmente no pertenece a
nosotros, como si fuera un quiste absolutamente prescindible, el cual no nos
define profesionalmente y, por lo tanto, puede ser extraído a voluntad.
Aquellos más osados dejan un espacio de “anexos” u “otros datos” en donde,
utilizando el formato que tiene la gran mayoría de los CV de contenido duro
(fechas, años, lugares y experiencias concretas que han tenido…) agregan, con
algo de temor, datos como: «Catequista en la parroquia San Juan Evangelista,
desde el 2010 al presente». Información así parece no ayudar a describirte como
un profesional competente, incluso es como si restara valor profesional. La verdad es otra. Para muchos de nosotros, nuestros apostolados son
fundamentales en la vida y, de hecho, nos definen como profesionales. Al mismo
tiempo, muchos empleadores prefieren profesionales así, con valores, con
capacidad de comprometerse e incluso, dispuestos a colaborar en una tarea
importante sin esperar una recompensa, tal y como lo hacemos en la Iglesia. No se trata de ofrecerte
para trabajar gratis, sino de mostrar que tu compromiso con aquello que
consideras importante (como la fe y tu trabajo) es algo real y te caracteriza
como profesional. Por lo tanto, haz referencia a ello sin temor, que sepan que
tu tiempo libre lo ofreces por algo más grande que tú mismo y que tu motivación
es el amor.
5. Que sepan quién
eres, pero en el orden correcto de prioridades
Es diferente estar “casado” a ser “esposo”. Es diferente “tener un hijo”
a “ser padre”. Aunque ambas afirmaciones describen una misma realidad, expresan
la forma en la que tú vives eso que es tan propio de ti. Lo
mismo ocurre con aquello que escoges para comenzar a describirte. Decir
de ti: «Arquitecto con una maestría en rocas espaciales, casado y padre de dos
hijos” es completamente diferente a decir “Esposo y padre, dedicado a la
arquitectura con una maestría en rocas espaciales».
Pregúntate a ti mismo quién eres, qué es lo más relevante que describe tu
identidad. ¿Tu profesión? ¿Tu familia? ¿Tus habilidades sociales? ¿Tus post
grados? SC
No hay comentarios.:
Publicar un comentario