miércoles, 2 de diciembre de 2020

Diciembre mes para compartir…

Entramos ya en el mes de diciembre. Es el último mes del año. Diciembre es un mes con alegría de fiestas, de música navideña, de campanitas y cascabeles, regalos y vacaciones. Pero también es un mes que llega, para los que ya somos adultos, con un agridulce sabor, no tanto en la boca como en el corazón.

Es un mes familiar y de hogar, pero no siempre están todos en la familia ni en el hogar. También es un mes en que los días se nos escapan como viento con prisa y aligerado. Empezamos a sentir como una inquietud, como una urgencia, porque hay muchas cosas por hacer, por preparar, por adquirir: regalos y comprar navideñas, algún detalle para la casa con motivos a esta festividad, la cena, los turrones… etc., etc… Total que perdemos la calma y la tranquilidad. Malo es eso, porque nos embarullamos y al final todo son prisas y apuros…

Preparemos las cosas con tiempo y orden para que esto no suceda. Es muy importante, que aunque todo a nuestro alrededor sea y se sienta un tanto alocado: la música, el tráfico, las compras, la agitación de las personas en su ir y venir por las calles y tiendas,… nosotros sepamos conservar una calma interior, una paz que no logre alterarla todos estos signos exteriores. Si perdemos la tranquilidad, el nerviosismo aumentará y sin querer ni darnos cuenta se lo transmitiremos a los que nos rodean. Y precisamente este tiempo es para compartir, pero compartir alegría, serenidad y paz.

Damos lo que tenemos adentro, hablamos lo que pensamos y reaccionamos ante esta o aquella situación según el dictamen de nuestro corazón unido a nuestro temperamento. Es por eso que debemos procurar que en nuestro interior haya calma y sosiego.

Preparémonos con el ánimo sereno para que este mes no nos arrastre y nos atrape el consumismo. Busquemos más amor y la armonía familiar que los regalos costosos y muchas veces superfluos.

Preparemos nuestro corazón para abrir las puertas de nuestra casa y de nuestra existencia al Dios que viene a la Tierra haciéndose el más pequeño y humilde de los hombres…

Vivamos todo este mes de diciembre haciendo conciencia por los que nada tienen, por los que careen hasta de lo más necesario y seamos generosos ampliamente y sentiremos el gozo auténtico y verdadero que nos da el saber y poder compartir.

A veces un abrazo puede ser el mejor de los regalos… ¡no lo olvidemos! Y nada será más hermoso si lo que damos, lo damos con alegría y amor. MEdeA

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