Luego de los festejos de fin de año se ha observado un incremento en el
número de contagios por COVID 19. En paralelo, se difundieron imágenes en las
que se ven multitudes de jóvenes compartiendo eventos sin respetar medidas de
protección, lo cual generó un malestar en la opinión pública. Esto trajo como
resultado una tendencia que demoniza y culpabiliza a los jóvenes por dicho
incremento de casos, tras la ausencia de los cuidados sanitarios recomendados.
La estigmatización de los jóvenes es un fenómeno habitual en el cual se
identifica a la totalidad de un colectivo con un rasgo particular que conlleva
consecuencias tales como la segregación, la discriminación o la atribución de
culpa. En relación con esto último, se les adjudica un sentimiento de
omnipotencia e irracionalidad, propios de la edad.
Sin embargo, el Dr. Fabian Triskier, médico psiquiatra del Departamento
Infanto Juvenil de INECO, afirma que existe evidencia que demuestra que los
adolescentes no son irracionales, no desconocen los riesgos ni se sienten
omnipotentes, sino que, más que subestimar los riesgos, los sobredimensionan.
La justificación científica explica que durante la adolescencia, los
circuitos cerebrales responsables de la regulación de los impulsos se
encuentran aún en desarrollo, sin completar su maduración hasta entrados los 20
años. El cerebro de los adolescentes no responde al contexto de la misma forma
que los adultos y muestran una mayor sensibilidad a la recompensa inmediata. Sobre esto último,
el Dr. Triskier agrega: «No se trata de una falta de conocimiento acerca de los
riesgos, sino de la posibilidad de controlar su conducta cuando se encuentran
en ciertos contextos propicios para lo novedoso, la búsqueda de sensaciones,
potenciados por la compañía de pares».
Siguiendo esta línea, el profesional resaltó que es propicio reconocer
que los adolescentes y jóvenes no fueron tenidos en cuenta por la opinión
pública durante los largos meses de aislamiento. «A pesar de que en los medios
de comunicación se difundieron mensajes destinados al cuidado de las personas
mayores, personas de riesgo y niños, no se dieron a conocer consideraciones
especiales para los jóvenes durante estos meses. Fueron invisibles, los
olvidados de la pandemia», afirma el médico psiquiatra. En efecto, numerosos estudios revelan
que no sólo los adultos sufren consecuencias psicológicas como resultado de la
pandemia, sino que existe también un gran impacto psicológico que las medidas
de aislamiento y distanciamiento generaron entre jóvenes y adolescentes.
Tal es así que se conoció un relevamiento realizado conjuntamente entre
INECO y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en adolescentes durante la
pandemia, el cual dio cuenta de la sensación de no ser escuchados. Sumado a
ello, se expresaba que la información que habían recibido era confusa y, en
algunos casos, contradictoria o con incoherencias entre los informes oficiales
del gobierno/instituciones y lo que veían compartido en las redes sociales.
Teniendo todo esto en consideración, el profesional Infanto-juvenil
recomienda que, en lugar de intentar cambiar a los adolescentes, se debiera
intentar cambiar el contexto en el que se juegan sus inclinaciones naturales
para asumir riesgos. Asimismo, «la coherencia en las conductas de los adultos,
la transmisión de mensajes claros, el sostenimiento de una política de toma de
decisiones y el establecimiento de estrategias comunicacionales efectivas que
los incluya deberían ser temas que se incorporen en agenda», concluye el Dr.
Triskier. BP
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