21/06
- Día Mundial de la Lucha contra la Esclerosis Lateral Amiotrófica. La
patología neurológica no tiene cura pero sí tratamientos efectivos para mejora
la calidad de vida del paciente a través del trabajo interdisciplinario de
diferentes profesionales de la salud. Cuáles son sus principales síntomas y qué
hacer en caso de sospechas.
La Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) es una enfermedad neurodegenerativa,
de causa desconocida, que afecta las neuronas motoras ubicadas en la corteza
cerebral, el tronco y médula espinal. Estas neuronas son las encargadas de
controlar los movimientos voluntarios, por lo tanto su afectación provoca una
parálisis muscular progresiva.
La edad media
suele ser entre los 50 y 60 años, y suele haber una leve prevalencia en el
género masculino. A su vez, sólo del 5 al 10 % de sus manifestaciones son
hereditarias, mientras que el 90% son esporádicas.
«Si bien la
causa de la enfermedad se desconoce, sí se sabe que hay distintos componentes
que están involucrados en su patogénesis como el estrés oxidativo, la
excitotoxicidad del glutamato y la inmunidad. Esto, por distintos mecanismos
oxidativos, ocasiona la muerte de la neurona motora dando como principal
síntoma la debilidad muscular, que puede manifestarse como pérdida de fuerza o
atrofia muscular», explica la Dra. Paula Landriscina, neuróloga de INEBA
especializada en Enfermedades Neuromusculares.
La presentación
clínica depende de dónde comienza la lesión. En base a este origen se puede
dividir clínicamente a la enfermedad en dos: ELA de presentación bulbar (entre
el 20 y el 30% de los casos), que compromete músculos de la fonación y
deglución; y ELA de presentación espinal, en la que la debilidad puede comenzar
en miembros superiores (50%) o en los miembros inferiores (25%). Ambas formas
clínicas evolucionan progresivamente hacia una enfermedad con compromiso
muscular generalizado.
Sus síntomas más
frecuentes son debilidad muscular (pérdida de fuerza) en brazos y piernas,
atrofia muscular, calambres, fasiculaciones, problemas para articular la
palabra (disartria), trastornos deglutorios (disfagia), trastones fonatarios y
sensibilidad conservada.
En cuanto a su
diagnóstico, obtenerlo es complejo debido que al comienzo puede confundirse con
otras enfermedades. Es un diagnóstico clínico por lo que se basa en criterios
definidos por hallazgos electrofisiológicos y clínicos a cargo del médico
neurólogo. Entre
los estudios que se realizan se pueden enumerar electromiograma con velocidad
de conducción sensitiva y motora; resonancia magnética, análisis de sangre y
orina, y punción lumbar.
«La ELA es una
enfermedad progresiva que no tiene cura pero sí tiene tratamiento. El mismo
está focalizado en mejorar la calidad de vida del paciente y debe estar a cargo
de un equipo multidisciplinario que incluya médico neurólogo, neumonólogo,
nutricionista, fonoaudiólogo, kinesiólogo y psicólogo», explica la
especialista.
En el más
reciente estudio epidemiológico realizado en la Ciudad de Buenos Aires por el
grupo de Enfermedades Neuromusculares de la Sociedad Neurológica Argentina
(SNA) se describió una incidencia y prevalencia anual de 1,04 y 3,25
respectivamente por 100.000 habitantes. Estos valores no difieren de los
reportados por otros países donde su incidencia anual es entre 0,31-3,2, y su
prevalencia entre 0,8-8,5 casos por 100.000 habitantes.
A su vez,
actualmente en nuestro país contamos con distintos tratamientos. Por un lado
hay drogas que modifican la evolución de la enfermedad (como Riluzol y
Edaravone) y medicamentos para modificar los síntomas como Dextromertorfano de
quinidina, Baclofeno, Tizanidina, Amitriptilina, Atropina. Como complemento de
los tratamientos farmacológicos los pacientes deben recibir sesiones de
kinesiología motora, terapia ocupacional, fonoaudiología y psicología.
«Ante cualquier
síntoma de los mencionados anteriormente o dudas respecto de sufrir esta
patología, es de suma relevancia consultar con un profesional especializado»,
concluye la Dra. Landriscina. BP
No hay comentarios.:
Publicar un comentario