Texto del Evangelio (Lc 10,38-42): En aquel tiempo, Jesús entró en un pueblo; y una
mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada
María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta
estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te
importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude».
Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas
cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la mejor
parte, que no le será quitada».
«Marta, Marta, te
preocupas y te agitas por muchas cosas;
y hay necesidad de pocas, o mejor, de
una sola»
Comentario: Rev. D. Josep RIBOT i
Margarit (Tarragona, España)
Hoy, como cada día, puedes
aprender del Evangelio. Jesús, invitado en el hogar de Betania, nos da una
lección de humanidad: Él, que quería a la gente, se deja querer, porque las dos
cosas son importantes. Rechazar las muestras de afecto, de Dios y de los demás,
sería un grave error, de consecuencias nefastas para la santidad.
¿Marta o María? Pero..., ¿por
qué enfrentar a quienes tanto se querían, y querían tanto a Dios? Jesús amaba a
Marta y María, y a su hermano Lázaro, y nos ama a cada uno de nosotros.
En el camino de la santidad no
hay dos almas iguales. Todos procuramos amar a Dios, pero con estilo y
personalidad propios, sin imitar a nadie. Nuestro modelo está en Cristo y la
Virgen. ¿Te molesta la manera de tratar a Dios de otros? Intenta aprender de su
piedad personal.
«Señor, ¿no te importa que mi
hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude» (Lc 10,40). Servir a los demás, por amor
a Dios, es un honor, no una carga. ¿Servimos con alegría, como la Virgen a su
prima santa Isabel o en las bodas de Caná, o como Jesús, en el lavatorio de los
pies en la Última Cena?
«Marta, Marta, te preocupas y
te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola» (Lc 10,41-42). No perdamos la paz, ni el
buen humor. Y para eso, cuidemos la presencia de Dios. «Sabedlo bien: hay un
algo santo, divino, escondido en las situaciones más comunes, que toca a cada
uno de vosotros descubrir (…); o sabemos encontrar en nuestra vida ordinaria al
Señor, o no lo encontraremos nunca» (San
Josemaría).
«María ha elegido la mejor
parte, que no le será quitada» (Lc 10,42).
Dios nos quiere felices. Que nuestra Madre del Cielo nos ayude a experimentar
la alegría de la entrega.
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