Es
un error pretender ser «discípulos» de Jesús sin detenernos a reflexionar sobre
las exigencias concretas que encierra seguir sus pasos y sobre las fuerzas con
que hemos de contar para ello. Nunca pensó Jesús en seguidores inconscientes,
sino en personas lúcidas y responsables.
Las
dos imágenes que emplea Jesús son muy concretas. Nadie se pone a «construir una
torre» sin reflexionar sobre cómo debe actuar para lograr acabarla. Sería un
fracaso empezar a «construir» y no poder llevar a término la obra iniciada.
El
Evangelio que propone Jesús es una manera de «construir» la vida. Un proyecto
ambicioso, capaz de transformar nuestra existencia. Por eso no es posible vivir
de manera evangélica sin detenernos a reflexionar sobre las decisiones que hay
que tomar en cada momento.
También
es claro el segundo ejemplo. Nadie se enfrenta de manera inconsciente a un
adversario que le viene a atacar con un ejército mucho más poderoso sin
reflexionar previamente si aquel combate terminará en victoria o será una
derrota. Seguir a Jesús es enfrentarse con los adversarios del reino de Dios y
su justicia. No es posible luchar a favor del reino de Dios de cualquier
manera. Se necesita lucidez, responsabilidad y decisión.
En
los dos ejemplos se repite lo mismo: los dos personajes «se sientan» a
reflexionar sobre las exigencias, los riesgos y las fuerzas con que cuentan
para llevar a cabo su cometido. Según Jesús, entre sus seguidores siempre será
necesaria la meditación, el debate, la reflexión. De lo contrario, el proyecto
cristiano puede quedar inacabado.
Es
un error ahogar el diálogo e impedir el debate en la Iglesia de Jesús.
Necesitamos más que nunca deliberar juntos sobre la conversión que hemos de
vivir hoy sus seguidores. «Sentarnos» para pensar con qué fuerzas hemos de
construir el reino de Dios en la sociedad moderna. De lo contrario, nuestra
evangelización será una «torre inacabada». JAP
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