Los hijos de la luz, son aquellos que, iluminados por la Palabra de Dios y movidos por la gracia, viven la caridad y la justicia con sus hermanos, con especial predilección, los pobres, los enfermos, los ancianos y todos aquellos que, en palabras del Papa Francisco, son los desechos de la sociedad.
Entonces, ¿para vivir como hijos de la luz, qué tenemos que hacer? Primero, dejarnos iluminar por la Palabra; luego, pedir la inspiración del Espíritu Santo para vivir la justicia y la caridad de manera auténtica y no como muchos que “hacen obras buenas, ayudando a los pobres” para luego postear los videos y ganar seguidores y monetizar más, la caridad y la justicia son más que eso.
La caridad se vive mediante el perdón, el servicio desinteresado, la generosidad compartiendo con el hermano que nos necesita, vivir la caridad es ser obediente, la obediencia es fruto del amor, los hijos de la luz, saben corregir con el ejemplo al ser amado, viceversa, también el que ama se deja corregir. Ser hijos de la luz es dejarse mover por el amor de Dios.
El concepto de justicia tiene muchas acepciones y aplicaciones, por ahora baste decir, que la justicia y el amor van siempre unidos y su fruto es la paz; por eso, los hijos de la luz son constructores de la paz, al contrario de los hijos de las tinieblas que provocan violencia, división y muerte. Finalmente, estas líneas no son para señalar entre nosotros quiénes son hijos de la luz y quiénes de las tinieblas, más bien son una motivación para que cada uno, bajo la luz del Evangelio, distinga dónde pertenece e impulsado por la gracia, si es el caso, pueda dar el paso de las tinieblas a la luz. LCH
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