Dormir
las horas suficientes es fundamental para que nuestro organismo pueda
regenerarse. Si nuestro sueño diario es inferior a las siete horas, los
problemas sobre nuestra salud son numerosos. Y no, no es suficiente con
recuperar la privación de sueño el fin de semana.
‘No
dejes para hoy lo que puedes hacer mañana’. ‘El tiempo es oro’. ‘A quien
madruga Dios le ayuda’. La idea de aprovechar las horas ha sido la inspiración
de estos y otros refranes. El problema es cuando las 24 que tiene el día no son
suficientes para hacer todo lo que se pretende. Preparar el desayuno, llevar
los niños al colegio, trabajar, hacer la compra, ir al médico… A pesar de que
la lista de tareas es variada, es frecuente que no se incluya en ella la más
importante: dormir. Descansar el tiempo necesario es indispensable para cumplir
con los procesos de regeneración de nuestro organismo.
Según
la Sociedad Española de Neurología (SEN), más de un 30% de la población
española se despierta con la sensación de no haber tenido un sueño reparador o
finaliza la jornada muy cansada. En este punto, hay un concepto que se utiliza
mucho y que es el de déficit o deuda de sueño. “Es la diferencia entre la
necesidad biológica de horas de sueño y las que dormimos realmente, sea por el
motivo que sea. Para saber que vamos cortos de sueño, tenemos indicadores como
somnolencia durante el día en situaciones no deseadas, tener que dormir una
siesta para funcionar correctamente durante el día o cuando la diferencia de
horario entre los días laborables o con obligaciones y los festivos es mayor a
dos horas”, detalla Ana Fernández Arcos, coordinadora del Grupo de Estudio de
Trastornos de Vigilia y el Sueño de la Sociedad Española de Neurología
(SEN).
Elena
Urrestarazu, vicepresidenta de la Sociedad Española del Sueño (SES), prefiere
no utilizar el término de deuda o déficit de sueño: “No es algo que vayamos a
pagar o recuperar. Sí podemos hablar de privación de sueño porque todos tenemos
un requerimiento mínimo del mismo y, si no lo cumplimos, nos vamos privando de
él”.
La
especialista señala que esa acumulación de privación de sueño conlleva a largo
plazo efectos perjudiciales en la salud. Como ya se ha mencionado, se duerme
para que el cuerpo pueda regenerarse. “A nivel endocrino, metabólico, hormonal…
Todo nuestro organismo necesita ese mínimo de horas, que es diferente en cada
persona, para completar todos esos procesos”, detalla Urrestarazu. De no cumplirlos,
continúa la experta, “aparte de la ansiedad o del bajo estado de ánimo, aumenta
la irritabilidad sin que nos demos cuenta”.
Asimismo,
dormir menos de siete horas (tiempo mínimo que aconsejan los expertos) implica
un incremento del riesgo de padecer sobrepeso, diabetes, infecciones o un mayor
deterioro cognitivo. “Probablemente, lo más extremo es que también aumenta la
probabilidad de sufrir algunos tipos de cáncer, sobre todo, aquellos con un
componente hormonal. El de próstata y el de mama son los más estudiados”,
explica la vicepresidenta de la SES.
“El
sueño está involucrado en infinidad de procesos fisiológicos, como la
consolidación de la memoria, la regulación hormonal, el control de la respuesta
inmune e inflamatoria, la regularización vascular, el procesamiento emocional…
por lo que una mala calidad de sueño suele ir ligada a numerosos problemas de
salud”, coincide Fernández, quien resalta que, a corto plazo, dormir poco “tiene
consecuencias físicas por una mayor fatiga, cognitivas (atencionales, memoria,
mayor propensión a errores), conductuales (más impulsividad y agresividad), así
como un peor estado de ánimo e irritabilidad”.
La
privación diaria de sueño hace que muchas personas se consuelen pensando que
esta se puede compensar el fin de semana. No obstante, ¿se recupera realmente
esta falta de descanso? “Si no es posible conseguir durante la semana las horas
suficientes de sueño, es mejor extender el tiempo en cama y dormir más los
sábados y domingos. Es preferible hacer eso que no hacerlo, pero esto no quiere
decir que se solucione el problema”, responde Urrestarazu, quien asegura que
hay daños que se van a producir y que son irreparables. Así, se van acumulando
sustancias como la beta amiloide, que está relacionada con la enfermedad del
Alzheimer. Lo mismo ocurre, por ejemplo, con la glucosa alta. La experta afirma
que las consecuencias de este parámetro alterado no se pueden reparar.
Por
otra parte, Urrestarazu hace cuentas para explicar que en caso de acumular 10
horas de sueño de lunes a viernes, ese tiempo no se va a recuperar al final de
la semana. “Es como si te llevas 24 horas sin dormir. Al día siguiente no vas a
dormir 16 además de las 8 correspondientes para compensar”, manifiesta.
Qué hacer para no perder horas
de sueño
La
clave es pasar el tiempo suficiente en la cama. “Hay personas que necesitan
dormir menos horas y otras que, fisiológicamente, precisan de más de ocho. Sin
embargo, la mayoría tenemos que dormir entre siete y ocho horas”, recuerda
Urrestarazu, quien apunta que también es importante que el descanso sea regular,
es decir, que tratemos de irnos a la cama siempre a la misma hora. De acuerdo
con la especialista, “todas nuestras células del organismo tienen un reloj y se
van a preparar para cumplir con su función mejor en un momento u otro”.
Además
de establecer una hora fija para dormir y para despertarse, desde la SEN
apuntan los siguientes consejos para mantener unos hábitos de sueño saludables:
·
Si se duerme siesta, esta no
debe superar los 30 minutos.
·
Evitar tóxicos como el alcohol
y el tabaco.
·
No tomar cafeína seis horas
antes de acostarse.
·
Procurar cenar de forma
ligera.
·
Realizar ejercicio por la
mañana e, idealmente, al aire libre.
·
Utilizar ropa de cama cómoda.
·
Mantener la habitación bien
ventilada.
·
Evitar los ruidos molestos y
eliminar la mayor cantidad de luz posible.
·
Hacer uso de la cama solo para
dormir o para mantener relaciones sexuales.
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