Siempre
me he hecho la pregunta del millón: ¿Qué piensan realmente las mujeres? Empecé
a atisbar algo después de casarme. Y confieso que la literatura me ha
entreabierto resquicios muy sugerentes. Pero debo decir que desde que comencé a
escribir, las constantes observaciones de las lectoras me han hecho abrir
definitivamente los ojos. Me explico.
Queridos
amigos ¿se han preguntado alguna vez si sus mujeres sufren? Todos sufrimos se
me argüirá. El mundo es un valle de lágrimas. Tendré que ir al grano: ellas
sufren más porque aman más. Sí, ya sé que las generalizaciones son injustas.
Pero me mantengo en lo dicho. La clave la encontré en unos versos de Lord
Byron: “El amor en la vida del hombre, es un episodio. / En la mujer es toda la
existencia”.
Fíjense
bien, con atención, y sean sinceros consigo mismos. Por regla general las
mujeres no piensan si no en complacer a los que les rodean. Siendo capaces de
sacrificios enormes, de aguantar lo inaguantable. Viven la vida de los demás,
no la suya. Mientras los hombres por ejemplo desvariamos egoístas en el sexo,
ellas aportan a la vida en común una ternura sin la cual no es posible una
convivencia en condiciones. De ahí nace su mayor eficacia.
En
el hombre y en la mujer las prioridades son distintas. El orden de valores
diferente. En cualquier relación la mujer siempre pone más, y está dispuesta a
mayores sacrificios. El hombre puede permitirse el lujo de atender a sus
estados de ánimo o caprichos. La mujer no. Y muchas veces se queda sola en el
intento.
Vivimos
en un mundo que desprecia los detalles. El sentimiento no se considera como
valor pragmático. Ni el halago, ni el piropo. Y muchas mujeres están cansadas
de vivir. Lloran consumidas. Se ven solas. ¿Que exagero? No lo crean. Y todo
ello porque existe un evidente déficit de cariño, una constante adulteración de
las relaciones humanas. El aumento desmesurado de rupturas familiares, tiene un
antes y un después de casarse. El ‘antes’ es el desprecio de los detalles, el
olvido de Dios, la trivialización del sexo. El ‘después’ es el traumatismo del
alma. Un desánimo galopante.
Hombres:
recobremos el romanticismo, y vamos a intentar olvidarnos de lo nuestro, al
menos en ciertos momentos. Volved a casa apasionadamente enamorados, limpios de
escoria, de tristeza cansina. La mayor eficacia es la del amor. Y la mayor
felicidad. ¿Qué piensan las mujeres? Las mujeres piensan en nosotros, en
aquellos que aman. Sin interrupción. Imitémoslas un poquito. Aunque ya sé que
no todos somos iguales. El hombre es importante en la familia.
En
definitiva, es redescubrir el amor de Dios en ellas, en nuestras esposas. GU
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