Cada
ser humano está abierto a un número casi infinito de horizontes. A veces siente
angustia al ver ante sí tantas posibilidades. Tiene miedo a escoger mal, a
equivocarse de nuevo, a dañar a otros, a ser herido por las elecciones de los
cercanos o de los lejanos.
El
mundo aparece, así, sumamente indeterminado. Uno escoge vivir al día y luego
llora por su falta de previsión. Otro empieza a comprar un piso con un préstamo
y en dos años anda ahogado porque no puede pagar las deudas. Unos esposos
posponen la llegada del primer hijo y cuando lo desean la edad les impide
conseguirlo.
También
hay opciones que rompen con males del pasado y que inician caminos de
esperanza. Un joven deja la cocaína y empieza a asumir sus responsabilidades
como profesionista. Un esposo deja de coquetear con otras mujeres y empieza a
reconquistar el corazón de su esposa. Un anciano decide apagar la televisión y
se ofrece para ayudar a la parroquia.
La
libertad permite horizontes inmensos para el cambio. Surge entonces la pregunta
clave: ¿hacia dónde cambiar? La mente y el corazón trabajan juntos a la hora de
buscar respuestas.
Un
cambio será bueno si nos lleva a romper con el egoísmo y con cualquier forma de
pecado. Un cambio será nefasto si nos aparta del buen camino y nos introduce en
el mundo del mal.
El
cambio bueno nos hace acoger la invitación que llega de la gran noticia de la
Pascua: “Arrepentíos, pues, y convertíos, para que vuestros pecados sean
borrados, a fin de que del Señor venga el tiempo de la consolación y envíe al
Cristo que os había sido destinado, a Jesús, a quien debe retener el cielo
hasta el tiempo de la restauración universal, de que Dios habló por boca de sus
santos profetas” (Hch 3,19-21).
Todos
podemos cambiar para mejor. Desde la ayuda de Dios y de tantos corazones
buenos, abriremos los ojos del alma para mirar la meta definitiva, la Patria
verdadera. Hacia ella orientaremos nuestros actos. Dejaremos de pisar terrenos
movedizos y engañosos para avanzar, seguros, por el camino que lleva a la Vida.
FP
No hay comentarios.:
Publicar un comentario