Fundadora, 05 de Abril
En Córdoba, Argentina, Beata Catalina de María (en
el siglo Josefa Saturnina Rodríguez de Zavalía), fundadora de la congregación
de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús († 1896).
Fecha de beatificación: 25 de noviembre de 2017, durante el
pontificado de S.S. Francisco.
Josefa Saturnina Rodríguez -luego Madre Catalina de María- nació en Córdoba el 27 de noviembre de 1823. Cuando tenía tres años perdió a su madre y a los 9 a su padre. Estos hechos fueron determinantes en su vida, ya que su educación quedó a cargo de sus tías Luisa e Ignacia Orduña, de profunda fe religiosa.
Su vocación despertó
alrededor de 1840. Pero no pudo cumplir con su vocación porque en la Argentina
y sus alrededores sólo había conventos de clausura, y no existía en ese momento
la opción de vida religiosa apostólica para las mujeres. Se dedica entonces a
promover y sostener la obra de los Ejercicios Espirituales, y a los 29 años
contrae matrimonio con el coronel Manuel Antonio de Zavalía, viudo, padre de
dos niños. En los trece años que duró su matrimonio fue modelo de esposa y
madre. Así, cuando en 1865 murió su esposo, quedó libre para concretar su
primera vocación, que se despertó con mayor vehemencia.
Pero para llegar a este
sueño dorado, pasaron siete largos años llenos de obstáculos y luchas que
impedían su realización. Finalmente el 29 de septiembre de 1872 fundó en
Córdoba el instituto de las Hermanas Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús
(Esclavas Argentinas), dedicado a la educación y promoción de la mujer y
atención de casas de ejercicios espirituales.
La Madre Catalina fue
una mujer cordobesa de su tiempo que buscó vivir la plenitud del amor a Dios y
al prójimo como laica, como madre y como religiosa.
En 1877, invitada por el
padre José Gabriel Brochero, el “Cura Brochero”, hoy santo, se instaló en Villa
del Tránsito (Córdoba), y ambos tuvieron una fecunda misión en la Iglesia de
fines del siglo XIX, sobre todo en la evangelización de las sierras cordobesas
y la difusión de los ejercicios espirituales.
La religiosa murió el 5
de abril de 1896, en el atardecer de un domingo de Pascua, y fue declarada
venerable el 17 de diciembre de 1997 por el papa San Juan Pablo II.
El 4 de mayo de 2017 el
Santo Padre Francisco autorizó la promulgación del decreto reconociendo un
milagro obrado por Dios atribuido a la intercesión de la Madre Catalina.
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