Texto del Evangelio (Mc 13,33-37): En
aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: «Estad atentos y vigilad, porque
ignoráis cuándo será el momento. Al igual que un hombre que se ausenta deja su
casa, da atribuciones a sus siervos, a cada uno su trabajo, y ordena al portero
que vele; velad, por tanto, ya que no sabéis cuándo viene el dueño de la casa,
si al atardecer, o a media noche, o al cantar del gallo, o de madrugada. No sea
que llegue de improviso y os encuentre dormidos. Lo que a vosotros digo, a
todos lo digo: ¡Velad!».
«Estad
atentos y vigilad, porque ignoráis cuándo será el momento»
Comentario: Rev. D. Antoni
CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)
Hoy, en este primer
domingo de Adviento, la Iglesia comienza a recorrer un nuevo año litúrgico.
Entramos, por tanto, en unos días de especial expectación, renovación y
preparación.
Jesús advierte que
ignoramos «cuándo será el momento» (Mc
13,33). Sí, en esta vida hay un momento decisivo. ¿Cuándo será? No lo
sabemos. El Señor ni tan sólo quiso revelar el momento en que se habría de
producir el final del mundo.
En fin, todo eso nos
conduce hacia una actitud de expectación y de concienciación: «No sea que
llegue (...) y os encuentre dormidos» (Mc
13,36). El tiempo en esta vida es tiempo para la entrega, para la
maduración de nuestra capacidad de amar; no es un tiempo para el entretenimiento.
Es un tiempo de ‘noviazgo’ como preparación para el tiempo de las ‘bodas’ en el
más allá en comunión con Dios y con todos los santos.
Pero la vida es un
constante comenzar y recomenzar. El hecho es que pasamos por muchos momentos
decisivos: quizá cada día, cada hora y cada minuto han de convertirse en un
tiempo decisivo. Muchos o pocos, pero —en definitiva— días, horas y minutos: es
ahí, en el momento concreto, donde nos espera el Señor. «En la vida nuestra, en
la vida de los cristianos, la conversión primera —este momento único, que cada
uno recuerda y en el cual uno hizo claramente aquello que el Señor nos pide— es
importante; pero todavía son más importantes, y más difíciles, las sucesivas
conversiones» (San Josemaría).
En este tiempo
litúrgico nos preparamos para celebrar el gran ‘advenimiento’: la venida de Nuestro
Amo. ‘Navidad’, ‘Nativitas’: ¡ojalá que cada jornada de nuestra existencia sea
un ‘nacimiento’ a la vida de amor! Quizá resulte que hacer de nuestra vida una
permanente ‘Navidad’ sea la mejor manera de no dormir. ¡Nuestra Madre Santa
María vela por nosotros!
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