Orígenes convirtió a los dos al cristianismo. San Plutarco sufrió enseguida por la fe, y fue el primer mártir entre los alumnos de Orígenes. Heraclas «dio gran ejemplo de vida filosófica y ascesis» (ob. cit. VI 33), y fue su reputación como conocedor de la filosofía y el estudio griego lo que movió a Julio Africano a visitar Alejandría. Con el tiempo, Orígenes se vio tan ocupado con la escuela de catequesis, que eligió a Heraclas como asistente, para los cursos a principiantes. Heraclas fue hecho sacerdote por el longevo obispo Demetrio. Cuando en el 231 éste condenó a Orígenes -que tuvo que permanecer en Cesarea- Heraclas quedó al frente de la escuela. Poco después de esto sucedió a Demetrio en el obispado.
Según puede deducirse de algunos testimonios bien apoyados, le tocó a Heraclas condenar y separar del sacerdocio a quien había sido su maestro, Orígenes. San Dionisio, sucesor de Heraclas, afirma que era práctica del santo recibir a los herejes que querían volver a la Iglesia sin necesidad de que recibieran de nuevo el bautismo (este punto de doctrina fue discutido mucho tiempo, hasta que se impuso esta práctica, que es la vigente en la actualidad), pero no sin hacer un público examen de su conducta (Eusebio, ob. cit. VII, 7.4). Heraclas fue inscripto en el martirologio de Usuardo el día 14 de julio, y en esa fecha permaneció también en el Martirologio Romano, aunque coptos y etíopes, que son naturalmente mayor autoridad en este aspecto, lo celebraron siempre el 4 de diciembre. La última edición del Martirologio Romano corrigió la inscripción.
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