Con el tiempo fueron surgiendo ‘actas’ espurias del martirio de estos santos, que además de añadir los acostumbrados detalles de la muerte, añadían más y más detalles de su vida, como que se dedicó a la instrucción de los niños, y muchos compañeros de martirio. En época de los Bolandistas, la tradición hagiográfica incluía, además de Clemente y Agatángelo, a Caritón, Cristóforo, diáconos, además de muchos niños de Ancira, a Pengonte y Eucarpio, soldados, así como un indeterminado número de mujeres, niños y hombres de Roma. Naturalmente, para unir todo esto, Clemente era llevado entre tormentos, de ciudad en ciudad, de Galacia a Roma.
Ya el propio Baronio, en la redacción del primer Martirologio Romano, descartaba toda la novelería martirológica unida a estos dos santos y se quedaba con lo históricamente admisible, lo mismo que celebramos hoy: que hubo dos mártires en Ancira de Galacia, uno de los cuales era el obispo. No conocemos la relación entre los dos, ni tan siquiera si estuvieron relacionados, aunque la iconografía habitual presenta a Agatángelo como diácono de Clemente.
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