Según una encuesta de seguimiento realizada por la KFF (una organización estadounidense sin fines de lucro, con sede en San Francisco, California) en julio, el 53% de los adultos estadounidenses informaron que su salud mental se había visto afectada negativamente por la preocupación y el estrés por la pandemia. En marzo, esa situación afectaba a uno de cada tres.
A raíz de eso, las organizaciones y comunidades están buscando herramientas prácticas para fortalecer la salud mental. En un artículo publicado en la revista especializada PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences), investigadores de la Universidad de Wisconsin-Madison presentaron un nuevo marco para el bienestar emocional que se centra en habilidades específicas que se pueden aprender.
El marco se basa en evidencia científica que sugiere que el bienestar se puede cultivar a través de la práctica en la vida diaria.
“Es realmente el 'cómo' del bienestar”, afirma Christy Wilson-Mendenhall, científica del Center for Healthy Minds en UW-Madison y coautora del artículo.
“Tradicionalmente, la investigación en psicología se centró en el tratamiento de las enfermedades mentales. Esperamos ampliar la discusión para promover el cultivo del bienestar en cualquier etapa, incluso cuando se está relativamente sano. Estas habilidades nos ayudan a ser más resistentes en momentos como los que estamos viviendo ahora”, añadió.
Cuatro pilares
El marco se centra en cuatro pilares estudiados en el laboratorio y que se ha demostrado que mejoran con el entrenamiento:
1. conciencia o atención al entorno y señales internas como sensaciones corporales, pensamientos y sentimientos;
2. conexión o aprecio, bondad y compasión;
3. insight, que se refiere a fomentar la curiosidad y el autoconocimiento;
4. y propósito, entendiendo sus valores y motivaciones.
Por ejemplo, la conciencia, y en particular la metaconciencia (ser consciente de que estás consciente), parece disminuir el estrés, aumentar las emociones positivas y puede fortalecerse mediante prácticas de entrenamiento mental como la meditación.
La conciencia ayuda a frenar algunos de los efectos dañinos de la distracción, que se demostró que deteriora la función cognitiva y aumenta las respuestas del cuerpo relacionadas con el estrés, a su vez vinculadas a la inflamación y el envejecimiento.
Tener un propósito
El propósito en la vida es un objetivo personalmente significativo que las personas pueden aplicar a la vida diaria. Tener un propósito también se asocia con resultados positivos de salud física y biológica.
“Hay cualidades de una mente sana que muchas personas ni siquiera saben que se pueden entrenar”, señala Cortland Dahl, científico investigador del centro KFF y autor principal del artículo. “No pensamos en ellas como habilidades. Muchos de nosotros pensamos que estamos programados para ser así o asá, pero la realidad es que estas cualidades son mucho más entrenables y maleables de lo que pensamos. Es una visión muy empoderadora de la mente humana: podemos aprender a estar en el asiento del conductor de nuestra propia mente”, graficó.
Resiliencia, la clave
El nuevo marco proporciona evidencia de que las personas pueden resistir los altibajos de la vida con resiliencia, y que el cerebro y el cuerpo pueden cambiar y adaptarse. En lugar de reemplazar otros puntos de vista del bienestar, los investigadores dicen que el marco complementa otros modelos al centrarse específicamente en la evidencia científica para las dimensiones del bienestar que se pueden entrenar y aprender para que las personas prosperen. Los investigadores afirman que uno de sus objetivos es hacer que la ciencia sea lo más accesible posible y alienta a sus colegas a incorporar este conocimiento en terapias, programas de meditación y otros tratamientos de salud mental.
“Este trabajo es paralelo a lo que estamos aprendiendo sobre biología humana. Estamos apenas comenzando a comprender que nuestra biología también es maleable”, dice Dahl, quien también es el director contemplativo de Healthy Minds Innovations, la organización externa sin fines de lucro afiliado al Center for Healthy Minds, que traduce la ciencia en herramientas para cultivar y medir el bienestar. “No nacemos de una manera fija. Nuestros cerebros, sistemas nerviosos y biología pueden ser moldeados. Es una visión muy esperanzadora: hay muchas formas en que podemos influir en nuestras mentes y cuerpos para mejorar”.
Wilson-Mendenhall y Dahl señalan que hay un trabajo importante por hacer para comprender cómo se podría aplicar el marco en todas las culturas y estudiarlo en diversos grupos de personas. Dado que las ideas en el marco tienen una historia profunda en contextos contemplativos que son anteriores a la capacidad de la ciencia occidental para estudiarlas, es justo asumir su importancia, pero la forma en que se empaquetan y presentan en las intervenciones de salud mental en el futuro puede variar entre culturas y contextos y requiere un enfoque adicional.
Como un deporte
La meditación y otras intervenciones de bienestar son “similares a los deportes”, compara el coautor del estudio y director del Centro para Mentes Saludables Richard Davidson. “Describe una amplia gama de actividades”, dice. “Los diferentes tipos de meditación hacen diferentes cosas para tu cerebro, al igual que los diferentes deportes desencadenan diferentes cambios en tu cuerpo. Puedes entrenar tu mente en diferentes pilares que van más allá de la atención plena o incluso las prácticas de gratitud”.
Por ejemplo, el pilar de la percepción, explica Davidson, “se trata simplemente de sentir curiosidad por tus propios pensamientos y opiniones preconcebidas. Tu cerebro no está configurado. Puede cuestionar sus propias suposiciones y prejuicios, y esto tiene un tremendo potencial para sanar la división que vemos en la sociedad actual”.
Las investigaciones futuras explorarán cómo el marco puede ayudar a las personas a desarrollar resiliencia y cómo podría usarse para tratar trastornos de salud mental como la depresión.
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