martes, 1 de junio de 2021

¿Cuál será el futuro de COVID en unos años?

El virus que provoca la pandemia de COVID-19 podría convertirse en una molestia ordinaria que provoca moqueo en los próximos 10 años, según un estudio reciente. Los investigadores enfatizaron que la proyección se basa en unos modelos matemáticos, y que no es una predicción hecha con una bola de cristal. Dado lo que se conoce sobre la respuesta inmunitaria humana al SARS-CoV-2 (el virus que provoca la COVID-19), se puede afirmar que es posible que el patógeno se convierta ‘en tan solo otro coronavirus estacional’.

“La primera ola es terrible, porque se tiene un virus al que nadie se ha expuesto todavía”, señaló Fred Adler, investigador sénior del estudio, en un artículo publicado por HealthDay. Pero a medida que más personas se expongan, al virus en sí o a las vacunas, el sistema inmunitario humano se adaptará, y la gravedad del COVID-19 podría reducirse. Cuando las personas tienen un caso leve, explicó Adler, tienden a ‘excretar’ menos virus, lo que debería significar que haya menos partículas infecciosas que se puedan transmitir a otros. En otras palabras, los casos leves podrían simplemente provocar otros casos leves, apuntó Adler, profesor de matemáticas y ciencias biológicas de la Universidad de Utah, en Salt Lake City.

La idea de que el SARS-CoV-2 pueda unirse a las filas de los virus ordinarios del resfriado no es nueva. Otros estudios de modelado han apuntado a la posibilidad. Y de hecho, hay un posible precedente histórico para esa situación, afirmó Adler. Algunos coronavirus circulan hace mucho entre los humanos, y en general no provocan nada peor que un resfriado, y con frecuencia no causan ningún síntoma. A través de análisis genéticos, los investigadores encontraron que uno de estos coronavirus, llamado OC43, podría haber pasado de las vacas a los humanos ya en la década de 1880, dijo Adler. El momento es interesante, anotó, porque una pandemia de lo que se conoce como la ‘gripe rusa’ arrasó en el mundo a partir de 1898, y al final acabó con las vidas de alrededor de 1 millón de personas. Como el nombre implica, se supuso que la enfermedad era influenza. Pero Adler dijo que las evidencias sugieren que en realidad podría haber sido provocada por un coronavirus que pasó de una especie a otra, y que luego se convirtió tan solo en una molestia estacional.

En el estudio actual, que se publicó en una edición reciente de la revista Viruses, Adler y sus colaboradores crearon modelos matemáticos que utilizaron evidencias sobre la respuesta inmunitaria humana al SARS-CoV-2. Una de las evidencias es el hecho de que es probable que haya una ‘respuesta a la dosis’ entre la exposición al virus y la gravedad de la COVID-19: la exposición a menos partículas virales significa un caso más leve. A través de una infección anterior o de la vacunación, muchas personas mantendrán cierto grado de inmunidad que las protege de una COVID grave, al mismo tiempo que limita su excreción de partículas virales.

Adler dijo que otro ‘componente clave’ se relaciona con los niños: está claro que, en general, solo enferman levemente con la COVID-19. Entonces, al mismo tiempo que nacen bebés y hay una población recién expuesta al SARS-CoV-2, podrían ser una fuente solo de infecciones leves y ‘de baja excreción’. En conjunto, sugiere el modelo de los investigadores, estos factores podrían llevar al SARS-CoV-2 a la ‘avirulencia’, haciendo que en los próximos 10 años se convierta en tan solo un coronavirus común. La ‘esperanza’, planteó Adler, es que ya no requeriría una vacuna.

Esta trayectoria es posible, pero también lo son otras, comentó Jeffrey Shaman, un profesor de ciencias de la salud ambiental de la Facultad de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia, en la ciudad de Nueva York, que revisó los hallazgos. En lugar de convertirse en otro coronavirus ‘debilucho’, Shaman observó que el SARS-CoV-2 podría evolucionar y convertirse en algo como la gripe estacional: relativamente leve en la mayoría de las personas, pero una causa de hospitalización y muertes entre las personas mayores y las que sufren de ciertas afecciones médicas. Shaman advirtió que el estudio actual es una “exploración de cómo podrían suceder las cosas”, y que nadie puede predecir el futuro. “Lamentablemente, tendremos que vivirlo”, añadió.

Lo que nos depararía el futuro

Una estadística importante que hay que monitorizar, anotó Shaman, será la proporción de personas diagnosticadas con la COVID-19 que fallezcan de la enfermedad. En este momento, todavía hay muchos factores desconocidos, entre ellos la duración de la protección por las vacunas y las infecciones anteriores con el SARS-CoV-2. A medida que la pandemia se alarga, también han surgido nuevas variantes más contagiosas. Pero Adler comentó que no solo el virus cambia: el sistema inmunitario humano aprende y se adapta, como subraya el principio subyacente de la vacunación. Adler anotó que hay más de 100 rinovirus que mutan de forma constante pero que, sin embargo, solo provocan escurrimiento nasal y tos. Lo que será clave respecto a cualquier variante del SARS-CoV-2, observó, es si presenta unas diferencias suficientemente significativas como para engañar a nuestros sistemas inmunitarios. “La gente quiere saber cuándo puede dejar de preocuparse de esto”, anotó Shaman. “No lo sabemos”. Pero, añadió, “tengo la esperanza de que esto se convierta en algo que perturbe mucho menos nuestras vidas”. HD

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