Todos hemos experimentado un
repentino antojo por la comida, ese momento en el que todo lo que necesitas es
una porción de pizza (o una hamburguesa o chocolate), y nada más servirá. Los
antojos de alimentos son muy comunes, pero ¿por qué los experimentamos y qué
significan? Desafortunadamente, por lo general no anhelamos cosas como la col
rizada o las manzanas, sino alimentos ricos en grasas, carbohidratos y azúcar.
La mayoría de las veces, la fuente del deseo es más emocional que nutricional:
los ‘alimentos reconfortantes’ como los dulces o los productos horneados
liberan sustancias químicas que hacen sentir bien en el cerebro. Sin embargo,
algunos estudios muestran que ciertos antojos y hábitos alimenticios podrían
indicar problemas de salud. Aquí hay 5 ejemplos interesantes.
1. Desear la misma comida todo el tiempo
Podría ser: Demencia
Los cambios inusuales en los
hábitos alimenticios de una persona podrían ser un signo temprano de demencia.
Si notas antojos repentinos de alimentos específicos o tienes un gusto por lo
dulce demasiado persistente, podría valer la pena discutir esto con tu médico.
Un estudio publicado en 2015 examinó los cambios en los hábitos alimenticios de
los pacientes con demencia y descubrió que casi la mitad de todos los pacientes
con enfermedad de Alzheimer leve habían mostrado algunos cambios en sus
preferencias alimentarias. El cambio en las preferencias alimentarias se
registró en su punto más alto durante la etapa moderada de la enfermedad.
Además de preferir alimentos diferentes a los habituales, los pacientes de
Alzheimer también mostraron una especial inclinación por los alimentos dulces y
los dulces, además de agregar sabores fuertes a sus platos con salsa de soja.
El cambio no solo se expresó en lo que los pacientes querían comer, sino
también en el hambre que tenían. Un cambio en el apetito también puede ser un
signo temprano de demencia. Los investigadores comentaron que “fue interesante
que se observaron dos síntomas alimentarios contradictorios, ‘aumento del
apetito’ y ‘pérdida de apetito’, en aproximadamente el mismo número de
pacientes con la enfermedad de Alzheimer leve”. La pérdida de apetito podría
deberse a la depresión, ya que casi el 70% de las personas con Alzheimer
también mostraron algunos síntomas depresivos. En cuanto al aumento del
apetito, podría reflejar un comportamiento repetitivo provocado por un deterioro
severo de la memoria.
2. Sal
Podría ser: Enfermedad de Addison
Es muy raro que una persona no
obtenga suficiente sal de su dieta, al menos en los EEUU. De hecho, la mayoría
de los estadounidenses consumen más sodio al día de lo recomendado. La investigación
sugiere que los antojos intensos de sal podrían apuntar a la enfermedad de
Addison. También conocida como insuficiencia suprarrenal primaria, la
enfermedad de Addison es un trastorno de las glándulas suprarrenales, que se
encuentran en la parte superior de los riñones. Producen dos hormonas
esenciales: cortisol, que ayuda al cuerpo a responder al estrés, y aldosterona,
que mantiene equilibrada la presión arterial. Cuando las glándulas
suprarrenales se dañan como resultado de la enfermedad de Addison, no producen
suficientes hormonas. Otros síntomas incluyen fatiga, dolor muscular, náuseas y
pérdida de peso. Si no se trata, esta afección podría hacer que su presión
arterial baje peligrosamente. Si experimentas un deseo nuevo y persistente de
alimentos salados, habla con tu médico, especialmente si ocurre junto con
cualquiera de los otros síntomas mencionados anteriormente.
3. Sed excesiva
Podría ser: Diabetes
Beber mucha agua durante el día
es saludable y se alienta. Sin embargo, el deseo constante de agua es uno de
los primeros signos de diabetes. Esta es una sed mucho más pronunciada de lo
habitual y, por lo general, va acompañada de una micción frecuente. Cuando
tienes diabetes, el exceso de glucosa se acumula en la sangre, lo que significa
que los riñones tienen que esforzarse más para filtrar y absorber el azúcar.
Cuando tus riñones ya no pueden mantener el ritmo, la glucosa extra se extrae
en la orina, arrastrando los líquidos de tus tejidos y dejándolo deshidratado.
El problema es que cuanto más bebas para saciar tu sed, más frecuentemente
tendrás que orinar.
4. Chocolate
Podría ser: Deficiencia de magnesio o vitamina B
Los antojos de chocolate no son
inusuales; después de todo, es el dulce favorito de muchas personas. Sin
embargo, si tu gusto por lo dulce está tomando el control, podría indicar que te
falta magnesio, un mineral responsable de muchas funciones corporales, desde la
función muscular y nerviosa hasta la regulación del azúcar en la sangre y la
producción de energía. La deficiencia de magnesio se puede detectar mediante un
análisis de sangre. El chocolate no es la única buena fuente de magnesio, por
supuesto. Las verduras de hoja verde, las legumbres, las nueces y el pescado
son ricos en este mineral. La razón por la que normalmente no anhelamos esos
alimentos es que, a diferencia del chocolate, carecen de azúcar y cafeína. Otra
posible explicación de tu antojo por el chocolate es la falta de vitaminas B,
que juegan un papel importante en los procesos celulares de nuestro cuerpo. Las
vitaminas B ayudan al cuerpo a convertir los alimentos en energía, crear nuevas
células sanguíneas y mantener sanas las células de la piel y otros tejidos.
Cuando comes chocolate, le da a tu cerebro y estado de ánimo, el impulso que
necesitan. El azúcar y la cafeína impulsan la secreción de dopamina en el
cerebro, y sus niveles de glucosa también aumentan, lo que te hace sentir que
tiene más energía. Para tratar una deficiencia de vitamina B, es probable que
tu médico te recomiende que tomes suplementos o aumentes la ingesta de ciertos
alimentos, según la vitamina específica que necesites.
5. Papas fritas
Podría ser: Deficiencia de grasas omega-3
Las papas fritas son dos de los
antojos de alimentos más comúnmente reportados. El anhelo de estos alimentos
grasos puede significar que tu cuerpo tiene pocos ácidos grasos Omega-3, que se
ha demostrado que mejoran la salud cardiovascular. Nuestro cuerpo no puede
producir grasas omega-3 por sí solo, solo se pueden obtener a través de nuestra
dieta. Hay muchos otros signos reveladores de la deficiencia de Omega-3: fatiga
y problemas para dormir, dificultad para concentrarse, calambres en las
articulaciones y piernas y problemas cardiovasculares. Por supuesto, hay
fuentes de grasa mucho más saludables que las papas fritas, como el salmón, las
nueces, el aguacate y el aceite de oliva. YTL
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