Como cada año, del 1 al 7 de agosto se celebra la Semana
Mundial de la Lactancia, cuyo objetivo es promover esta práctica y
contribuir al bienestar y la salud del lactante y de la persona que amamanta.
En esta nueva edición, el lema elegido es “Proteger la lactancia, una responsabilidad compartida”,
considerando de esta manera a la lactancia como un hecho cultural colectivo que
requiere un abordaje intersectorial y comunitario.
En ese sentido, la lactancia no debe ser entendida como responsabilidad
únicamente de la persona que amamanta y se debe promover la igualdad de
derechos entre géneros, personas con capacidad de gestar y acompañantes. Para
poder sostener la lactancia es necesario el acompañamiento de la pareja, la
familia y todo el entorno. A su vez, los ámbitos de trabajo deben adecuarse y
propiciar ambientes que contribuyan a esta tarea.
A través de leyes y políticas públicas, el Estado también cumple un rol
fundamental en garantizar los derechos de las personas a amamantar y ser
amamantadas. En nuestro país existe un amplio cuerpo normativo vigente, como la
Ley N° 26.873 de Lactancia Materna o la recientemente sancionada ‘Ley de los
1000 días’, que ofrece acompañamiento y asistencia en el embarazo y durante los
primeros tres años de vida de los niños a todas las personas gestantes que no
cuenten con los recursos necesarios.
En Argentina, la prevalencia de lactancia al momento del nacimiento es
de más de un 95%. Sin embargo, a los 6 meses, la lactancia exclusiva se reduce
bruscamente y se ubica alrededor del 40%. Según datos relevados en 2018 de la
Encuesta Nacional de Nutrición y Salud, 1 de cada 10 lactancias se pierden por
motivos relacionados al regreso laboral.
En ese marco, y con el fin de seguir avanzando en la ampliación de
derechos, algunas provincias ya cuentan con leyes que extienden el tiempo de
las licencias de trabajo. Por su parte, desde el Ministerio de Salud de la
Nación se promocionan y fortalecen los Espacios Amigos de la Lactancia en los
ámbitos laborales para que el fin de la licencia por maternidad no se convierta
también en el fin de la lactancia.
La lactancia es beneficiosa tanto para el bebé como para la persona que
amamanta. En lactantes, baja la incidencia de infecciones respiratorias y de
diarrea, reduciéndose el riesgo de hospitalización por ambas patologías en un
57% y 72%, respectivamente. A largo plazo, también se observa que disminuye en
26% el impacto del sobrepeso y de 35% en diabetes tipo 2. A su vez, la
lactancia brinda una oportunidad de reforzar el apego, con beneficios para el
desarrollo infantil.
El Ministerio de Salud de la Nación recomienda la lactancia exclusiva a
demanda desde la primera hora de vida hasta los 6 meses cumplidos. Luego, se
aconseja complementar con la incorporación progresiva de alimentos apropiados
para la edad, manteniendo la lactancia hasta los 2 años o más. BP
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